Inculcar buenos hábitos alimenticios a los más pequeños es un trabajo que requiere tiempo y se logra dando el ejemplo y armándose de paciencia. Varias especialistas en nutrición nos explican qué hacer y cómo hacerlo.
iños y brócoli son algo así como palabras antónimas. Para ningún papá es un secreto que promover el consumo de frutas y verduras, además de otros alimentos saludables, es una completa odisea. No importa el método: dejarlos sin internet esa noche, no llevarlos de paseo o no comer postre: al final los chicos dejan casi siempre la mitad de los vegetales a la hora del almuerzo, no se comen la fruta de la lonchera y pican puras chucherías en el colegio.
Aunque el panorama puede sonar desesperanzador, lo cierto es que alimentarse de manera equilibrada es un hábito que comienza en casa. Y por ende, el 100% de la responsabilidad recae sobre los adultos. Y no, no es para asustarse. Al contrario, entre más se acostumbre al niño a alimentarse con productos frescos y sanos, sus decisiones serán cada vez más inteligentes y espontáneas. En este camino hay dos puntos esenciales: el ejemplo y la paciencia. Los niños aprenden con el ejemplo y los buenos hábitos no se crean de un día para otro.
Con la ayuda de tres nutricionistas-dietistas, en la revista Bienestar Colsanitas resolvemos las dudas más frecuentes de los padres alrededor de la buena alimentación de los niños.
Frutas y verduras: ideas para antojar
Se recomienda iniciar la ablactación (introducción de alimentos) a los seis meses de edad, con compotas de frutas no ácidas sin adición de azúcar y compotas de verdura sin adición de sal, con el objetivo de que el bebé conozca e identifique su sabor desde muy pequeño. Estos alimentos son la principal fuente de vitaminas, minerales y fibra para cubrir sus necesidades nutricionales durante el crecimiento.
Los niños mayores deberían comer frutas por lo menos tres veces al día; una manera de interesarlos es poner a su alcance las dulcecitas como fresas, duraznos, banano y uvas. También deben comer verduras dos veces al día; estas últimas les resultan más provocativas preparadas en tortas, cremas o budines.
En la mesa, paciencia y persistencia
No dejarlos pararse de la mesa hasta que no se hayan terminado el pescado que tanto odian es un error. Hay que entender otra cosa: los niños tienden a “probar con los ojos”, desconociendo el sabor de los alimentos. Si luego de varias repeticiones definitivamente no les gusta un alimento en particular, hay que reemplazar por otro del mismo grupo de macronutrientes. Es importante también recordar que su alimentación debe estar fraccionada a lo largo del día, en las porciones adecuadas según su edad. Si por alguna razón el niño no come, los padres deben esperar a que el pequeño lo pida sin caer en la solución apresurada de darle dulces o chucherías para reemplazar lo que no consumió. Persistir, insistir… pero nunca desistir.
¿Y si está desnutrido?
Únicamente un especialista podrá realizar una valoración nutricional completa antes de hacer un diagnóstico. ¡Ojo! La desnutrición no siempre está asociada con un bajo peso. Es importante hacer seguimiento con el pediatra para identificar a tiempo cualquier problema. Algunos de los síntomas más frecuentes son:
• Detención del crecimiento.
• Bajo rendimiento escolar.
• Cansancio.
• Hipoactividad
• Palidez.
• Delgadez.
• Cabello de fácil desprendimiento.
• Uñas quebradizas.
• Piel reseca.
• Enfermedades respiratorias o gastrointestinales recurrentes.
Para poner en práctica
Aquí algunas recomendaciones para incentivar y fortalecer hábitos más sanos en casa.
• No comer frente al televisor.
• Hacer que leer etiquetas nutricionales se convierta en un juego, enseñarles las propiedades nutricionales de las frutas, dividiéndolas por colores. La idea es hacer del proceso de aprendizaje algo divertido.
• Convertir la cena en un momento especial, en el cual todos están disfrutando el hecho de comer y de compartir juntos en familia.
• No usar ningún alimento como recompensa, ni por haberse comido los vegetales, ni por haber pasado un examen en el colegio.
• Incentivarlos a tomar más agua a lo largo del día, para mantenerlos hidratados.
• Usar la vajilla correcta (y las porciones adecuadas) e innovar en la manera en la que se presentan los alimentos. Cuando el niño está pequeño, entre más colorido sea su plato, mejor.
• Promover la actividad física: salir a caminar o jugar algún deporte los fines de semana es el complemento perfecto para llevar un estilo de vida saludable.
Por fuera de casa
Fomentar buenos hábitos desde temprana edad hace que un niño aprenda qué alimentos puede consumir en mayor proporción que otros. Hoy en día en la mayoría de colegios ofrecen menús para refrigerios y almuerzos que son balanceados. Darles desde casa las porciones correctas y enseñarles a probar diferentes alimentos sin satanizar ni prohibir alguno es un buen comienzo. Otra forma de controlar lo que comen por fuera es enviándoles loncheras nutritivas (y con alimentos que ya se sabe que disfrutan en casa), para evitar que caigan en la posible tentación de picar demasiadas chucherías.
Nada como el buen ejemplo
Es un hecho: el niño come lo que los papás comen. Si la costumbre es cenar con hamburguesa y papas fritas o pizza todas las noches, ésa será la comida favorita de los pequeños. Si hay dulces, cereales azucarados, gaseosas y paqueticos al alcance de los hijos, será muy difícil querer controlar su consumo después. Los buenos hábitos no deben promoverse únicamente en los niños, toda la familia tiene que adoptarlos. Comience por poner un plato de frutas al alcance de todos en casa. ¡Y comience usted a tomar de paso una mandarina, una manzana! Si los papás lo hacen, los chicos lo van a hacer, téngalo por seguro.
El menú ideal
Luz Stella Hidalgo, nutricionista-dietista especialista en Nutrición Infantil, propone lo que sería un menú idóneo para un niño de aproximadamente ocho años.
Desayuno
• 1 taza de chocolate en leche.
• 1 arepa delgada y mediana.
• 1 huevo (puede ser en diferentes preparaciones por día).
• 1 porción pequeña de fruta.
Nueves
• 1 vaso de yogur (bajo en azúcar).
• 1 paquete de galletas integrales.
• 1 porción de fruta.
• Agua.
Almuerzo
• 1 porción mediana de carne (entre 50 y 60 gramos).
• 1 pocillo tintero de arroz.
• 1 porción de ensalda.
• 1 porción de fruta.
• 1 vaso de agua.
Onces
• Medio sándwich de queso.
• 1 vaso pequeño de jugo natural (no de caja).
Comida / Cena
• 1 porción mediana de pescado (entre 50 y 60 gramos).
• 1 papa mediana.
• 1 porción de verdura cocida.
• 1 porción de fruta.
• 1 vaso de agua.
¡Pilas! Si un niño presenta sobrepeso, no se le debe someter a una dieta restrictiva o baja en calorías sin antes haber consultado a un especialista.
En sus marcas, listos... ¡a cocinar!
A medida que los chicos van creciendo hay que involucrarlos en actividades que estén relacionadas con buenos hábitos alimenticios. Lo primero será que en el supermercado se familiaricen con los grupos de alimentos, que aprendan a leer las etiquetas y a diferenciar por ellos mismos un producto nutritivo.
En casa, con las medidas de seguridad y la supervisión pertinente, pueden participar en la preparación de las comidas: desde poner la mesa, lavar los vegetales, revolver sopas, hasta realizar preparaciones sencillas como huevos o batidos.
Suplementos o no suplementos: esa es la cuestión
La decisión de usar suplementos nutricionales tiene que ser tomada por el especialista, quien determina cuál es la ingesta real y las necesidades no cubiertas con la alimentación de un pequeño. La suplementación nutricional no debe realizarse sin indicación médica, ya que los aportes de calorías y proteínas de estos productos pueden estar contraindicados en el menor.
Alimentos que sí, alimentos que no
• Como regla básica, en la dieta de los niños se deben incluir productos que pertenezcan a los tres grupos de macronutrientes: carbohidratos (preferiblemente complejos, es decir, panes y pastas integrales, cereales como la avena, legumbres, frutas y verduras), proteínas (carne, pollo, pescado, huevos) y grasas (lácteos, semillas, frutos secos).
• Ahora bien, con respecto a los que no son tan saludables (paquetes, gaseosas, golosinas), más que hablar de excluirlos por completo se trata de limitar su consumo. ¿El motivo principal? Tienen bajo aporte nutricional. La idea es que la dieta de niños y niñas sea equilibrada y con las porciones adecuadas para que puedan crecer y desarrollarse saludablemente.
Con la asesoría de Luz Stella Hidalgo, nutricionista-dietista especialista en Nutrición Infantil adscrita a Colsanitas; Andrea Mosquera, nutricionista-dietista de la Clínica Pediátrica Colsanitas y Heidy Johanna Pérez, nutricionista-dietista adscrita a Colsanitas. Apoyo periodístico: Catalina Sánchez.
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