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maternidad

Contacto piel con piel: un sentimiento recíproco

Sostener el cuerpo de nuestros hijos en contacto directo con nuestra piel nos abre el camino hacia una maternidad o paternidad más íntima, salvaje. Esta forma natural de acercarnos ayuda a estrechar nuestros vínculos.

Desde que nacemos buscamos estar sostenidos. Salimos del gran útero al espacio exterior para encontrar dónde acunarnos. Nos juntamos con el cuerpo de nuestra madre para recibir alimento, sentir calor, seguridad y refugio. Salimos a sentir en nuestros padres la prueba de la gravedad y ellos en nosotros la idea de sostener como una experiencia recíproca. 

Al asumir la responsabilidad de los cuidados y al descubrir cómo nos relacionamos a través de la maternidad y la paternidad, nos encontramos con sentimientos contradictorios. La inseguridad y el miedo se vuelven parte del proceso. Para entender mejor esta dualidad, es esencial el acto de hacer piel con piel con nuestros hijos. Esta conexión no solo fortalece el vínculo, sino que también nos ayuda a comprender y a navegar estos momentos de ambivalencia. Este proceso es una construcción en equipo entre padres e hijos.

Colaboración: Andrés Galeano Valderrama.

Se trata de ser soporte, colchón y vehículo para nuestros bebés en sus primeros años. Es el cultivo de unos beneficios para las infancias que se extienden a largo plazo y que se cosechan en la regulación del sistema nervioso, el sistema inmunológico y el desarrollo cerebral y cognitivo. Al sostener a nuestros hijos en sus distintas etapas de crecimiento, estamos cumpliendo el acto humano de acompañar. 

Soy madre desde hace dos años y hace año y medio empecé un proyecto inspirado en las relaciones entre lo vivo y el espacio. La fotografía se presenta ante mi propia experiencia como una herramienta para capturar y dar voz a temas que, desde el laborioso trajín y la muestra mamífera que es cuidar de nuestras crías, olvidamos mostrar.

En esta serie de fotografías del vínculo piel con piel, he capturado a personas cercanas que conocí hace tiempo en un mismo espacio laboral: trabajamos durante un par de años haciendo café y socializando sobre la difícil tarea que es vender atención al cliente. Para este tiempo, Natalia Beltrán y Santiago Trujillo ya eran mamá y papá de un niño, y nos compartían sobre lo que iban aprendiendo en su experiencia como padres primerizos. Ellos han sido partidarios del porteo, que es esta decisión tan admirable y animal de acunar en sus propios cuerpos a sus hijos. Es un método para sostener, para tranquilizar, descansar y al mismo tiempo una forma de ser el vehículo transportador de los bebés. Pasaron años y fui mamá, ellos esperaban su segunda hija y una de mis amigas más cercanas también quedó embarazada. Es con estas experiencias simultáneas y cercanas que me zambullo en la importancia del contacto entre las pieles. Les pido permiso para empezar a capturar imágenes de su contacto y saber sobre sus diarios con sus bebés y sumandolo con mi propia experiencia, que pude autorretratar en esta serie, empiezo mi proyecto sobre maternidad. Desde ahí estoy en un terreno en el que me he movido hasta encontrar realidades neurocientíficas, sociales, económicas, políticas, educativas y de bienestar sobre la maternidad y la paternidad, que me han ayudado a construir y co crear, de la mano de otras mujeres madres, espacios refugio en los que buscamos fortalecer las redes de apoyo para aportar al desarrollo de las infancias y la visibilización de la importancia del trabajo de los cuidados.

Colaboración: Andrés Galeano Valderrama. 

Sumergirse en el espacio de los cuidados y la atención para el desarrollo de nuestros hijos sugiere reconocer a los cuerpos como protagonistas. Estamos haciendo un trabajo inmenso en el que se benefician la salud y la sana construcción de las infancias. Es un aporte a la contención, la respiración, la temperatura y al ritmo cardiaco; es una propuesta para aprender la escucha, que en nuestra especie es fundamental para relacionarnos.Esta es una investigación de los detalles y el tacto, de la percepción de la vida y los vínculos contradictorios y únicos. Es una práctica enfocada en escarbar las experiencias humanas, con nuestro entorno íntimo y salvaje, para capturar desde nuestros propios cuerpos-hogar la honra de estar vivos y poder sentir y amar y todo lo que esto implica.

Colaboración: Andrés Galeano Valderrama.

- Este artículo hace parte de la edición 194 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.

Daniela Oviedo

Periodista y fotógrafa de maternidad. Gestora de espacios refugio para los cuidados: Encuentros de Arte & Maternidad