Los padres que no vacunan a sus hijos y en general las personas que no creen en las vacunas se apoyan en al menos ocho postulados. De la mano de una experta los revisamos y desmontamos.
egún la Organización Mundial de la Salud, cada año en el mundo se salvan entre dos y tres millones de vidas gracias a la vacunación. Enfermedades como la viruela han sido erradicadas por completo, y otras tantas iban por ese mismo camino. Así es, iban: el creciente movimiento de personas que no cree en las vacunas ha generado la reactivación de virus y bacterias que hasta hace unos años eran inusuales, casi un mito. Uno de cada diez niños en el mundo no está vacunado, y esto comienza a ser un problema de salud pública, en la medida en que una persona no vacunada es potencial portadora de enfermedades para el resto de la población.
Hablamos con la doctora Ana María Castillo, médica familiar y miembro del grupo de Excelencia Clínica de Keralty, para que nos ayudara a revisar los principales postulados de los grupos antivacunas, y por qué están equivocados.
1. Algunas vacunas causan autismo
En 1998 un médico inglés publicó en la revista The Lancet un artículo donde señalaba que la vacuna triple viral causaba autismo. Pocos años después se demostró la falsedad del estudio, y el responsable fue retirado del Colegio de Medicina del Reino Unido.
Ahora bien, en medicina todo tiene un efecto, positivo o negativo. Y la vacunación por supuesto puede generar efectos secundarios, pero la probabilidad es baja. Las posibilidades de que una vacuna genere efectos no deseados es menor a 1 por cada 100.000 personas, y los efectos más comunes (como enrojecimiento en el sitio de aplicación o fiebre) pueden ser de 1 en cada 100.
En cuanto al autismo, no hay ninguna relación de las vacunas con esta enfermedad. Es importante entender que el autismo es una enfermedad multifacética cuyas causas aún se desconocen.
2. Las vacunas hacen que los niños enfermen
Hay tres posibles razones por las cuales un niño puede enfermarse cuando se vacuna. La primera es que el niño desarrolle gripa o fiebre o alergia como efectos secundarios a la vacuna; sin embargo, la probabilidad es remota y con seguridad dichos efectos son menos graves que la enfermedad contra la cual está siendo vacunado. La segunda es que hay ocasiones en las que el niño tiene alergias que el médico desconoce, y puede haber reacción adversa a alguna vacuna. Cada cuerpo reacciona diferente. Y, finalmente, dichos efectos pueden ser consecuencia de errores programáticos, que suceden cuando el personal de salud no cumplió con el protocolo de aplicación.
En cualquier caso, estadísticamente los efectos secundarios de las vacunas son pocos. En Colombia, las personas encargadas de manipular y administrar vacunas están en constante capacitación y por tanto están muy bien preparadas.
3. Las vacunas están hechas con virus vivos
Antes las vacunas tenían en su composición el virus vivo o la bacteria viva para que la persona se enfermara de manera controlada y el organismo desarrollara el anticuerpo. Pero estas vacunas prácticamente ya no existen, salvo en casos como la vacuna contra la fiebre amarilla o la rubéola.
En la actualidad, las vacunas son desarrolladas mediante biología molecular por seguridad, justamente para eliminar el riesgo de que la persona pueda enfermarse de aquello contra lo que está siendo vacunada.
4. El cuerpo puede encargarse solo de una enfermedad
En otras palabras: “Contágiese de la enfermedad y que el cuerpo genere sus defensas”. El problema es que también se corre el riesgo de que la enfermedad se presente en su forma más severa, dejando secuelas o incluso provocando la muerte. La vacuna, con seguridad, evitará la enfermedad sin correr riesgos.
Ahora bien, las vacunas son para enfermedades infecciosas, pero estas infecciones también están asociadas con otras enfermedades más graves. Por ejemplo: la vacuna contra la hepatitis no solo sirve para esa enfermedad, sino también para prevenir el cáncer de hígado. De tal forma que hay razones de más para no exponerse a ciertas enfermedades.
5. Cuando la mayoría de la población está vacunada, no hay riesgo para quienes no lo están
En un grupo vacunado hay menos circulación del virus o de la bacteria. Esto quiere decir que la persona sin vacunar está menos expuesta a contraer dicho virus y enfermarse. A esto se le llama inmunidad de grupo o de rebaño. Para que funcione, el porcentaje de vacunación dentro del grupo debe ser mayor al 95%. En un grupo con un número significativo de personas sin vacunas, el virus o la bacteria vuelve a entrar en circulación, exponiendo a todo el grupo. Un ejemplo: vacunar al niño sirve para proteger también al abuelito, porque el niño no trae los virus desde el colegio. Otro: personas con inmunodeficiencia —como los pacientes con cáncer— no pueden estar expuestos a una varicela por el riesgo que implica para ellos.
Una persona no vacunada es transmisora de enfermedades. Las personas tienen derecho a no vacunarse, claro, pero al no hacerlo están afectando al resto de la población. No es una decisión personal, sino comunitaria.
6. Las enfermedades “antiguas” ya no representan riesgos
Solo hay una enfermedad erradicada en el mundo: la viruela. Hay varias que están a punto de desaparecer gracias a la vacunación —polio, sarampión y rubéola—, pero aún pueden ser un riesgo para la salud pública.
Cuando estas enfermedades poco frecuentes aparecen suelen traer dos problemas. Por un lado, a los servicios médicos les es más difícil diagnosticarlas justamente por lo inusuales que son; y, por el otro, el cuerpo también tarda en reaccionar por ser virus o bacterias totalmente nuevos para él, y debido a esto resultan ser mucho más severas.
7. La mayoría de vacunas traen elementos tóxicos como mercurio
Algunas vacunas traen componentes como mercurio o aluminio, pero en dosis mínimas, muy lejos de los niveles tóxicos para el cuerpo humano. Estos elementos sirven para preservar la vacuna y no duran en la sangre más de seis días: este periodo de tiempo es muy corto para ocasionar problemas. La OMS y su Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas (GACVS) ha estudiado durante diez años el efecto de estos componentes, y hasta el momento no ha encontrado pruebas que sustenten la idea de que pueden representar un riesgo para la salud humana. Sin embargo, cada cuerpo reacciona diferente ante determinados compuestos.
8. Muchas vacunas en tan poco tiempo saturan el sistema inmunológico
El esquema de vacunación colombiano protege contra más de veinte enfermedades de forma gratuita, y la mayoría de vacunas se aplican durante el primer año de vida. Esto puede parecer una locura, pero, justamente, el niño está quedando protegido contra veinte enfermedades, es decir, veinte preocupaciones menos para los padres.
Por otro lado, no hay teorías o estudios que apoyen la idea, comúnmente expuesta por los antivacunas, de que el sistema inmune se satura por la cantidad de vacunas en un tiempo tan breve. Las vacunas estimulan el sistema inmunológico para que él mismo genere su respuesta. En algunos casos se aconseja poner dos vacunas simultáneamente para potenciar su efecto. Pero la seguridad de este procedimiento, como la seguridad de las vacunas, está plenamente comprobado por estudios científicos sólidos.
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