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sexualidad femenina

La marea del deseo: ciclo menstrual y sexualidad

Ilustración
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Las mujeres somos diferentes cada día del mes: hay días de más o menos energía, más o menos disposición para el sexo. ¿Qué relación tiene esto con el ciclo menstrual?

No llevamos demasiado tiempo analizando el deseo femenino. En 1950, Alfred Kinsey y su equipo iniciaron un camino de investigación que luego adquiriría aristas políticas y sociales complejas, generando tabúes que perduraron durante décadas. Solo en años recientes las mujeres hemos tomado la palabra para hablar abiertamente sobre nuestra sexualidad y la forma en que opera nuestro deseo. Para comprender las rutas, a veces confusas, de lo que sucede en el cuerpo, habría que sumar a la discusión el ciclo menstrual; es decir, lo que pasa sin que nadie vea, el movimiento hormonal que sube y baja componentes en nuestro cuerpo y crea mezclas insospechadas. ¿Cómo es que cada fase del ciclo se relaciona con nuestra libido?, ¿por qué importa saberlo?

Para Alejandra Galofre, ginecóloga y obstetra adscrita a Colsanitas, si bien el ciclo menstrual ha sido muy estudiado por los profesionales de la salud, todavía hay esferas quizá más cotidianas en las que hace falta investigar: “Se ha estudiado mucho el ciclo menstrual desde la ginecología endocrinológica, cómo funciona el eje que viene desde el hipotálamo y controla el funcionamiento de los ovarios, del útero. Todo esto está muy bien investigado; lo que habría que revisar es qué tanto se ha analizado el impacto que tiene esto en nuestra personalidad, en nuestras formas de comportamiento. ¿Qué les pasa a las mujeres antes, durante y después de su ovulación?, ¿les pasa a todas lo mismo?”.

Entrados los años 90 se empezaron a pulir los métodos de medición del deseo en las mujeres y se pudo confirmar, con mayor precisión, ciertas sospechas: efectivamente los niveles de estrógenos y progesterona estaban correlacionados con el deseo sexual. El artículo “Hormones and the regulation of female sexual behavior”, publicado en 1992 por la agencia National Institutes of Health (NIH), abrió camino para que se siguiera investigando por esta ruta. Organizaciones de divulgación médica, como PubMed y The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, han documentado hallazgos significativos y, hasta la fecha, las investigaciones concluyen que el deseo en relación con el ciclo menstrual, en términos generales, funciona así:

Para AlejDías 1 al 5: el ciclo comienza con el sangrado, la menstruación. Durante este periodo, el revestimiento del útero, que se había engrosado para un posible embarazo, se desprende ante la ausencia de fecundación. Los estrógenos y la progesterona en esta fase están en sus niveles más bajos, lo que hace que el deseo sexual disminuya. Algunas mujeres experimentan malestar: cólicos, dolores de cabeza, cansancio.

Día 6 al 14: cuando termina la menstruación, inicia el proceso de preparación para la ovulación. En esta fase, la glándula pituitaria, ubicada en el cerebro, libera la hormona foliculoestimulante (FSH), que estimula a los ovarios para que maduren varios folículos (pequeños sacos que contienen óvulos). Uno de los folículos será el dominante y seguirá madurando. Las hormonas involucradas en esta parte del ciclo son los estrógenos, que se elevan gradualmente, y la testosterona, que también tiene un pequeño aumento. El deseo sexual sube porque los estrógenos mejoran el estado de ánimo, la lubricación vaginal y la sensibilidad, lo cual hace que las relaciones sexuales sean más placenteras. El cerebro, de manera inconsciente, prepara al cuerpo para la reproducción.

Día 14: durante la ovulación, los estrógenos alcanzan su nivel más alto y la glándula pituitaria libera una cantidad generosa de la hormona luteinizante (LH). El pico de LH hace que el folículo dominante se rompa y libere el óvulo, que está listo para ser fecundado y viaja por la trompa de Falopio. En esta fase la testosterona también alcanza su máximo nivel. La mezcla hormonal convierte el día 14 en el momento de mayor deseo sexual del ciclo. Además, la elevación de estas hormonas genera actitudes de energía y confianza; algunos expertos le llaman a esto un “pico de fertilidad”.

Día 15 al 28: tras la ovulación, el folículo vacío se transforma en una estructura llamada “cuerpo lúteo”, que produce progesterona. Si el óvulo no es fertilizado, se desintegra. En esta fase la hormona dominante pasa a ser la progesterona, que tiene un efecto calmante en el cuerpo. Los niveles de estrógeno bajan de forma brusca, aunque antes del final del ciclo pueden tener un leve aumento. En esta etapa el deseo sexual tiende a disminuir. Muchas mujeres empiezan a experimentar el síndrome premenstrual (SPM), que puede incluir irritabilidad, fatiga o cambios de humor, lo cual afecta negativamente el deseo sexual.

“De las cosas más bonitas de entender nuestro ciclo es saber que nuestra parte más animal es la que provoca todos estos cambios. Que exista más deseo sexual en la fase de ovulación es el cuerpo diciendo: me puedo reproducir, puedo quedar embarazada; es la misma preservación de la especie la que provoca todo esto”, dice Galofre. Lo mismo ocurre con otras fases del ciclo en las que este deseo disminuye, a veces notablemente para algunas mujeres y muy poco para otras. Galofre concluye que esto hace parte de las rutas naturales del cuerpo y que no debería considerarse algo “bueno” o “malo”.

Además, las aristas que se suman a las investigaciones sobre el ciclo apun- tan cada vez más al entorno y a una mezcla de factores biológicos y contex- tos sociales y afectivos. Pilar Lobo Guerrero, psicóloga y sexóloga, agrega que: “El deseo en las mujeres no es solo una cuestión de hormonas; influye la relación con nuestro cuerpo, con los vínculos que construimos, con los espacios de relajación y conexión que se nos posibilitan. El deseo femenino tiene componentes físicos, emocionales, educativos, históricos y culturales, y el permitirnos sentirlo y expresarlo es una experiencia que se construye a nivel individual y social”. Al final, lo importante de conocer el ciclo no es predecirlo o asegurar que todo encaje, sino entender su movimiento y sus fluctuaciones como algo natural del cuerpo, en relación con todo lo que habitamos y nos rodea.

Sara Juliana Zuluaga García

Periodista, narradora documental y editora, nacida en Armenia, Quindío. Su trabajo se ha enfocado en las dinámicas culturales y medioambientales de la región desde la narración escrita y la fotografía. Actualmente es editora en la revista Dos Aires, que funciona entre Colombia, México y Francia. Colabora con crónicas, análisis y ensayos escritos y visuales para diferentes medios de comunicación. En su tiempo libre disfruta cocinar, nadar y leer.