La Biblioteca Nacional celebra el centenario del cómic colombiano con una exposición que reúne más de trescientas piezas recuperadas de archivos y colecciones privadas. La muestra es resultado de una investigación de Laura Álvarez y Pablo Guerra, y reconstruye la evolución de la historieta nacional desde Mojicón (1924) hasta las nuevas generaciones de autores.
El cómic colombiano cumple cien años y la Biblioteca Nacional abre sus salas para narrar esa historia. Allí se exhibe una selección excepcional de tiras e historietas que acompañaron durante décadas a periódicos y revistas del país. Muchas fueron halladas en ventas de libros usados; otras, conservadas pacientemente en colecciones privadas. Todas juntas permiten reconstruir la memoria gráfica de un siglo y demostrar que la historieta, lejos de limitarse al universo de los superhéroes, fue un lenguaje para registrar la vida cotidiana del país: sus costumbres, tensiones, imaginarios y aspiraciones.
Una curaduría para recuperar el patrimonio gráfico
La exposición Los orígenes del cómic en Colombia, parte del proyecto Año Cien del Cómic Colombiano, fue curada por Laura Valentina Álvarez, artista visual y literata de la Universidad Javeriana, con el acompañamiento del guionista y editor Pablo Guerra. Juntos, y con el apoyo de la Biblioteca Nacional de Colombia y el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, reunieron hallazgos de investigadores, libreros y coleccionistas que por años han rescatado este acervo.
“Uno de nuestros intereses es que el cómic se reconozca como patrimonio: como registro de la historia de un país que se construía con lo que se escribía, se pintaba y se escuchaba en cada época”, explica Álvarez. Esta idea atraviesa la exposición: la historieta como documento cultural.
En ese proceso de rescate también emergieron nombres indispensables en la memoria del cómic colombiano, como Jorge Peña y Bernardo Rincón, pioneros que marcaron un antes y un después en la escena.

“Fuimos prácticamente los pioneros en ese momento”
Jorge Peña, diseñador gráfico e “historietista por vocación”, recuerda lo difícil que era crear cómics en Colombia durante los años sesenta. “En la época en la que empezamos no había escuelas donde enseñar tiras cómicas”, cuenta. Su formación fue autodidacta: libros, horas de práctica y encuentros fortuitos con otros dibujantes que estaban intentando lo mismo.
La historia cambió cuando apareció un aviso en periódico invitando a “todos los que hicieran historietas” a reunirse. Quien había lanzado esa invitación era Hernando Salcedo Silva, coleccionista y crítico de cine, decidido a agrupar a los artistas. “Eso fue exactamente lo que pasó en 1967”, recuerda Peña. Ese encuentro se convirtió en la primera exposición de tiras cómicas realizada en Colombia.
Peña es autor de Superhistorias Makú (1944), Cacique Calarcá, publicada en El Tiempo en 1970, y Tucano, obras que dan cuenta de sus búsquedas iniciales y de su papel en la consolidación del cómic nacional. “La juventud hoy es distinta: ellos estudian historieta. Hay excelentes dibujantes y muy buenos contenidos. Gracias a ellos pudimos hacer esta exposición”, añade.
Archivo, investigación y un club de hallazgos
La exposición no solo recupera a los pioneros, sino también el trabajo de quienes han investigado la historia del cómic. Uno de ellos es Pablo Guerra, guionista, editor y autor de novelas gráficas tan reconocidas como Dos Aldos (junto a Henry Díaz), Caminos Condenados y Recetario de sabores lejanos.
“Los datos que teníamos eran fragmentados: ‘en tal año pasó esto’. Pero no había una mirada completa”, explica. Todo cambió cuando comenzó a revisar periódicos antiguos en la Biblioteca Nacional. “Cuando abrí el primer ejemplar de Mundo al día, encontré no solo Mojicón, sino un montón de cosas más”. Su investigación inicial, hecha en 2014 para un especial de la revista Shock, dejó una inquietud que no lo abandonó: “En diez años se cumplen cien años de Mojicón. Hay que hacer algo”.
Esa obsesión lo llevó a formar junto al profesor Bernardo Rincón un pequeño “club de cómics perdidos” que se reunía cada viernes en la Biblioteca. Con guantes y lupa, revisaban archivo durante horas. Muchas de las piezas rescatadas en esas tardes son hoy parte de la exposición.
Las autoras que también hicieron historia
Aunque minoritarias en número, las historietistas colombianas también forman parte del relato. La muestra incluye trabajos de Victoria Franco de Sandoval (VickyBam), Cecilia Cáceres Amaya (Ceci), Myriam Neira Baena (Mina), Olga Cuéllar Serrano y Lucía Lozano Uribe. Su presencia no solo equilibra la narrativa histórica, sino que abre preguntas para futuras investigaciones: ¿cuántas más quedaron fuera de la historia oficial?
La exposición Los orígenes del cómic en Colombia estará abierta al público hasta marzo de 2026 en la Biblioteca Nacional. Es una oportunidad para recorrer en familia un siglo de narrativas visuales y reconocer que el cómic también es memoria cultural, imaginación política y un espejo de la vida cotidiana en Colombia.





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