La leche de mamá es el mejor alimento para el hijo porque es la que ha previsto la naturaleza para ellos. Pero, ¿cuánta leche? ¿Con qué frecuencia? ¿De forma exclusiva? A continuación despejamos algunas inquietudes.
El bebé debe comer a horas fijas
Falso. La alimentación al seno está sujeta a la demanda. Al comienzo el recién nacido se despierta porque tiene hambre. Llora por lo mismo. Así que él fija el horario para comer. Después del par de horas que tarda en digerir la leche, volverá a pedir más (así sea de noche). Hay que permitir que coma hasta que suelte el seno de forma espontánea, pues los nutrientes y la grasa que requiere para su desarrollo salen al final, después de darle suficiente agua. A medida que crece, se adapta gradualmente a los tiempos de los adultos. Ese es un proceso natural y no requiere una disciplina especial.
Debo usar leche de fórmula si no produzco suficiente
Verdad. Al comienzo es normal que baje poca leche, pero es toda la que el bebé necesita para alimentarse. Además, la primera leche que desciende (calostro) es muy completa en proteínas, grasas, vitaminas y anticuerpos para nutrir y proteger al recién nacido de infecciones y alergias; de ahí que se conozca como la primera vacuna. Sin embargo, durante los seis meses que debe mantenerse la lactancia materna pueden surgir factores, como el estrés, el cansancio, la falta de ingesta de líquidos por parte de la madre, las técnicas incorrectas al poner al recién nacido al seno o el hecho de no amamantarlo con frecuencia, que pueden llevar a una disminución transitoria de leche. De todos modos, la forma más sencilla de comprobar que la calidad y la cantidad de la leche son óptimas es que el bebé tenga una curva de crecimiento dentro de los rangos normales.
Si tengo senos pequeños, no puedo amamantar
Falso. El tamaño de los senos no influye en la lactancia materna. Los pechos pequeños producen la misma cantidad de leche que los grandes. Algunas mujeres tienen los pezones invertidos o muy grandes, lo que puede dificultar el acople de la boca al seno, pero no son impedimentos para lactar. La mala colocación del bebé al pecho (acoplamiento) es lo que genera dolor y grietas. La mejor forma de prevenir estas molestias es haciendo que el hijo abra bien la boca, permitiendo que el labio inferior abarque la mayor parte de la aréola; el mentón y la punta de la nariz deben estar pegados al seno, explica Margarita Mora, enfermera asesora del programa de lactancia materna de Colsanitas. Se recomienda usar ropa cómoda y evitar los brasieres con varilla o fajas que opriman los senos, ya que pueden propiciar la obstrucción de las glándulas mamarias.
Si lavo los pechos después de cada toma, evito que se agrieten
Falso. Todo lo contrario. Lavar con demasiada frecuencia los senos y pezones reseca la piel y precipita la aparición de grietas. El agua y el jabón barren los aceites naturales de la piel y la dejan más vulnerable a la succión del niño. Aplicar un poco de leche materna sobre los pezones es la mejor forma de humectarlos y prevenir molestias. Cinco minutos de sol también acelera la cicatrización, en caso de que aparezca una grieta. No se ha comprobado que untar cremas en los pezones desde el embarazo, estirarlos o masajearlos eviten que se lastimen durante la lactancia.
Mi leche no hace que mi hijo aumente de peso
Falso. Como mamíferos, la leche materna es el alimento más completo durante los primeros seis meses de vida. Si el bebé tiene un bajo peso para la edad, hay que revisar la técnica y la frecuencia con que la madre alimenta al niño. El pediatra también debe descartar que exista alguna enfermedad que esté frenando el desarrollo y crecimiento del menor.
Si tomo agua de panela todos los días, aumento la cantidad de leche
Falso. No es que esta bebida en particular mejore la calidad o la cantidad de leche materna, sino que la buena hidratación de la madre es indispensable para que pueda amamantar. Además de líquidos, también debe consumir suficientes proteínas, carbohidratos y grasas para garantizarle una buena nutrición al hijo.
Si estoy tomando medicamentos, no puedo lactar
Falso. Solo con muy pocos fármacos es necesario suspender la lactancia. El médico es quien debe indicar en qué casos hay que retirar el seno. Muchas veces lo que se hace es extraer la leche y almacenarla mientras la madre está en tratamiento. Tampoco es cierto que no pueda dar seno si tiene gripa, diarrea o afecciones pasajeras. Todo lo contrario, ya que puede transmitirle al bebé las defensas (anticuerpos) naturales que el cuerpo genera en ese momento a través de la leche materna. Si es el menor quien tiene fiebre o vómito, el mejor antídoto para cualquier molestia estomacal es el seno materno, puntualiza la enfermera Margarita Mora.
El bebé también necesita otros líquidos
Falso. La Organización Mundial de la Salud, OMS, afirma que el hijo debe recibir leche materna exclusiva hasta los seis meses de edad. Solo después se le pueden dar jugos, caldos y otros alimentos, sin suspender la lactancia hasta los dos años. Tampoco se recomienda darle suplementos vitamínicos, ya que la leche materna contiene todos los nutrientes que necesita para su desarrollo.
Para mantener la lactancia también debo extraerme leche
Falso. Solo en situaciones puntuales, como congestión mamaria, dolor en los senos o cuando el bebé no puede succionar. La extracción frecuente de la leche, junto con la colocación al seno, en ocasiones aumenta la producción de leche.
Antes de irme a trabajar debo acostumbrar al bebe a tomar biberón
Falso. No se aconseja dar la leche materna con el biberón, ya que la succión es diferente. Con el biberón la leche sale sola, mientras que al lactar el bebé tiene que emplear los músculos y demás estructuras de la boca y garganta para extraerla. Si no es directamente al seno, es mejor darle la leche con cuchara o un vaso pequeño en vez de usar el biberón.
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