Proteger los ecosistemas garantiza, entre otras cosas, la conservación de las grandes fuentes de agua, indispensables para la vida. De este cuidado depende la supervivencia de miles de especies animales y vegetales. Y de la humana, por supuesto.
na de cada diez especies de fauna y flora que existen en el mundo, terrestres y acuáticas, habitan en Colombia. Eso convierte al país en uno de los diecisiete más diversos del planeta.Y esto no es todo: en Colombia abundan los recursos hídricos, pues tiene dos de las cuencas más importantes del continente: Amazonas y Orinoco. Por esas razones, es justo que 12,6% de todo el territorio esté protegido bajo la figura de Parques Nacionales, Santuarios de Flora y Fauna, Reservas Naturales, Área Natural Única y Vía Parque, que protegen estos territorios de las amenazas que los rondan.
Pero la realidad es que esa riqueza sin parangón, a pesar de estar protegida por decreto, es muy vulnerable y está constantemente en peligro frente a factores como la minería ilegal, cultivos ilícitos, presencia de grupos armados, presión por pesca y ganadería extensivas, avance de la frontera agrícola, siembra de minas antipersona, tala, quemas e incendios, daños a las fuentes hídricas, extracción ilegal de recursos naturales y muchos más.
Efectivamente, algo anda mal: según el Atlas de Justicia Ambiental de 2014, Colombia es el país que más conflictos ambientales enfrenta en el continente, y es el tercero con más riesgo frente al cambio climático, según las Naciones Unidas. Las bases del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 son explícitas cuando dicen: “desde el punto de vista ambiental, el crecimiento económico posiblemente no es sostenible, debido a que la riqueza total se está agotando”. Para decirlo en otras palabras, el país está haciendo mal uso de sus recursos naturales, y eso se traduce en pérdidas irreparables en la biodiversidad, los suelos y el agua.
Manuel Rodríguez Becerra, director del Foro Nacional Ambiental, profesor de la Universidad de los Andes y exministro de Medio Ambiente, no es optimista frente al panorama ambiental del país. En su opinión, el grave problema de Colombia es que la destrucción de ecosistemas ha aumentado en los últimos años “a unos niveles absurdos”. Para él, la autoridad ambiental es muy débil y parece que está al servicio de los intereses mineros y petroleros, no de la protección del medio ambiente.
Sin embargo, Rodríguez rescata el trabajo que se hace desde la Unidad de Parques Nacionales Naturales y los esfuerzos por mantener protegidas esas zonas, aunque nunca son suficientes. Un ejemplo es la región Amazónica: más del 65% está protegida, hay grandes resguardos indígenas y enormes territorios de parques. “Están blindados. Ahí no puede llegar alguien a abrir selva o a hacer una carretera como hacen en otros países”, añade Rodríguez.
Por qué deben protegerse
Los parques son, entre otras cosas, la principal estrategia de conservación de la biodiversidad. Aun así, pocos nos preguntamos por qué es importante proteger estos ecosistemas. Aunque parece una respuesta obvia, vale la pena tener en cuenta que en estas zonas protegidas están las grandes fuentes hídricas del país, indispensables en el suministro del agua necesaria para el riego de cultivos, procesos industriales y la vida diaria. El buen estado de ríos y fuentes ayuda a regular el ciclo del agua, los regímenes de lluvias y a fijar el carbono, manteniendo la estabilidad del clima. Se mitigan los efectos del cambio climático y se previenen inundaciones, sequías y otros desastres.
Al proteger estas zonas se conserva la diversidad genética que permite encontrar nuevas medicinas; por ser centros de dispersión de plantas alimenticias, garantizan recursos pesqueros a las poblaciones costeras: funcionan como bancos donde la vida de plantas y animales se reproduce naturalmente.
Seis nuevos parques
En el 2015 se hicieron reservas temporales por dos años de seis áreas que se identificaron como estratégicas. Durante este período, en los que no se podían otorgar licencias para minería, estos seis proyectos de parques naturales iniciaron el periplo para ser declarados oficialmente área protegida: este siempre es un trabajo complejo que incluye consultas con las comunidades, estudios técnicos y el aval de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. El objetivo era integrar esas seis zonas a las 59 que existen en la actualidad, y que conforman ese 12,6% del territorio nacional protegido.
Carlos Mario Tamayo, subdirector de Sostenibilidad y Negocios Ambientales de la Unidad de Parques Nacionales Naturales, explica que se trata de ecosistemas que no están bien representados en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, y que luego de estudios técnicos han demostrado ser prioritarios dentro de la agenda ambiental.
Rodríguez firma que “cada vez hay más oposición para crear los parques. Cuando se crea un parque, ahí ya no se puede explotar petróleo, oro, nada. Hay intereses muy fuertes en contra”. Uno de los parques en proyecto fue la serranía de San Lucas, donde ha habido actividad ilegal de minería desde hace mucho tiempo: hace 20 años tenía entre 500.000 y 600.000 hectáreas de bosque en buen estado. Hoy quedan entre 100.000 y 150.000. Este primer paso es clave para frenar la minería de oro, la tala y la ganadería extensiva. Además de la destrucción que traen estas actividades, está en peligro una especie de la zona: el jaguar.
Las otras cinco zonas eran: las Selvas de Cumaribo, el Alto Manacacías, la Serranía del Perijá, las sabanas y los humedales de Arauca y Cabo Manglares. Estas áreas sumadas al total de áreas protegidas completan 1.660.000 hectáreas aproximadamente.
El reto ambiental de Colombia es grande: fortalecer las instituciones ambientales y seguir alcanzando metas como las que se propuso para 2020: que 17% del territorio continental y 12% de las zonas marinas y costeras estén protegidas. Preservar la riqueza de estos territorios es el único camino posible. Porque cuando se altera un ecosistema profundamente, no hay vuelta atrás: se pierde para siempre.
El primero y el último
En 1960 se creó el primer Parque Nacional Natural de Colombia:La Cueva de los Guácharos. En un principio cubría un área de 700 hectáreas, y en 1975 se amplió a 9.000 para proteger al guácharo, un ave que usa un sistema de radar para moverse dentro de las cuevas, como los murciélagos. En 1979, la Unesco lo declaró Reserva de la Biósfera.
En diciembre de 2014 se declaró el parque número 59: Bahía Portete-Kaurrele. Se considera un área estratégica para el país por la baja representatividad que tienen los ecosistemas marinos y costeros. Alberga fondos sedimentarios, praderas de pastos marinos, formaciones coralinas, manglares, playas y litoral rocoso.
Los más amenazados y los mejor conservados
Dos de los más amenazados son los Corales de Profundidad de San Bernardo y el Parque Sierra de La Macarena. El primero sobresale por su abundancia de corales y su alta diversidad de invertebrados. Posee el 40% de la biodiversidad de la plataforma continental del Caribe colombiano. El Parque Sierra de La Macarena es un territorio excepcional porque en él confluyen varios ecosistemas: amazónico, andino y de la Orinoquia, de gran importancia biológica y geológica. Este parque es amenazado por los cultivos ilícitos, la presencia de grupos armados y la construcción de vías de comunicación para transportar coca.
Los parques mejor conservados son los que se encuentran cerrados al turismo y son de difícil acceso, como los que se encuentranen el territorio amazónico.
El más grande y el más pequeño
El Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete fue declarado en 1989. Sucesivamente se ha ido ampliando su territorio hasta alcanzar una extensión aproximada de 2.782.354 hectáreas, lo cual lo constituye en el área protegida más grande del Sistema de Parques Naturales Nacionales.
El Santuario de Flora y Fauna Isla de La Corota es el área protegida más pequeña del país, con apenas 16 hectáreas. Se trata de una pequeña isla de tan solo 12 hectáreas de superficie, ubicada al norte de la Laguna de la Cocha, y unas 4 hectáreas de junco que rodean a la isla. Este parque se creó para conservar un hermoso y único bosque húmedo de piso frío que cubre a La Corota.
Áreas protegidas en números
• Colombia es el país con mayor cantidad de especies de anfibios y aves; segundo en plantas, tercero en reptiles y quinto en mamíferos.
• 31.408.466 hectáreas de áreas protegidas tiene el Sistema de Parques Nacionales Naturales. 12.817.181 corresponden a hectáreas marinas y 18.591.285 son territorio continental. En total, 15,17 % del territorio colombiano.
• En 2015 las zonas marinas protegidas eran el 1,4 % de la superficie marina del país, en 2020 esta cifra llegó al 13,8 %. y “las áreas protegidas del territorio continental pasaron del 11,2 % al 16,28 %”, muy cerca del 17 % que se proyectó como meta en 2015.
• 1.343 Áreas protegidas tiene Colombia, en todas las categorías: reservas forestales, parques nacionales y regionales, distritos de conservación entre otros.
• 603 funcionarios trabajan en las 59 área protegidas. En un parque tan grande como La Macarena, que tiene más de 300 mil hectáreas, hay solo seis personas. El control depende, en gran medida, de los funcionarios presentes en los parques.
• 90% de la superficie nevada de la Sierra de Santa Marta se ha derretido. La Sierra Nevada del Cocuy y el Nevado del Ruiz pierden de 3 a 5 % de su área glaciar en promedio cada año. Según los pronósticos, antes del año 2030 la nieve de estos picos habrá desaparecido como consecuencia directa del calentamiento global.
• 80% del agua de Bogotá viene del Parque Nacional Chingaza.
• 52% del agua que usan las hidroeléctricas viene de áreas protegidas, lo que garantiza su distribución.
• 18.000.000 de dólares anuales se ahorra Bogotá en costos de tratamiento de agua al mantener en condiciones óptimas la cuenca del sistema Chingaza.
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