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El paso del tiempo me genera ansiedad

La ansiedad por el tiempo que se va y no vuelve

Ilustración
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El tiempo avanza sin pausa y a veces me genera ansiedad. ¿Estoy aprovechando mi vida? ¿Estoy perdiendo momentos importantes? En esta columna gráfica comparto mi experiencia con el miedo al paso del tiempo y lo que he aprendido al respecto.

¿Qué tanto he avanzado? ¿Estoy perdiendo el tiempo? ¿Se supone que a esta edad ya debía tenerlo todo resuelto? ¿Ya debería haber encontrado al amor de mi vida?

Un día éramos adolescentes preocupándonos por exámenes, y ahora estamos lidiando con trámites, impuestos y la sensación de que “deberíamos haber logrado más”.

Después de hablar con mis amigas me di cuenta de que no soy la única que siente esto. La ansiedad por el paso del tiempo es real y nos afecta más de lo que pensamos.

¿Qué tanto he avanzado? ¿Estoy perdiendo el tiempo? ¿Se supone que a esta edad ya debía tenerlo todo Vivimos en una sociedad que nos dice que hay que cumplir ciertos hitos en tiempos específicos. Como si la vida tuviera un cronómetro y si te retrasas, pierdes.resuelto? ¿Ya debería haber encontrado al amor de mi vida?

Pero aprendí que la percepción del tiempo cambia con la edad. Cuando éramos niños, un año parecía eterno. Ahora, cada mes se va en un suspiro y es normal.

Además, ¿quién decide esos tiempos? ¿por qué siento que si no hago todo YA, estoy fallando? Nos enseñaron a ver la adultez como una lista de logros a tachar, pero se trata de vivir a nuestro ritmo y no de cumplir las expectativas de otros.uelto? ¿Ya debería haber encontrado al amor de mi vida?

Por años, temí perder a los que amo y que el envejecimiento borrara la magia de la vida. Pero entendí que el miedo no me da más tiempo. Hoy mi prioridad es disfrutar cada momento y recordar que la vida es un ratico, nada más.

Después de mucha introspección, aceptar que el tiempo avanza sin pausa me ha dado un poco de paz. No puedo detenerlo, pero sí puedo decidir cómo vivirlo y habitarlo.

Laura Daniela Soto Patiño

Laura Soto es periodista y redactora de Bienestar y Bacánika. Bumanguesa de nacimiento, boyacense de corazón y bogotana por adopción. Vive con su gata Morita y sus orquídeas. Romántica irremediable, le toma fotos a la comida y ama a su familia más que a nada en el mundo.