Nadie puede negar el éxito de los libros de autoayuda. Sin embargo, sus grandes ventas también están acompañadas de numerosas críticas de quienes alegan que estos libros no son nada más que fórmulas prefabricadas de felicidad instantánea.
e ufano de ser una persona sin "placeres culposos". Sostengo, con algo de superioridad moral, que puedo escuchar tanto a Brahms como a Paulina Rubio, y no me da vergüenza tener una camiseta de Justin Bieber ni cantar Maluma en la ducha. Siento que mi carácter es tan fuerte que puedo poner en orden alfabético los nombres de los nuevos participantes del Desafío y comentar todas las temporadas de este reality en círculos intelectuales sin sonrojarme, del mismo modo en que distingo perfectamente a las tres Marías que Thalía interpretó en las telenovelas de los noventa como quien diferencia cepas de vino.
Me ufano de ser una persona sin “placeres culposos”. O, mejor, lo hacía hasta que le di un mejor vistazo a mi biblioteca y encontré que no tengo a la mano ningún libro de autoayuda. Los que he leído cuando he necesitado consejos sobre duelo, relaciones amorosas, comunicación asertiva o nutrición están escondidos dentro de mi lector electrónico Kindle, y nunca han reposado lomo a lomo junto con mis libros de literatura y ensayo, como si esos libros de crecimiento personal no me hubieran entretenido, ayudado y distraído tanto como los otros. Como si mi gusto por ellos fuera un secreto que debiera guardar en lo más profundo de mis compras de Amazon para así poder mantener mi reputación de buena lectora. Como si sintiera oso por haber enfrentado un periodo muy solitario de mi vida junto a El arte de amar de Erich Fromm, o como si nunca le hubiera recomendado El poder del ahora de Eckhart Tolle a mis amigos.
Laura Gómez, editora de Crecimiento Personal de Penguin Random House, conoce muy bien el perfil de quienes leemos estos libros: “Las personas buscan este tipo de libros porque en ellos encuentran respuestas, apoyo y orientación a partir de la visión de expertos en el tema. Además, la mayoría de las veces son contenidos que hacen referencia a una situación particular como el desamor, la muerte de un ser querido, una crisis financiera, la autoestima; situaciones difíciles que la mayoría de personas han enfrentado, y eso justamente es lo que genera una conexión inmediata al sentir: "yo también he estado ahí".
Que sea, entonces, esta la oportunidad para hacer una confesión: he leído y releído libros de autoayuda porque en diferentes momentos de la vida he necesitado de un buen consejo.
Pero mi vergüenza no es arbitraria. Con bastante frecuencia se encuentran opiniones de psicólogos y académicos que reniegan de los libros de autoayuda. Tal vez una de las voces más críticas frente a los libros de este género es la de la periodista y activista Barbara Ehrenreich, quien en su libro Sonríe o muere (2009) se propuso desenmascarar las múltiples maneras en las que el discurso del pensamiento positivo difundido por algunos libros de autoayuda estaba permeando, de manera nociva, esferas tan diversas como la salud y la economía estadounidenses. Sin ir más lejos, el mismo fenómeno que ella subraya podría estudiarse también en Colombia, donde los alcaldes buscan impulsar políticas del amor y los candidatos presidenciales cantan letanías sobre lo sagrada que es la vida.
Ehrenreich, enemiga número uno de libros tan populares como El secreto (que ha vendido 19 millones de copias alrededor del mundo), explica cómo este libro, y muchos otros que siguen sus postulados, intentan sustentarse en un lenguaje científico — usan conceptos como magnetismo, física cuántica, campos energéticos o ley de la atracción— para argumentar que podemos cambiar nuestra realidad a partir de pensamientos positivos. La autora experimentó este tipo de discursos en carne propia cuando sufrió cáncer de seno y encontró que la mayoría de doctores, enfermeras, grupos de apoyo y hasta su propia familia y amigos le pedían que mantuviera pensamientos optimistas pues esto atraería la buena salud. Para ella, el éxito multimillonario en ventas de El secreto sólo evidencia la fuerte aprehensión que nuestra cultura siente hacia ver la realidad tal como es, y busca que el lector mantenga una actitud pasiva frente a los embates de la vida. Ehrenreich sostiene que detrás de esas sonrisas que desean atraer solamente cosas buenas se esconde una forma sutil de control social.
Sin embargo, no todos los libros de crecimiento personal esperan que el lector se quede cruzado de brazos atrayendo salud, dinero y amor a punta de campos energéticos y pensamientos positivos. En palabras de Luisa Noguera, editora de Panamericana Editorial: “Para que uno de estos libros sea considerado bueno y se venda, debe ofrecer salidas al lector. Salidas lógicas y creíbles, ya que las fórmulas mágicas no existen. Los buenos libros de crecimiento personal generan empatía con el lector, lean confianza en sí mismo, le muestran alternativas para mejorar su rendimiento profesional, su salud física, mental y espiritual; y cuando estos aspectos están alineados y funcionan como el engranaje de una misma maquinaria, todo comienza fluir”.
”Todos estamos buscando respuestas a las preguntas más existenciales y los libros de autoayuda prometen darnos algunas o ayudarnos a encontrar las propias”.
De hecho, un ensayo académico de Norah Dunbar para la International Communication Association esbozó las cinco características que hacen que un libro de crecimiento personal —o autoayuda— genere empatía y credibilidad en sus consejos: usar metáforas sencillas, crear tipologías diferentes que hagan que el lector se identifique fácilmente con una de ellas, proveer pasos para llegar a una solución, hacer que el lector examine su infancia y plantear ejercicios prácticos o de escritura para que el lector complete. De esta manera se crea una sensación de compromiso y eficacia que resulta bastante terapéutica y que puede generar los resultados que el lector se ha propuesto, si pone de su parte.
Como lo explica Marcela Riomalo, editora de Crecimiento Personal de editorial Planeta: “Un buen libro de crecimiento personal debe ser inspiracional, mover a la acción, empoderar al lector. También debe dar herramientas concretas para la transformación, ya que todo lo escrito a manera de guía o de metodología funciona muy bien. Deben usar un lenguaje sencillo y aterrizado para hablar de temas complejos, filosóficos, metafísicos.
Todos estamos buscando respuestas a las preguntas más existenciales, y estos libros prometen darnos algunas o ayudarnos a encontrar las propias”.
Son libros fáciles de comprender, escritos con un lenguaje sencillo que plantean soluciones rápidas —casi siempre expuestas a manera de siete pasos o leyes como el clásico de Deepak Chopra Las siete leyes espirituales del éxito—. Estos ingredientes no sólo funcionan en ventas —no olvidemos que el segundo libro más vendido en el mundo después de la Biblia es el clásico de este género Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus (1992)—, sino que son los mismos que miran con suspicacia sus detractores, pues parecieran ofrecer soluciones rápidas para problemas bastante complejos como sobrellevar un luto, encontrar una vocación, o tener una relación de pareja medianamente sana.
Sin embargo, para el psicólogo Ricardo Aponte, lo fácil, sencillo y rápido no es necesariamente malo: “Me parece que son libros que logran ayudar a la gente. Están escritos para un público general a manera de tips, guías o pautas y eso le queda a la gente. La palabra escrita perdura, es fácil de repetir, registrar y aplicar. Brindan soluciones fáciles y rápidas y eso me parece buenísimo. Creo que la pregunta que queda en el aire es si estas soluciones son perdurables. Quienes leen estos libros están intentando resolver cosas, y en este plano nada está ganado y nada está garantizado. Quien crea lo contrario debe saber que siempre habrá restricciones, o si no todos estaríamos ricos y felices. Siento que la frontera entre la autoayuda y la psicología escrita es algo que está mandado a recoger, pues muchos textos catalogados con esta etiqueta brindan reflexiones muy valiosas sobre la vida. Un libro de autoayuda es una herramienta terapéutica complementaria que usa alguien que está buscando un cambio. Si se queda corto está la opción de seguir buscando”.
Valdría preguntarse, entonces, por el primer libro mercadeo como autoayuda. Las evidencias apuntan a que el pionero del género fue Cómo ganar amigos e influir sobre las personas del empresario Dale Carnegie, publicado en 1936. En él el autor estructura una serie de guías y consejos para que los introvertidos mejoren sus relaciones sociales. Una de ellas es: “La falta de acción engendra miedo y dudas. La acción engendra confianza y valor. Si quieres conquistar el miedo no te quedes en casa pensando en ello. Sal y ocúpate en algo”, un grito de batalla que ha sido reproducido ad infinitum por políticos, marcas de ropa como Nike y su Just do it o Michael Jackson y su Beat it.
Sin embargo, para el pensador suizo Alain de Botton —quien recientemente se ha hecho famoso en internet con una serie de videos llamados “Escuela de la vida”, donde analiza emociones, corrientes filosóficas y biografías de artistas— la idea que subyace detrás de un libro de autoayuda puede rastrearse hasta autores tan antiguos como Epicuro o Séneca, quienes centraron sus reflexiones filosóficas en consejos para vivir bien. Lo cierto es que desde la publicación del libro de Carnegie las tendencias del género también han reflejado los intereses de nuestra sociedad. Ya sea con el pico de atención que tuvieron los libros que combinaban discursos espirituales y nueva era a finales de los ochenta (una década marcada por el nacimiento del neoliberalismo); los libros dedicados a mejorar las relaciones, que mezclaban jerga tecnológica y de marketing de principios de los 2000; o el reciente boom de la psicología positiva y el fitness, que presentan herramientas para perder peso con el mismo discurso con el que un entrenador profesional alienta a su equipo para que sean campeones del mundo.
Uno de los libros de crecimiento personal más exitosos actualmente es Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz del psicólogo ítalo-argentino Walter Riso. En él, el reconocido autor invita a desechar muchas ideas que se le han adjudicado a los libros de autoayuda: ser geniales, siempre ganadores e imposiblemente perfectos. Por el contrario, Riso explora las diferentes maneras en las que podemos llegar a aceptarnos tal como somos. Esta línea de pensamiento también la ha estudiado el psicólogo norteamericano David Richo, quien parte de postulados del psicoanalista Carl Gustav Jung sobre nuestros lados más oscuros, fantasmas y sombras para así transformar la manera en la que nos relacionamos con los demás.
Por mi parte, leer estos libros y ponerlos en práctica ha resultado ser un trabajo arduo de autoexploración que busca que reconozca y acepte mis defectos. Nada podría estar más lejos de la filosofía de reprimir lo negativo para atraer lo positivo.
*Periodista independiente. Colaboradora con distintos medios nacionales.
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