Cuando una pareja con hijos se separa o se divorcia, no se acaba el vínculo parental. Aunque es una situación dolorosa para la familia, existen maneras de hacerlo que afectan menos a los más pequeños.
uando somos madres o padres, debemos tener siempre presente una certeza: cada decisión que tomamos como individuos y como pareja afecta a los hijos. Mudarnos de ciudad, cambiar de trabajo o perderlo, tener problemas financieros o lo contrario, usar el dinero sin moderación: todo tiene una repercusión en los pequeños de la familia
Un divorcio representa un cambio drástico en las rutinas, la cotidianidad y la conformación de la familia como se conocía hasta el momento, pero no debe ser una razón para que los niños experimenten la ausencia de uno de sus dos progenitores, o angustia por perderlos. “Se trata de una ruptura de la relación de cónyuges, no de la relación parental. La pareja se acaba pero la familia no”, afirma Paola Penagos, psicoterapeuta de familia de Colsanitas.
Teniendo esta certeza como base del proceso de separación será más fácil reconstruir una nueva familia que vive separada, en la que los padres no funcionan como pareja pero siguen siendo mamá y papá. La nueva relación entre ellos no puede modificar un vínculo indisoluble.
* Ilustraciones por Camila López. Instagram: @Camilalopezdibujos.
Según la psicoterapeuta, existen unos comportamientos que debemos evitar si queremos llevar un proceso de divorcio amigable, especialmente por la salud mental de los hijos:
Aplicar la alienación parental. La alienación parental es un síndrome en el que uno de los padres transforma la conciencia del hijo poniéndolo en contra del otro progenitor. Recuerde que los padres son los únicos responsables de la separación y son, además, los adultos de la familia. Involucrar a los hijos innecesariamente en los problemas de pareja solo los afectará más. Muchos padres espían a sus ex parejas a través de sus hijos, cargándolos con una responsabilidad que no les corresponde.
Bloquear el contacto con la familia del otro. Los padres no son dueños de las relaciones que su hijo cultiva con los demás, mucho menos con sus abuelos o tíos maternos o paternos. Fortalecer esta red de apoyo puede ser muy productivo en momentos difíciles para los niños, como las separaciones.
Presentar nuevos miembros de la familia de inmediato. Hay que tomarse un tiempo para que todos entiendan la nueva configuración familiar. Si van a llegar nuevas personas, o parejas, es recomendable introducirlas a la dinámica familiar con calma, asegurándonos de que los hijos ya han procesado la separación.
Dar exceso de información a los hijos sobre los problemas de la pareja. Hay que tener en cuenta la edad de los niños para escoger muy bien la información que se les va a dar sobre los motivos y circunstancias de la separación. Y mucho menos usar la información que se le da al menor para afectar la imagen que tiene de su mamá o papá.
Algunos de los síntomas que manifiestan los hijos cuando no están procesando de la mejor manera la separación de sus padres son:
Bajo rendimiento escolar por falta de atención.
Cambios en las relaciones sociales.
Retroceso en alguna etapa del desarrollo infantil o en algún logro que ya habían conseguido.
Ocultan sus emociones para no tener que hablar de ellas.
Reglas de cordialidad para separarse amistosamente
La fundación española Atyme (entidad sin ánimo de lucro que busca promover la mediación y otras formas pacíficas de abordar los conflictos, entre la población) en su documento “¿Divorcio? no es el fin del mundo, herramientas e ideas para superar el reto y no perjudicar a tu familia”, describe unas pautas de amabilidad para afrontar una separación pacíficamente. Estas son algunas de ellas:
Atravesar esta situación acompañado. La familia, los amigos y profesionales en el tema de las rupturas y los divorcios pueden ser un apoyo muy importante (psicólogos, terapeutas, mentores…)
Afrontar la separación con mucho diálogo y comprensión. Es un momento difícil para los dos miembros de la pareja, ambos están sufriendo así que las discusiones que tengan que enfrentar no deben darse mediadas por el dolor o la rabia.
El diálogo con los hijos es primordial. Lo ideal es que puedan resolver sus dudas y miedos, que entiendan que la familia no se disuelve, simplemente cambia y que la mamá y el papá seguirán velando por todas sus necesidades.
Antes de llevar el divorcio a un proceso judicial es recomendable conciliar con la ex pareja y llegar a acuerdos juntos. Resulta más sano tomar decisiones en familia que dejar que un tercero decida por ella.
Siempre se podrá decidir sobre la manera de afrontar el divorcio. No lo asuma como un conflicto sin fin, es, al contrario, una salida a ese conflicto que tanto daño les causaba.
Disminuyeron los divorcios durante la pandemia
Según la superintendente para el Notariado y Registro, Fernanda García, durante 2020 se registraron 16.554 trámites formales de divorcio, es decir, 7.723 trámites menos que en 2019. La cifra refleja una disminución del 32 %, pues en 2019 se atendieron 24.277 trámites de este tipo. Es difícil identificar las razones específicas de esta reducción en los trámites de divorcio formales, y más teniendo en cuenta las condiciones tan particulares que trajo la pandemia. El divorcio sigue siendo, en muchas ocasiones, una solución efectiva ante situaciones familiares críticas en las que funciona mejor y más pacíficamente, una familia separada que una viviendo bajo el mismo techo.
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