Desde 2004 Julia Miranda estuvo al frente de la Dirección de Parques Nacionales Naturales trabajando en la preservación de los ecosistemas naturales en Colombia. En septiembre de 2017 la entrevistamos.
ntes de empezar esta entrevista, Julia Miranda señala la fotografía de uno de los parques que más le gusta visitar: Chiribiquete. De las paredes de su oficina cuelgan imágenes en gran formato de algunos de los parques que la entidad que dirige tiene la misión de conservar, desde la punta de La Guajira hasta el extremo sur de la Amazonía colombiana, y de oriente a occidente. “Es el parque más grande que tenemos. Estamos estudiándolo y descubriendo las maravillas que guarda”, dice.
Julia Miranda Londoño es una ambientalista con prestigio entre sus pares dentro y fuera del país. Además de ser la directora de Parques Nacionales Naturales, es la actual presidenta adjunta de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas. En el 2017, Miranda Londoño ganó el premio Good Stewart, que la International Conservation Caucus Foundation (ICCF) le entregó por “su trabajo de más de una década al servicio de los parques nacionales y la biodiversidad en Colombia”.
En 2004 llegó a la Dirección General de Parques Nacionales Naturales. Durante su administración, diez parques han sido declarados áreas de conservación. Bahía Portete, una joya en el Caribe, es el más reciente. Por estos días Julia Miranda ultima detalles del proceso de declaratoria de nueve parques más, y trabaja en la ampliación de otros cinco.
Los 59 Parques Nacionales Naturales representan más del 16 % del territorio nacional. A la gestión de Julia Miranda y su equipo se debe la inclusión de tres de esos parques en la Lista Verde, que reúne las áreas de conservación mejor manejadas del mundo.
Antes de asumir el cuidado de bosques, páramos, parques marinos y otras áreas protegidas de Colombia, Julia Miranda fue la máxima autoridad ambiental de Bogotá —en el desaparecido DAMA— a comienzos de la década anterior.
Hace veinte años empezó a bucear y desde entonces no ha dejado de hacerlo. Un par de veces al año abre espacio en su agenda para sumergirse en las aguas de Malpelo, Gorgona, Providencia o Corales del Rosario.
Esta bogotana formada en colegio de monjas, abogada de profesión y especializada en derecho ambiental, sueña con que los colombianos se apropien de aquellas áreas de las que la guerra los ha marginado por décadas.
En Colombia el interés por el medio ambiente no es tan reciente como muchos podrían pensar. Desde hace más de treinta años, por ejemplo, el país ha tenido un papel protagónico en la red de sistemas de áreas protegidas de América Latina y el Caribe. ¿Cómo analiza nuestra tradición en materia ambiental?
Colombia tuvo unos biólogos y unos ecólogos maravillosos, unas personas interesadas por el ambiente, por la naturaleza, que sembraron las simientes de lo que tenemos hoy, que es muy importante en cuanto a institucionalidad y en el aspecto legislativo. Ya en 1974, el Código de Recursos Naturales de Colombia era una norma absolutamente revolucionaria. Es un código importantísimo que sigue vigente. En 1987 una colombiana participó en la Comisión Brundtland (sobre desarrollo sostenible): Margarita Marino de Botero, que fue directora del Inderena. Después vino la Constitución del 91, extraordinaria desde el punto de vista ambiental. Hubo un movimiento de expertos y empíricos que declararon los primeros parques. En 1960 se declaró el primero. Luego se declararon 18 más, cuando todavía no había Ministerio de Ambiente, sino una pequeña oficina de Parques Nacionales en el Inderena.
¿De dónde viene su pasión por el medio ambiente?
Entre mis intereses siempre estuvieron las humanidades, la historia, la geografía. En el pregrado en derecho no me enseñaron legislación ambiental, pero yo tenía una gran sensibilidad por los temas ambientales. Esa sensibilidad empezó en mi niñez, cuando iba a la Sabana de Bogotá con mi familia en las vacaciones y los fines de semana.
¿Quiénes han inspirado esa sensibilidad por el cuidado de la naturaleza?
Los que comenzaron con el tema de ambiente y conservación en Colombia. Por ejemplo el primer ministro de Medio Ambiente, Manuel Rodríguez Becerra, que sigue tan activo actualmente; el profesor Julio Carrizosa Umaña, que lideró el Código de Recursos Naturales y que hoy sigue dándonos sus luces. Hubo una persona muy famosa y muy valorada: el ‘Mono’ Hernández, que aprecio por lo que nos dejó. Cuando murió, yo acababa de entrar a Parques Nacionales, de tal manera que no pude interactuar mucho con él.
¿Piensa mucho en la salud del planeta que les dejará a sus hijos y nietos?
Quienes trabajamos en medio ambiente estamos hablando todo el tiempo de las generaciones futuras, y uno siempre tiene que poner el tema en primera persona. Me preocupo cuando oigo a los jóvenes diciendo que no quieren tener hijos porque el mundo está muy mal, cuando uno ve tantas bellezas, tantas maravillas y tanto por hacer. Indudablemente, el trabajo que uno hace todos los días tiene el propósito de aportar algo para que el mundo sea mejor, y desde el trabajo ambiental yo siento que es mucho lo que se puede aportar.
¿Qué les diría entonces a los jóvenes que no quieren traer hijos a un mundo cada vez más devastado ambientalmente?
Que todo el desarrollo intelectual y tecnológico bien aplicado es lo que puede cambiar este rumbo negativo que llevamos. Si logramos que las energías alternativas funcionen, que la gente mejore sus comportamientos en sus actividades agrícolas, pecuarias, industriales; si logramos que los combustibles dejen de ser fósiles, hay futuro. Y para todo eso se necesita a la gente joven, que las nuevas generaciones sigan estudiando y continúen aplicando las mejores maneras de dirigir el planeta. Pensar en que no habrá nuevas generaciones es perder la fe en el ser humano, y yo tengo toda la fe en el ser humano, porque las personas tienen un lado positivo extraordinario. Hay que desarrollar más la compasión y el respeto hacia otros seres vivos. Y estoy hablando de la fauna, pero también de los ríos y de los bosques.
El trabajo que uno hace todos los días tiene el propósito de aportar algo para que el mundo sea mejor, y desde el trabajo ambiental yo siento que es mucho lo que se puede aportar”.
Corales del Rosario es el parque más visitado de Colombia. ¿Cuál es su radiografía sobre ese lugar?
Es un parque muy importante, porque tiene el parche de coral más grande de Colombia. Es todo un reto para nosotros. Es un parque marino y por lo tanto difícil y costoso de mantener. No tenemos competencia ni somos autoridad sobre esas islas, lo cual dificulta aún más su manejo, porque sus habitantes generan impactos que recaen en el parque. No tenemos suficientes embarcaciones ni suficientes guardaparques. Ese coral está seriamente afectado por causas no solamente del turismo, sino sobre todo por la acción del Canal del Dique.
Ha crecido el turismo en Colombia, lo cual es una buena noticia para la economía pero no tanto para el medio ambiente, dado el impacto sobre la biodiversidad. ¿Qué tan fuerte es Colombia en ecoturismo? Tengo la impresión de que está en pañales...
No, no estamos en pañales. Está empezando a llegar muchísimo ecoturismo, porque el país tiene un potencial espectacular en ese campo. Llevamos trabajando en esto muchos años. Desde 2005 establecimos la participación privada en los parques a través de las concesiones de servicios ecoturísticos. Hemos desarrollado el ecoturismo comunitario, que ha sido muy innovador y positivo en los parques, donde grupos locales administran la oferta para los turistas. Con equipos técnicos hemos venido trabajando en cálculos como la capacidad de carga, que consiste en determinar, por ejemplo, cuántas personas deben transitar por un sendero o pueden estar en una playa sin causar un daño al lugar. El objetivo es aumentar la oferta de ecoturismo en los parques. Por lo menos 23 parques nacionales tienen programas ecoturísticos, y estamos preparando nuevas licitaciones para concesiones en diez áreas más. No aspiramos a que haya ecoturismo en todos los parques, pero sí a que el ecoturismo funcione bien en los parques que cumplen con los criterios que están establecidos en una resolución.
¿Podemos esperar una ampliación considerable del territorio de parques protegidos durante los próximos años?
Tenemos la meta de ampliar el sistema de áreas protegidas en Colombia en 2,5 millones de hectáreas. Cuando comenzó el gobierno del presidente Santos eran alrededor de 13 millones de hectáreas, y vamos a llegar a un poco más de 26 millones. El doble.
¿Qué importancia global tiene y tendrá Colombia en materia ambiental?
Colombia es el país más biodiverso del planeta por metro cuadrado, y esa es una gran responsabilidad. Del que siempre se habla como el primero es Brasil, pero por tamaño. Las áreas protegidas en el mundo han sido identificadas como la principal estrategia para frenar la pérdida de biodiversidad. Hoy más que nunca se tienen datos exactos según los cuales las áreas protegidas son fundamentales para enfrentar el cambio climático, que es la amenaza más grande que tiene actualmente la humanidad. Las áreas protegidas contribuyen a absorber carbono en varios de los ecosistemas: bosques, manglares, corales, páramos que absorben Co² y gases de efecto invernadero de una manera extraordinaria. Estamos dedicados a calcular cuánto vale eso que absorben, para que la gente entienda lo importantes que son esos ecosistemas bien conservados. Y generalmente están bien conservados porque hay un área protegida allí, porque lo que no es área protegida se transforma en tierras para agricultura, para ganadería, para talar. Si esos ecosistemas están bien conservados contribuyen a enfrentar la escasez de agua.
Si parques como Chingaza o Sumapaz estuvieran llenos de fincas de recreo con jardines o con hatos ganaderos, no podrían proveer el agua que proveen, porque para que las fábricas de agua que son esos páramos sean una realidad se necesita el ecosistema con sus suelos íntegros, con sus musgos, sus frailejones y su fauna sin intervención de ningún tipo.
¿El Proceso de Paz entre las Farc y el gobierno ha contribuido a mejorar las condiciones de seguridad en los parques y a que los colombianos pierdan el miedo a visitarlos?
No hay duda de que uno de los beneficios que nos ha traido el Proceso de Paz es que ahora podemos entrar a sitios donde antes no podíamos. Hemos sentido la diferencia en los Parques Nacionales desde el cese al fuego bilateral. Estamos entrando a ver qué tan afectadas están esas áreas, qué pasó mientras no pudimos estar allí, y qué oportunidades hay para el ecoturismo en esas áreas a las que hoy en día se puede entrar. El beneficio de la paz para Parques Nacionales es inmenso.
¿Y qué papel tendrá Parques Nacionales en el posconflicto?
Hemos estado muy presentes en todo el proceso de implementación del posconflicto, porque los parques son una gran oportunidad para el desarrollo regional de Colombia y también para el bienestar de sus habitantes. Con el posconflicto se les va a brindar una oportunidad dentro de la legalidad a las personas que viven en los parques o alrededor de ellos. Ya el Estado colombiano está generando oportunidades en el campo. Todo el capítulo del Acuerdo de Paz sobre el mejoramiento de la ruralidad colombiana beneficiará a los campesinos alrededor de los parques, y los que quieran permanecer dentro de ellos podrán desarrollar actividades lícitas como ecoturismo, guianzas para avistamiento de aves, monitoreo, investigación científica, proyectos de restauración. Hay más de 600.000 hectáreas degradadas que debemos restaurar, y podríamos hacerlo con familias campesinas. Estamos en ello.
Gorgona es una de nuestras joyas nacionales. ¿Cómo está la isla?
Ese es uno de los parques que ha tenido el ecoturismo más exitoso en términos de oferta. Está en excelente estado de conservación. Es un lugar maravilloso para el buceo, para la observación de ballenas y de aves. Hay una recuperación completa de sus bosques. Hay operador turístico. Se llega por Cali, de donde se puede volar a Guapi y de ahí se va en lancha a Gorgona.
¿Cuál es el parque menos conocido por los colombianos y que usted invitaría a que conozcamos?
Sin duda el Parque Nacional Los Katíos, que es un patrimonio de la humanidad y que estuvo en una situación difícil por razones del conflicto armado, pero que ha salido de sus problemas. Ahora estamos invitando a la gente a que haga ecoturismo en ese parque, que está en la frontera con Panamá, frente al Tapón del Darién.
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