El infarto afecta cada vez más a las mujeres, y les causa mayores problemas de salud que a los hombres. Sin embargo, se cree erróneamente que esta condición no es tan grave ni tan frecuente para ellas.
esde hace años existe evidencia de que el infarto en mujeres está aumentando, porque los factores de riesgo como el tabaquismo, el estrés y la mala alimentación también lo han hecho de forma considerable dentro de esta población. Del mismo modo, se sabe que los síntomas de infarto o enfermedad coronaria en mujeres son diferentes a los de los hombres, y a veces son difíciles de diagnosticar. Todo lo anterior significa que el tratamiento para atender el infarto a veces no es tan efectivo en la población femenina, lo que las lleva a tener peor calidad de vida luego de un evento cardíaco, o a morir por una condición que se puede evitar.
Aclarar dudas sobre el infarto
De acuerdo con Carlos Andrés Arias, jefe de la Unidad de Cardiología, Falla Cardiaca y Trasplante de la Clínica Colombia, un infarto cardiaco es la obstrucción de las arterias coronarias, que son las que llevan la sangre oxigenada al corazón. Esta obstrucción puede provocar la muerte del músculo cardiaco y por ende la muerte de la persona, o un daño permanente en este órgano. El infarto cardíaco en general es producido por arteriosclerosis, que es la acumulación de grasa en las paredes de las arterias.
En otros padecimientos no hay obstrucción, pero el paciente está sometido a estrés cardiaco que le provoca una arritmia. En estos casos el corazón late tan rápido y consume tanto oxígeno que la cantidad de flujo de sangre que llega no es suficiente para que el órgano funcione como corresponde.
Tradicionalmente se ha creído que el infarto es un problema de hombres, pero la realidad es otra. De acuerdo con los datos del Departamento Nacional de Estadística —Dane—, la principal causa de muerte en Colombia tanto en hombres como en mujeres son las enfermedades isquémicas del corazón. De las 99.242 muertes de mujeres que ocurrieron en nuestro país en 2016, el 16,9% se produjo por esta condición. Y los casos van en aumento.
Creer que el infarto afecta principalmente a los hombres ha creado varios problemas que la medicina está intentando subsanar. En primer lugar, la mayoría de estudios clínicos en cardiología se han realizado en pacientes masculinos, y usualmente la información que existe sobre los síntomas, diagnóstico y tratamiento de problemas cardiacos se construyó teniendo en cuenta solo lo que les ocurría a ellos. En los últimos 20 años los especialistas se han dado cuenta de que las enfermedades cardiacas tienen unas características diferentes en la mujer, y por eso la forma de tratarlas debe ser distinta. De acuerdo con la Revista Colombiana de Cardiología, si se analiza esta situación con una perspectiva de género “es evidente que la mujer se encuentra en una situación de desigualdad basada en la diferencia en la incidencia, la prevalencia, la mortalidad, la cobertura y el acceso”.
Los estudios en cardiología ahora tienen en cuenta las diferencias entre hombres y mujeres, la manera en la que se presenta el infarto en cada uno y cómo debería ser el tratamiento adecuado según el caso. Por ejemplo, de acuerdo con el doctor Carlos Andrés Arias, la anatomía del corazón de la mujer es diferente, sus arterias son más delgadas y por ende el diámetro es más pequeño con respecto a las de los hombres. En pocas palabras, esto significa que por su tamaño, las arterias coronarias femeninas tienen mayor riesgo de obstrucción.
La anatomía del corazón de la mujer es diferente, sus arterias son más delgadas y por ende el diámetro es más pequeño con respecto a las de los hombres”.
Sin embargo, durante mucho tiempo estas diferencias anatómicas no fueron tenidas en cuenta debido a que los estrógenos, las hormonas femeninas, actúan como un factor de protección contra las enfermedades cardiacas pues promueven la dilatación y flexibilidad de los vasos sanguíneos, reducen el colesterol malo y aumentan el colesterol bueno. Esta protección natural en la mujer se activa desde la primera menstruación y está presente durante toda la etapa fértil.
Por eso las mujeres son menos propensas que los hombres a tener problemas cardíacos antes de los 55 años. Pero con la llegada de la menopausia la protección de los estrógenos desaparece. En ese momento el riesgo de infarto en la mujer se dispara y tiende a igualarse al del hombre, pero con una diferencia importante y es que los problemas cardiacos en ellas ocurren cuando tienen mayor edad y más problemas de salud acumulados, como hipertensión, diabetes, colesterol alto o sobrepeso.
Todo esto es aún más grave si se tiene en cuenta que los factores de riesgo de un infarto —como el tabaquismo, una alimentación inadecuada, el sedentarismo, el estrés, el colesterol alto y el sobrepeso— son ahora comunes en la vida diaria de las mujeres. En conclusión, una mujer en riesgo de infarto es una mujer mayor, con más problemas de salud previos y con un estilo de vida poco saludable. Por eso no es de extrañar que su pronóstico sea menos esperanzador que el del hombre.
Otra de las grandes diferencias del infarto en hombres y mujeres son los síntomas. El dolor en el pecho que se irradia al brazo izquierdo, al cuello o a la mandíbula son las señales típicas de un infarto... pero en los hombres. Ellas suelen tener síntomas más difusos, que tienden a confundirse con otros problemas de salud.
“El infarto en las pacientes se manifiesta como fatiga, dificultad para realizar actividades que antes podían hacer normalmente como subir escaleras; a veces puede ser un dolor en la parte superior del abdomen, entonces ellas piensan que es gastritis o un problema estomacal; pero esas pueden ser manifestaciones tempranas de un problema cardiaco”, explica Carlos Andrés Arias, cardiólogo de Colsanitas. La Revista Colombiana de Cardiología también afirma que las señales previas de una cardiopatía isquémica en mujeres pueden ser mareo, sensación de miedo o pánico, debilidad generalizada o síntomas similares a un resfriado.
Una cultura del cuidado
Y es en este punto en el que las mujeres deberíamos hacer de nuestra salud una prioridad. Porque además de todo lo anterior también solemos menospreciar lo que nos pasa y no consultamos a tiempo. El doctor Arias cuenta una historia que ha visto con frecuencia en su consulta: “Las mujeres cuidadoras de hombres infartados se vuelven pacientes nuestras tardíamente, porque siempre van acompañando a su esposo que sufrió un evento coronario. Cuando vemos al cuidador, que suele ser mujer, nunca nos detenemos a pensar en que ella puede estar igual o peor de estresada por miedo a perder a su pareja o familiar, por el duelo anticipatorio, y porque es la encargada de hacer todas las diligencias médicas y logísticas. La señora que acompañó al paciente vuelve sola porque su familiar murió o porque se mejoró y siguió su vida. Ellas quedan como pacientes, y con gran sorpresa veo que, a veces, las cuidadoras están más enfermas que su familiar. Con frecuencia ellos no las acompañan, porque las mujeres poco hablan del tema para no preocuparlos”.
El infarto es una enfermedad que se puede prevenir si se adopta la cultura del cuidado como un estilo de vida, dice la Fundación Colombiana del Corazón en la guía Hábitos saludables para corazones responsables. Allí sugieren realizar actividad física, tener una alimentación sana, balanceada, baja en productos procesados, grasas, azúcar y sodio; evitar el consumo de cigarrillo; controlar el estrés e intentar tener pensamientos positivos.
Además del estilo de vida, las mujeres debemos darle a los síntomas y a las molestias de salud la importancia que merecen, especialmente luego de la menopausia. Si hay dolor torácico, estomacal o dificultad para hacer las actividades cotidianas por fatiga, el doctor Arias recomienda ir al médico para hacer una evaluación temprana. Luego de los 40 años es conveniente realizarse un tamizaje de factores de riesgo cardiovascular anual, que incluye medir la presión arterial, los niveles de glicemia y el colesterol. Todo está al alcance de la mano para cuidar el corazón.
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