La lactancia materna puede ser la actividad que más disfrutemos en nuestro nuevo rol de madres, pero también puede convertirse en un problema que queramos evitar y finalmente omitir. Afortunadamente, cualquier contratiempo tiene solución si la mujer es persistente y tiene la firme convicción de amantar a su bebé.
s normal que las mujeres nos enfrentemos a la lactancia sin preparación previa. Poco se habla de este tema en los cursos psicoprofilácticos, que son los que toman los padres durante el embarazo. No se aborda a profundidad y, por lo general, nos preocupamos por entender este proceso cuando tenemos algún problema días después del nacimiento del bebé. Este es el primer error que cometemos. Creemos que para lactar, por lo menos durante los seis primeros meses, solo necesitamos sacar la teta y ubicar al bebé. Desafortunadamente no siempre es así de natural y orgánico para todas las mujeres.
María Jimena Silva es psicóloga y consejera de lactancia egresada de la Fundación Universitaria Sanitas y explica porqué es necesario educarnos sobre el tema antes de empezar a lactar:
—Aceptémoslo, la mayoría de las mamás no sabemos cómo funciona el interior del seno, cómo trabajan las glándulas mamarias, etc. Si entendemos esto antes de empezar el proceso de lactancia sabremos después por qué el bebé no está succionando bien, por qué estamos produciendo menos leche, por qué nos duele el músculo. Educar a las mamás durante el embarazo reduce las posibilidades de que la lactancia sea un caos. Amamantar se aprende, no nacemos sabiendo cómo hacerlo —explica.
¿Cuáles son los problemas más comunes que enfrentan las mamás a la hora de lactar?
• El desconocimiento del proceso. La falta de preparación ocasiona molestias que nos van desanimando. Por ejemplo, el dolor y las grietas en los pezones, que se presentan cuando el bebé tiene un agarre inadecuado y por eso succiona solo el pezón. Para evitar esto, el bebé debe abrir bien su boca para que pueda agarrar la mayor parte de la areola, y el pezón debe quedar en la parte blanda del paladar, es decir atrás. Antes de que el bebé se agarre podemos estimularlo con el pezón, pasándolo por su boca, para que la abra bien.
• Dolor de espalda. Cuando nos sentamos de cualquier manera a dar teta nuestra espalda empieza a padecer. La espalda no puede estar encorvada y es el bebé quien tiene que acercarse al pecho, no al contrario. Es útil contar con todos los elementos y ayudas que contribuyen a que nuestra posición sea la adecuada, como cojines y mecedoras para amamantar.
• Congestión mamaria. Los senos no se vacían y se congestionan debido a que el bebé no logra agarrarse apropiadamente y succionar toda la leche. Esto ocasiona inflamación y dolor. Para solucionarlo hay que utilizar compresas calientes antes de amamantar y compresas frías después de hacerlo; también sirve extraer la leche sobrante y tomar duchas con agua tibia. Lo idea es lograr que el bebé tenga un buen agarre y seguirlo poniendo en el seno.
• Mastitis. Se produce por la inflamación del tejido mamario. Los síntomas son dolor localizado, manchas rojas en la piel del seno, fiebre, malestar general. Para darle solución a este problema es necesario acudir al médico.
• La depresión postparto afectar nuestra motivación para lactar. Poco o nada se habla de los efectos mentales de la maternidad. El cansancio, el desgaste, lo abrumador que resulta ser responsable de otra vida y las diferencias con la pareja son sentimientos muy normales que experimentan las mamás. El postparto no solo incluye el amor transformador de la madre hacia su hijo, también llega con momentos difíciles que pueden desencadenar una depresión postparto o simplemente unos días grises que, por supuesto, influyen en el proceso de lactancia. Es ahí donde la red de apoyo de cada mamá (padre del bebé, enfermeras, abuelas, amigas, familiares) debe actuar, dando amor y ayudando en la medida de lo posible. “Todo cuenta, desde poner una almohada en la espalda de la mamá, hasta hidratarla o dejarla descansar cuando ha terminado de amantar”, afirma la experta.
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