El té, más que una bebida, es una experiencia que contribuye a crear momentos de desconexión. Desde la selección de ingredientes para prepararlo hasta la sensación de servirlo y tomarlo, cada taza es una invitación a tomar un respiro. Te contamos cuáles son sus propiedades, sus principales tipos y algunas recomendaciones para que disfrutes al máximo de cada infusión.
La Camellia sinensis es la planta de la que proviene el té. Su cultivo comenzó en China e India, dos países que han sido históricamente potencias en su producción y consumo. Con el tiempo, ha trascendido fronteras, expandiéndose a diversas regiones del mundo, incluyendo América Latina. En Colombia, su presencia ha ido ganando terreno, con plantaciones en Bitaco, Valle del Cauca, donde las condiciones climáticas han favorecido su siembra y le han dado un toque característico, convirtiéndolo en un producto de calidad.
Hasta Bitaco llegó Lorena Granados, periodista de formación y empresaria del té por convicción. Una mujer que encontró en este ingrediente un camino hacia su bienestar cuando atravesó el cáncer. “En el momento en que me diagnosticaron, me puse a leer de todo, buscando alimentos que pudieran ayudarme. Descubrí que el té tenía polifenoles con un potencial antioxidante que contribuía a la renovación celular”, explica. Para ella, el impacto de esta bebida no fue solo físico, se convirtió en ese espacio de calma entre el torbellino de emociones y tratamientos. “El té hizo que las cosas se sintieran más livianas”, comparte.
Lo que inició como un descubrimiento casual en Argentina, cuando probó el té en bolsita, con el tiempo despertó una curiosidad más profunda. Investigó sus variedades, propiedades y métodos de preparación hasta que tomó una decisión: “Yo tengo que estudiar esto en algún momento”, pensó. Así comenzó un recorrido que la llevó a iniciar su formación como sommelier y blender de té, entendiendo que cada taza encierra un mundo de historia, beneficios y tradiciones.
Su conexión con el té, la llevó a fundar PausaTé , su propia marca dedicada a este producto, en la que se refleja su conocimiento sobre esta planta y su propósito porque todos seamos conscientes de sus beneficios y los aprovechemos. De la mano de Lorena, exploramos las propiedades del té, sus principales variedades y las recomendaciones para prepararlo.
Propiedades del té
El té es reconocido por la ciencia por sus múltiples beneficios, gracias a su riqueza en compuestos bioactivos como polifenoles, alcaloides, aminoácidos y saponinas. Estos elementos han sido asociados con la protección celular y la prevención de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Una investigación publicada en International Journal of Molecular Sciences destaca el papel de estos elementos en la regulación de procesos inflamatorios, además de su impacto en afecciones como la diabetes y la obesidad. También se ha analizado su posible efecto anticancerígeno, señalando su capacidad para modular mecanismos celulares vinculados a la prevención de ciertos tipos de cáncer.
Otro estudio, del portal SpringerLink, se adentra en la clasificación de los compuestos del té, resaltando el papel fundamental de las teasaponinas, los carotenoides y los minerales en la configuración de su perfil sensorial. Asimismo, examina la función de los alcaloides. En el caso de la teacrina y la teofilina se mencionan sus beneficios en términos de la sensación de vitalidad y mejora de estado de ánimo; mientras que la cafeína que tiene, al ser un estimulante natural, favorece el sistema nervioso y el metabolismo de las personas.
Sobre el tema de la mejor opción a la hora de comprar el té, la recomendación de Lorena es clara: adquirirlo en hojas sueltas, no en la presentación de bolsitas. “Cuando las abres para ver su contenido, te das cuenta que no se siente el aroma natural del té”, señala. Estas suelen contener las hojas menos jóvenes de la planta, que se procesan industrialmente, lo que disminuye su perfil sensorial y sus propiedades benéficas. Además, muchas están elaboradas con materiales sintéticos como polipropileno y nylon, utilizados para mejorar el sellado y la resistencia al calor. Un artículo publicado en la revista Chemosphere confirmó que estos materiales son dañinos para el organismo pues pueden liberar microplásticos cuando entran en contacto con el agua caliente.
Los seis tipos de té:
beneficios, temperatura y tiempo de infusión

El té blanco es el menos procesado y se obtiene de hojas jóvenes de la Camellia sinensis. Su perfil es ligero y suave, con propiedades relajantes y que regulan la presión arterial y mejoran el sistema inmunológico. Se recomienda infusionarlo entre los 75 y 85 grados centígrados, de 3 a 5 minutos.

El té verde se somete a un proceso de fijación o marchitado, preservando las propiedades de las hojas. Es conocido por su impacto positivo en la digestión y el metabolismo, así como calmar la ansiedad y mejorar la salud cardiovascular. Se debe infusionar entre 70 y 80 grados centígrados, durante 1 a 2 minutos, para evitar que se torne amargo.

El té amarillo es poco conocido en Colombia y su procesamiento es similar al té verde, pero con una oxidación controlada para lograr su perfil único. Este té favorece la digestión, ayuda a disminuir el estrés y contribuye a reducir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas. Se recomienda infusionarlo a la misma temperatura y tiempo del té verde.

El té azul se encuentra entre el té verde y el té negro en términos de oxidación, ofreciendo beneficios para prevenir las enfermedades crónicas, reducir el estrés y acelerar el metabolismo. Se sugiere infusionarlo entre los 75 y 95 grados centígrados, durante 5 minutos.

El té negro se somete a un proceso completo de oxidación, intensificando su sabor y aumentando sus propiedades estimulantes. Este té aporta beneficios clave para el organismo: promueve la salud arterial, posee efectos antinflamatorios y facilita la digestión. Su temperatura ideal de infusión está entre los 75 a 90 grados centígrados, durante 3 a 4 minutos.

El té fermentado, en lugar de oxidación, pasa por un proceso de fermentación que fortalece sus efectos en la circulación y el sistema digestivo. Puede soportar temperaturas de infusión más altas, entre los 80 y 95 grados centígrados, de 1 a 5 minutos.
Cómo preparar el té de la manera correcta
Preparar un buen té requiere más que agua caliente y hojas sueltas. Además de la temperatura y el tiempo de infusión, es importante contar con algunos implementos básicos, como una taza y un infusor. Sin embargo, la idea no es complicarse. “Si no tienes ese filtro especial, un colador fino funciona perfectamente”, señala Lorena. El proceso es sencillo: calentar el agua hasta antes de llegar a su punto de ebullición, añadir las hebras de té, respetar el tiempo de infusión y luego colar. Además, es útil saber que el té puede reinfusionarse: “hasta tres veces, siempre que se guarde en la nevera y se consuma antes de 24 horas”, agrega.
Más allá de la técnica, preparar té es también un acto de bienestar personal. Lorena describe este hábito como un espacio de calma dentro de la rutina diaria. “Para mí, preparar té es detenerse un instante, respirar y reconectarse con uno mismo”, dice. En medio de un ritmo acelerado, tomarse unos minutos para servir una taza no es solo un placer, sino un gesto de autocuidado, una pausa consciente que permite disfrutar del presente.
Para quienes buscan enriquecer la experiencia, gracias al arte de mezclar el té con otros ingredientes (tea blending), hoy podemos disfrutarlo con sabores exquisitos que realzan su carácter y sabor. “Las mezclas se logran con especias, hierbas, frutas, flores y, a veces, algunos frutos secos”, afirma Lorena. En el caso de las frutas, señala la importancia de que estén completamente deshidratadas pues cualquier tipo de humedad puede hacer que el té sea más difícil de conservar, así como dañar su perfil sensorial.
Sin embargo, Lorena advierte que ciertos ingredientes pueden alterar la esencia del té. “Definitivamente no debe usarse azúcar, miel o frutas confitadas en la preparación porque hacen que pierda todas sus propiedades naturales”. La clave está en encontrar combinaciones que armonicen con cada tipo de té y conviertan cada taza en un momento agradable al paladar.
Por último, se debe tener presente que el té no solo es una bebida para disfrutar caliente; también puede prepararse en frío, revelando nuevos matices de sabor. Lorena explica que hay dos formas de hacerlo: “puedes hacer la infusión en caliente, dejarla reposar y luego meterla a la nevera, o prepararlo directamente en frío, dejándolo en agua durante seis horas”. Ambas opciones conservan sus propiedades y ofrecen una experiencia distinta, pero igual de especial y refrescante.



Dejar un comentario