El coach mexicano se convirtió en un símbolo de resistencia en la pandemia. Con su plataforma de entrenamiento conectó, en una misma transmisión de Instagram, a casi 50.000 personas de todo el mundo con un único objetivo: mantener la cordura y la buena vibra a través del ejercicio.
“Mi vida ha sido una vida anormal, pero feliz”, dice Rodrigo Garduño. Empezó a jugar fútbol con cuatro años, a los ocho entrenaba a diario, y a los 12 fue fichado por las ligas inferiores.
A diferencia de los niños de su escuela, no iba a fiestas, no salía a jugar en las tardes, tenía pocos amigos y viajaba casi todos los fines de semana con su equipo. “Sacrifiqué muchas cosas, pero aprendí a ir por mis sueños”.
A los 17 años entró al fútbol profesional, el cual abandonó cuando cumplió 30. En las canchas y vestidores descubrió el don de alentar a sus compañeros, de retarlos y de llevarlos al límite para no rendirse. Ese aprendizaje le mostró su vocación, la que lo ha llevado a liderar su estudio de entrenamiento llamado 54D, y a impartir talleres y conferencias para empresas y grupos por todo el mundo.
¿Cómo fue dejar los campos de juego para dedicarse a las conferencias y al entrenamiento personal?
Crecí siendo líder en los equipos donde jugué, Rayos del Necaxa y los Monarcas de Morelia. Aprendí a trabajar las emociones y habilidades de mi equipo. Eso mismo es lo que he tratado de aplicar a todos los escenarios de mi vida. Por eso, ahora trabajo con empresas, para motivar equipos y ayudarlos a encarar la vida con resiliencia, con fuerza de voluntad, valorando el esfuerzo, entendiendo que no hay atajos para conseguir el éxito.
¿Es diferente entrenar cuerpos que entrenar mentes?
Es exactamente lo mismo. Ayudar es ayudar. Creo que cuando se genera un cambio, mental o corporal, hay un sentimiento de satisfacción enorme porque la persona se da cuenta de que lo logró con disciplina y consistencia. Mi trabajo es liberar a las personas de la jaula en la que viven y hacer que entiendan que son capaces de transformar su mundo.
¿Cómo imaginaron 54D en un principio?
Con mi socio, Rodrigo de Ovando, queríamos una plataforma para cambiar hábitos y ayudar a las personas durante procesos complicados de la vida: una separación, problemas financieros, ansiedad… El deporte es lo único que puede generar endorfinas y serotonina para ver todo con claridad. Así que teníamos claro que si lográbamos que la gente estabilizara la mente y moviera el cuerpo podría enfrentar la vida con mejores estrategias. Once años después seguimos con el mismo objetivo: crear las mejores versiones de quienes acuden a nosotros.
La pandemia fue un parteaguas en la historia de 54D. Mucha gente hizo lo mismo que ustedes: entrenamientos virtuales gratuitos. ¿Qué cree que hicieron ustedes distinto o mejor que representó que se unieran miles de personas?
Lo que hizo la diferencia es que éramos seres humanos reales, pasándola igualmente mal, pero tratando de distraer a la gente para que no se enfocara en cosas negativas. Nuestra misión era evitar que las personas se rindieran, mientras todo volvía a la normalidad. No imaginamos nunca el movimiento enorme que se creó, porque no lo planeamos. Lo hicimos desde el corazón: abrimos Instagram y dijimos “Señores, aquí hay una puerta para quienes se quieren enfocar en lo positivo. Aquí cabemos todos”. Y así fueron llegando personas de todos los rincones del mundo, una pareja en Argentina, un actor en Portugal, Juan Guillermo Cuadrado, la modelo Adriana Lima, Juanes, una tía en Chile y una familia entera en Panamá.
¿Cuáles son sus pilares del bienestar?
La disciplina, el compromiso, la consistencia y el amor propio. Cuando todo esto existe uno entiende que lo más importante es invertir en uno mismo.
Y, ¿con qué intensidad entrena?
El deporte es mi religión. Entreno a diario. El único día que descanso es el domingo. Pero voy, sagradamente, de lunes a sábado a uno de los estudios de 54D en Miami para hacer alguno de los programas.
- Este artículo hace parte de la edición 189 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.
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