Recorrer senderos en la naturaleza es un buen ejercicio para el cuerpo y la mente. Y es muy fácil de practicar.
Para despejarme prefiero hacer senderismo que correr”, afirma Sebastián Mateus, guía turístico de la agencia Ruta 90, en Santa Marta. “Ver las montañas y escuchar a los pájaros es mucho más relajante. Y cuando no encuentro con quién ir, voy solo, y también disfruto mucho”.
El senderismo consiste en recorrer caminos en la naturaleza. Es una práctica que tiene grandes beneficios para el cuerpo y la mente. A diferencia del trekking, que implica recorrer largas rutas a menudo inexploradas, el senderismo es menos exigente físicamente y no requiere de mucha experiencia. Los caminos que se recorren en el senderismo suelen ser más cortos, máximo de dos horas por trayecto, y a menudo están demarcados por el paso continuo de personas o pueden estar señalizados, por ser turísticos. Pueden incluir senderos ecológicos y caminos rurales que no representan un desafío físico muy diferente al ejercicio de caminar.
Por esto, el senderismo no requiere de grandes preparativos. Por ejemplo, no siempre es necesario ir con un guía, como explica Sebastián Mateus.
Aunque sí es importante asesorarse antes y estar informado sobre el tipo de camino que se va a recorrer: “Hay que conocer las condiciones climáticas del lugar, por ejemplo, así como prever la duración del recorrido, para saber a qué atenerse”, afirma el guía. Aunque hacer senderismo se parezca a caminar, combina dos elementos extra que potencian sus beneficios: el contacto con la naturaleza y el hecho de recorrer caminos.
Es posible que a la hora de hacer senderismo nos encontremos con tramos resbalosos, huecos; o con barro, ramas y otros obstáculos; también podemos encontrar bifurcaciones del camino sobre las que tenemos que decidir para continuar nuestro recorrido. Y la atención especial que esto requiere es beneficiosa para nuestro cerebro.
Según el neurocientífico estadounidense Daniel J. Levitin, autor del libro Successful Aging (Envejecimiento exitoso, en español), el esfuerzo que el recorrido de senderos en la naturaleza le exige a nuestro cerebro, a diferencia de simplemente caminar en la ciudad, ayuda a mantenerlo joven, pues estimula de manera particular las áreas del cerebro encargadas de la ubicación espacial y la memoria.
Los caminos que se recorren en el senderismo suelen ser cortos y a menudo están demarcados por el paso continuo de personas.
Esta concentración especial que reclama el senderismo nos ayuda a ubicarnos más fácilmente en el momento presente. Como explica la psicóloga Nidia Preciado, directora de la maestría en Psicología Clínica y de la Salud de Unisanitas, en este tipo de caminata no puedes ir simplemente en piloto automático. “Es distinto a andar por el centro comercial o en la banda del gimnasio, pensando en lo que vas a hacer al otro día”, asegura. “La atención plena que exige este tipo de actividad es un gran antídoto para contrarrestar la ansiedad continua con la que vivimos en el mundo moderno”.
Investigaciones han mostrado también que el senderismo, además de distraer nuestra atención sobre el posible futuro, también la distrae de estar pensando en el pasado, incluso tiempo después de haberla realizado. Un estudio publicado en la revista Landscape and Urban Planning (vol. 138) arrojó que, en comparación con caminar en la ciudad, caminar en espacios verdes ayuda a la gente a rumiar menos sus problemas, lo cual a mediano plazo también ayuda a combatir la depresión. El estudio también mostró que este tipo de caminatas ayuda a reducir la constante hiperconectividad, pues durante el camino la gente no está interesada en revisar sus mensajes o su correo, lo cual es positivo para la relajación mental.
Al hacer senderismo vamos a ver paisajes naturales a los que no estamos expuestos en la ciudad. Es posible que nos encontremos con un atardecer entre las montañas, animales en su hábitat natural, grandes cascadas o raíces de árboles inmensas como nunca antes habíamos visto. Y en estos escenarios, además de recibir los beneficios de la luz solar (importante en la fijación de la vitamina D, la regulación de hormonas y el ciclo del sueño), nuestros sentidos reciben otro tipo de información que puede ayudarnos a poner nuestra vida en perspectiva.
El asombro que la naturaleza infunde en los seres humanos es una emoción muy poderosa, que resulta beneficiosa para nuestra actitud mental. “Sentirse pequeño en la presencia de algo que es más grande que tú inspira una mirada más positiva de la vida”, asegura la doctora Preciado. Por eso hacer consciencia de que somos parte de la naturaleza puede ayudarnos a reconocer nuestra vulnerabilidad y pensar en nuestros límites, lo cual incrementa nuestros sentimientos de humildad y generosidad con los demás. Algo fundamental para disfrutar más de los retos de la vida y de nuestra relación con los otros.
Por último, hacer senderismo con amigos y familiares también es una forma especial de estrechar vínculos y darnos cuenta de la importancia que tienen nuestros seres queridos.
El senderismo exige la atención plena, lo cual es un buen antídoto para contrarrestar la ansiedad continua con la que vivimos en el mundo moderno.
Aunque también es posible hacer senderismo solos, se recomienda ser precavidos, y tener en cuenta que sin compañía hay riesgos que debemos asumir en la naturaleza, donde todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.
Para comenzar a practicar el senderismo, el guía Mateus recomienda llevar ropa deportiva, más que de algodón; unos buenos tenis que no se resbalen; suficiente agua para el camino; snacks ligeros como fruta o maní, repelente para mosquitos, protector solar y otro cambio de ropa si el camino es largo y hay posibilidades de encontrar fuentes de agua.
“Tal vez lo más importante sea llevar una actitud abierta a la experiencia”, afirma Mateus. “Pues vas a tener que adaptarte y enfrentar alguna condición difícil, como el calor o la lluvia”. Al final puede que físicamente el senderismo no sea mucho más exigente que caminar, pero para tener una buena experiencia requiere de una mayor disposición a salirse de la zona de confort y enfrentarse a lo desconocido. Una habilidad que, como afirma Nidia Preciado, siempre viene bien fortalecer y será útil en todos los momentos de la vida.
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