Hay que mantener bajo vigilancia las lesiones pigmentadas en la piel como lunares, pecas y manchas. Una especialista en dermatología nos cuenta por qué es indispensable el uso del protector solar.
os lunares o nevus y las pecas o efélides son aglomeraciones de las células que dan pigmentación a la piel, conocidas como melanocitos. Los primeros se consideran tumores benignos que pueden mutar a lesiones malignas, mientras que las segundas son manchas inofensivas.
En ambos casos, su formación obedece principalmente a dos factores: el genético, que va codificado en nuestro ADN por herencia, y la exposición solar, que podemos atenuar con el uso de cremas protectoras, accesorios y prendas de vestir que frenan la incidencia de los rayos ultravioleta.
Astrid Lorena Ruiz es dermatóloga adscrita a Colsanitas. Ella explica que el cambio en el aspecto físico de los lunares puede advertir la presencia de una modificación en la codificación de las células epiteliales, y ayudar, así, en el diagnóstico precoz del cáncer de piel. De ahí la importancia de realizarse una autoexploración frecuente en toda la superficie corporal, incluyendo el cuero cabelludo.
“Para revisar los posibles cambios tenemos la regla ABCDE: Asimetría (es la forma irregular que a veces puede tener el lunar), Bordes (hay que estar atentos si son irregulares), Color (la ausencia de homogeneidad en la pigmentación), Diámetro (más de 6 milímetros es de cuidado) y Elevación (referido al relieve, picor, ardor o dolor)”, detalla la especialista.
Ruiz aclara que las zonas con pecas y lunares no son más propensas a sufrir la modificación celular que desencadena en cáncer. Por el contrario, cualquier parte de la piel puede ser la puerta de acceso para la alteración maligna, tenga o no manchas o tumores benignos. Solo que los lunares sirven para alertar su ocurrencia.
El cambio en el aspecto físico de los lunares puede advertir la presencia de una modificación en la codificación de las células epiteliales, y ayudar, así, en el diagnóstico precoz del cáncer de piel”.
“Tenemos un mecanismo natural para responder al foto-daño de la piel, pero cuando la exposición al sol sobrepasa nuestra capacidad de regeneración se producen las células cancerígenas. Lo que podemos hacer para evitarlo es aplicarnos protector solar toda la vida en todo el cuerpo, sobre todo en un país tropical como Colombia, cuya población está permanentemente sometida a valores altos y peligrosos de radiación ultravioleta”, dice Ruiz.
Finalmente, en favor de la salud de la piel, la especialista recomienda evitar exponerse al sol entre las 10 a.m. y las 4 p.m., renovar la aplicación del protector solar cada dos horas, mantener a los recién nacidos alejados del sol y no usar cámaras artificiales de bronceado.
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