La muerte de la mascota es un suceso que afecta a toda la familia. Veterinarios y psicólogos cuentan cómo enfrentar este momento.
élix’ tenía tan solo siete años de vida, pero el cáncer ya había avanzado mucho. Con un tratamiento que no le aliviaría del todo el sufrimiento lograrían prolongar su vida por tan solo cuatro o cinco meses, así que el médico veterinario le propuso a Claudia Cerón, la dueña de ‘Félix’, la alternativa de practicarle la eutanasia al gatico.
Claudia entendió las razones: el animal ya no podía orinar, su cuerpo se estaba intoxicando, sufría dolores y estaba lleno de tumores. Así que aceptó que su gato persa estaría mejor si descansaba de una vez por todas. De esta manera, un 30 de diciembre, ‘Félix’ se quedó dormido para siempre por efecto de una inyección.
“Es muy duro”, afirma Claudia. “Los animales son seres que están en la casa y ocupan un espacio, se tienen rutinas con ellos, y se siente horrible esa cotidianidad cuando ya no están”. Ella cuenta que pasaron varios años antes de poder tener otro gato en su casa, porque no estaba dispuesta a pasar nuevamente por este sufrimiento.
Según la médica veterinaria Diana Álvarez, no se trata de dormir al animal nada más porque el dueño lo desea. La eutanasia solo se debe practicar cuando ya no haya alternativas para mejorar su salud o darle a la enfermedad un manejo que le permita a la mascota llevar una vida con calidad. “Nosotros, como médicos veterinarios, no aplicamos la eutanasia cuando el propietario no tiene plata para mantener a la mascota o cuando ya no la puede tener, o porque no puede costear un tratamiento. Siempre tratamos de hacer todo lo posible, hasta el último momento. Algunas enfermedades definitivamente no se pueden tratar, y cuando ya no vemos opciones, le planteamos la alternativa al dueño de la mascota”. Es una decisión que toma el dueño, o la familia, nunca el veterinario.
En muchos casos, la muerte de una mascota es la primera pérdida significativa en la vida de un niño o de un adolescente y, según cómo se supere, puede influir en las pérdidas futuras”.
La doctora Álvarez sostiene que lo más difícil para las familias es tomar la decisión de practicar la eutanasia. Por lo general, lo hacen en grupo, aunque en algunos casos nunca se deciden y esperan hasta que el animal muera naturalmente.
Otro factor que influye para decidir si es necesario practicarle la eutanasia a una mascota es la calidad de vida de la familia y su salud mental y emocional cuando el animal enferma. Para algunas familias es muy difícil atender a un animal enfermo, verlo sufrir las 24 horas, tener que cargarlo para llevarlo a cualquier lugar, ver que no se alimenta, oír sus quejidos…
En estos casos, explica Manuel López, veterinario y director administrativo de la funeraria para mascotas Funeravet, también es importante considerar la eutanasia, pues el animal no tiene calidad de vida y la familia tampoco.
López aclara que decidirse por la eutanasia nunca es fácil, ni para los dueños, ni para los veterinarios. Cuenta que incluso algunos médicos les remiten casos de eutanasia a otros colegas, porque han creado vínculos con sus pacientes, porque han visto crecer a los animales o porque sencillamente no se sienten capaces de realizar el procedimiento.
El duelo
Beatriz Calderón y su familia tuvieron que practicarles eutanasia a tres de sus perros. Primero, al abuelo, después al hijo y por último al nieto. Todos se enfermaron de cáncer. Siempre fue muy duro y muy difícil. “Es un duelo, como cuando se muere una persona. Queda un espacio vacío, ya no está el olor, están los recuerdos, las fotos. Yo estudié psicología y sé que con la muerte de una mascota se pueden vivir las mismas etapas que cuando se muere una persona Yo, por ejemplo, llegué a sentir rabia cuando iba al parque, porque ya no tenía a mi perro, mientras otras personas sí”.
Mónica Mejía, psicóloga clínica de niños y adolescentes, explica que los duelos “son un proceso de reconocimiento de una pérdida y aceptación, y se dan no solo por muerte, sino también por la pérdida de algo significativo. En el caso de la pérdida de una mascota, es la muerte de un ser significativo en la vida de las personas”.
Añade que para niños y adolescentes la mascota se vuelve un miembro de la familia, alguien con quien comparten, de quien reciben afecto y consuelo, y para ellos la pérdida de una mascota puede ser la primera pérdida importante en su vida.
La psicóloga afirma que los duelos siempre traen emociones difíciles, como culpa, inseguridad, tristeza y frustración. Y dependiendo de cómo haya sido la muerte, se presentan unas emociones más que otras. “Tal vez es más fácil de aceptar una muerte natural que un accidente, porque hay tiempo de procesar la información. Y en el caso de la eutanasia, por ejemplo, pueden surgir inseguridades”.
Los expertos en duelo sostienen que los rituales ayudan alas personas a superar más fácilmente la muerte de las personas queridas. Actos como ceremonias religiosas, velaciones, terapia de grupo y otros eventos donde las personas comparten su dolor con otros, permiten manejar el duelo en sociedad. Por eso resultan más difíciles de socializar y de superar las pérdidas que no tienen este tipo momentos, como sucede con un divorcio o con la muerte de una mascota, de los cuales no siempre se habla. No todas las personas ni grupos sociales comprenden que perder una mascota puede llegar a ser tan significativo para alguien.
Funeravet, una de las funerarias de mascotas más antiguas de Bogotá, atiende unos 13 servicios diarios y, además de la cremación o el entierro, brinda un acompañamiento que incluye textos sobre el duelo y una charla, para ayudarles a las personas a entender qué les sucede y a expresar sus emociones con otros que estén viviendo una experiencia similar.
Manuel López explica que puede ser muy difícil, la muerte de una mascota para un adulto mayor que esté muy solo. Por fortuna, todos los duelos se pueden vivir sanamente y ser superados, explica Mejía. Lo importante es no quedarse con los sentimientos guardados, entender que es difícil perder a una mascota y que todos tienen derecho a expresar sus emociones.
Signos de vejez
Cuando los animales envejecen —explica la médica veterinaria Diana Álvarez—, duermen más tiempo, se vuelven menos activos, algunos comen menos, se mueven con dificultad y buscan estar más recogidos.
Las causas más frecuentes de muerte en los perros son las patologías cardiacas, el cáncer y enfermedad renal. Esta última es también la que más afecta a los gatos. Muchas de estas enfermedades tienen que ver con el sedentarismo y con los concentrados que tienen mucha grasa o harina. Hoy muchos gatos y perros tienen problemas de obesidad porque, además, viven en espacios pequeños y se ejercitan poco.
Según el médico veterinario Manuel López, ha aumentado el número de gatos como mascotas porque son más independientes, requieren menos cuidado y pueden vivir en apartamentos.
Las razas pequeñas de perros son más longevas que las grandes. Los primeros pueden vivir de 14 a 18 años, incluso algunos french poodle llegan a los 22 años. En cambio, los de razas grandes viven 13 o 15 años. Los gatos pueden vivir 20 o hasta 30 años.
¿Y los niños?
Mónica Mejía, psicóloga clínica de niños y adolescentes adscrita a Colsanitas, explica que las consultas por pérdidas de mascotas son ocasionales, y que, por lo general, estos casos tienen detrás otra pérdida anterior que no ha sido superada.
En muchos casos, la muerte de una mascota es la primera pérdida significativa en la vida de un niño o de un adolescente y, según cómo se supere, puede influir en las pérdidas futuras. Es importante que los adultos entiendan que ellos son el modelo de los niños, y que en momentos tan críticos como estos es importante acompañarlos, ayudarlos a reconocer sus emociones, a aceptarlas como válidas y a expresarlas, respetando que cada persona es única.
Unos niños pueden querer hablar; otros, pintar o jugar. Es bueno aprovechar esta experiencia como una oportunidad de aprendizaje, de compartir con ellos, para que desde tempranas edades aprendan a reconocer sus emociones y a gestionarlas de manera sana.
En cuanto a la eutanasia, explica que esta permite en ciertos casos preparar al niño para lo que va a suceder y explicarle los motivos por los cuales el animal va a morir. Esto lo puede ayudar, pero no por ello dejará de vivir el duelo ni de sufrir.
La experta explica que es importante tomarse el tiempo necesario para atravesar la pérdida y superarla antes de pensar en llevar una nueva mascota a la casa, y siempre es definitivo entender que el nuevo animal jamás reemplazará al que murió, es otro ser y generará un nuevo vínculo.
La consulta con un psicólogo se hace necesaria si el niño no avanza, si continúa triste todo el tiempo, si no quiere hacer las actividades cotidianas o si esto empieza a afectar áreas de su vida, como la relación con los amigos o su rendimiento en el colegio.
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