El fundador del Teatro Petra y director del FIAV Bogotá 2024 reconoce el cuerpo como una herramienta esencial para las artes vivas, destacando su papel fundamental en la creación, la interpretación y la conexión emocional de sus interpretaciones.
Con más de 40 años de trayectoria en el teatro, Fabio Rubiano ha sido actor, director, profesor universitario y gestor cultural. Nacido en Fusagasugá, Cundinamarca, este artista ha dejado huella en la televisión y el cine colombiano por sus participaciones en novelas y series. Además ha sido docente de la Maestría de Dramaturgia y Escrituras Creativas de la Universidad Nacional y ha recibido reconocimientos como el Premio Nacional de Dirección Teatral en 2013 y el galardón a la mejor obra por Sara dice. Junto a Marcela Valencia fundó en 1985 el Teatro Petra, un espacio que ha sido clave en la renovación de las artes escénicas en Colombia, ganando varios premios nacionales e internacionales en dramaturgia, así como becas de creación y premios de coproducción. A lo largo de cuatro décadas, la compañía dirigida por Rubiano ha llevado sus producciones a más de 35 festivales internacionales en Europa, Suramérica, México y Estados Unidos, y sus textos han sido traducidos y representados por grupos en distintos países. Entre sus obras destacadas están Mosca, El natalicio de Schumann o Labio de Liebre.
El FIAV se centrará en cómo el cuerpo interactúa y se expresa a través de las artes vivas, con la participación de 44 compañías locales y 28 internacionales.
Con su experiencia y visión, Rubiano dirige la primera edición del Festival Internacional de Artes Vivas (FIAV) Bogotá 2024. Este festival, que se realiza del 4 al 14 de octubre, presenta una amplia variedad de disciplinas, incluyendo teatro, danza, circo y performance. El FIAV se centrará en cómo el cuerpo interactúa y se expresa a través de las artes vivas, con la participación de 44 compañías locales y 28 internacionales. Las artes vivas son aquellas disciplinas artísticas que se presentan en tiempo real y en directo, donde el cuerpo es central para la creación y la experiencia artística, diferenciándose de las artes visuales o estáticas.
¿Cómo define la relación entre el cuerpo y las artes vivas?
La relación entre el cuerpo y las artes vivas es fundamental. Jean Marie Binoche, director, pedagogo y escultor francés, decía que el actor siempre lleva su instrumento consigo porque "el cuerpo es el instrumento", eso cambió mi visión. Mi maestro Epifanio Arévalo nos hacía dibujar el cuerpo, y muchos no incluían los órganos sexuales, revelando una desconexión con parte de quienes somos. Nos decía que viviendo en Bogotá, cubiertos de capas de ropa, no entendíamos realmente nuestro cuerpo, de ahí surgieron muchos talleres para comprenderlo y entrenarlo. En el escenario, el cuerpo siempre llena el espacio, es lo que da vida.
Además, las obras en las artes también son organismos vivos con una palpitación diaria. No son elementos estáticos, evolucionan constantemente y el cuerpo es el motor de esa transformación. Aunque una obra pueda ser la misma durante años, siempre está cambiando y mutando. Incluso después de una década, seguimos haciendo correcciones y ajustes. Así, cada producción es un organismo lleno de seres vivos, y el FIAV resalta la importancia de esos seres, especialmente en una sociedad que ha maltratado y descuidado los cuerpos a lo largo de la historia.
¿Cómo influye el teatro en la integración del cuerpo en otras disciplinas artísticas representadas en el FIAV, y qué papel juega el cuerpo en la creación teatral?
Para mí, el teatro sigue siendo el núcleo de todas las disciplinas, el punto de partida para lo demás porque la puesta escénica y dramática que se hace con el cuerpo es fundamental. Desde el performance hasta la danza, el circo, los títeres, cada disciplina lleva el cuerpo al centro de la creación. Por ejemplo, los títeres, aunque no son seres humanos, requieren animación, es decir, les damos ánima, alma, transfiriendo nuestra propia corporalidad al muñeco. La danza, en particular, explora zonas del cuerpo que no se suelen entrenar en la vida cotidiana. Mi entrenamiento durante años con maestros de danza ha sido fundamental, ya que la danza crea una conciencia corporal única. Este esfuerzo físico también influye en la mente: un cuerpo entrenado da seguridad, mejora la creatividad e influye en la salud mental. La interacción entre el cuerpo y la mente es constante, por lo que un entrenamiento regular ayuda a sentirse mejor física y emocionalmente, tanto en el escenario como en la vida diaria.
Las artes vivas no solo entretienen, sino que también son una forma poderosa de apoyo emocional y mental, tanto para quienes las crean como para quienes las disfrutan.
¿Cómo se puede combinar la espontaneidad y la estructura en las artes escénicas?
Para mí, la espontaneidad y la estructura se manejan de manera distinta. La espontaneidad tiene lugar en los ensayos, donde se experimenta y se exploran nuevas ideas. Durante esta fase, es importante permitir la improvisación y el juego libre para descubrir elementos y matices que enriquecerán la pieza. Sin embargo, en el escenario, la estructura y la precisión son cruciales. Cada movimiento, gesto y diálogo está meticulosamente ensayado para asegurar que todo salga como se ha planeado. La frase que seguimos es, “en el escenario, se hace lo que se ha ensayado”. Aunque es posible que surjan momentos espontáneos y descubrimientos inesperados, el objetivo es mantener la coherencia y la precisión en la representación final. La preparación exhaustiva durante los ensayos garantiza que la espontaneidad aparezca de manera controlada y efectiva, contribuyendo a una ejecución impecable.
¿Cómo influye el festival en la percepción del cuerpo y su rol, tanto para los artistas como para los espectadores?
Para mí, el festival tiene una importancia significativa porque fomenta la creación de comunidad. Al reunir a una gran cantidad de personas alrededor de las artes, se forma una especie de congregación, donde se celebra y se comparte una experiencia. En una pieza de artes vivas, los actores y actrices son fundamentales, aunque en algunas instalaciones artísticas los cuerpos no sean el foco principal, siempre que hay un intérprete, el público está viendo una manifestación de libertad y creatividad. Esta conexión es profundamente humana y emocional.
El festival ofrece a los espectadores la oportunidad de vivir esta conexión, estableciendo un acto de agradecimiento mutuo que fortalece el vínculo entre el cuerpo del artista y la percepción del público. Además, la vulnerabilidad del cuerpo en el escenario, su exposición y esfuerzo, juegan un papel crucial, pues revelan tanto la fragilidad como la fortaleza inherentes al proceso creativo. Recuerdo un taller de desnudos en la escuela de teatro donde la vulnerabilidad se convirtió en una herramienta para profundizar nuestra relación con el cuerpo. Este tipo de experiencias destacan la importancia de reconocer el poder y la validez del cuerpo en el arte, mostrando cómo la vulnerabilidad puede facilitar una conexión auténtica, tanto con uno mismo como con los espectadores.
Las obras en las artes también son organismos vivos con una palpitación diaria. No son elementos estáticos, evolucionan constantemente y el cuerpo es el motor de esa transformación.
¿Qué prácticas o actividades mantienen su bienestar físico y emocional?
El bienestar es crucial para mi vida artística, y mantener una relación sana con mi cuerpo es fundamental. Me gusta practicar montañismo en lugares como Monserrate y el Cocuy. Aunque antes solía correr, ahora lo evito porque las rodillas sufren mucho. La formación en danza que he recibido me ha permitido desarrollar rutinas de ejercicio en casa, lo que es muy útil para mantenerme en forma. Durante la pandemia, estas rutinas fueron esenciales, las combinaba con escuchar podcasts y escribir, lo que me ayudó a mantenerme activo y creativo.
¿Cómo influyen las artes vivas en la salud mental de los artistas y del público?
Durante la pandemia, por ejemplo, fue evidente que las artes desempeñaron un papel crucial en mantenernos emocionalmente conectados. Aunque las vacunas y otras medidas de salud fueron fundamentales, las artes vivas ofrecieron un respiro vital. Desde las obras en línea hasta las actuaciones improvisadas desde casa, los artistas usaron su creatividad para brindar consuelo y distracción. Esta conexión constante con la cultura y el arte nos ayudó a mantener la esperanza y a sobrellevar la incertidumbre. Las artes vivas no solo entretienen, sino que también son una forma poderosa de apoyo emocional y mental, tanto para quienes las crean como para quienes las disfrutan.
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