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El impacto de la alimentación en la lucha contra la obesidad

En Colombia, la obesidad es un problema de salud pública que requiere cambios en la alimentación. Reducir el consumo excesivo de carbohidratos y fomentar hábitos más balanceados puede marcar la diferencia en la prevención de enfermedades crónicas.

La obesidad es reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una enfermedad crónica. Según la última Encuesta Nacional de Situación Nutricional, en Colombia, el 37,7 % de los adultos entre 18 y 64 años tenía prevalencia al sobrepeso, mientras que el 18,7 % a la obesidad. Esta cifra, más que dar un panorama de esta enfermedad, revela un desafío para la salud pública nacional, pues evidencia la necesidad de realizar cambios en los hábitos alimenticios en un país donde la dieta tradicional es rica en carbohidratos.

Un cambio más allá de la dieta

Modificar un patrón alimenticio arraigado exige más que reducir el consumo de ciertos alimentos; implica una transformación cultural hacia una alimentación balanceada desde la preparación hasta el consumo. Esto es aún más urgente si se considera que “las enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas con la obesidad representan el 75 % de la mortalidad en Colombia”, según la doctora Katherine Restrepo, presidenta de la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo.

Uno de los pasos clave es aumentar el consumo de proteínas, vegetales, frutas y grasas saludables. “En general, todos los alimentos son necesarios. Lo ideal es que sean lo más naturales posibles, no ultraprocesados; que sean, como les digo a los pacientes, de la tierrita al plato”, explica Leonor Zuleta, nutricionista adscrita a Colsanitas.

Sin embargo, una alimentación saludable no depende solo de los ingredientes, sino también de las porciones y la frecuencia de consumo. La nutricionista Andrea Mosquera, también adscrita a Colsanitas, destaca que, “adaptarse a una periodicidad de consumo, permite controlar posibles ingestas excesivas o insuficientes”. Para facilitar esta regulación, ambas especialistas sugieren usar la mano como medida: un puño para harinas, una palma para proteína y dos palmas para verduras.

El reto de la alimentación en Colombia

En el país, uno de los principales desafíos es la preferencia por los carbohidratos como la papa y el arroz. “Nosotros somos más propensos a consumir estos alimentos que frutas y vegetales”, afirma la doctora Mosquera. Por ello, recomienda complementar la dieta con grasas saludables y granos integrales, además de mejorar hábitos como la masticación y la organización de horarios de comida.

En cuanto a las porciones, la doctora Zuleta sugiere hacer una distribución adecuada en el plato y “servir los alimentos en platos pequeños, de tal forma que se vea una porción abundante. Así podrá empezar a consumir de forma más sencilla más frutas y verduras, junto con una porción de carne proporcional y una cantidad moderada de harina”. Estos sencillos ajustes visuales y prácticos no solo ayudan a mantener el equilibrio nutricional, sino que también le facilitan generar una mayor percepción de saciedad.

Más allá de la alimentación: la conciencia nutricional

Comer es mucho más que un acto automático para calmar el hambre o llenar un vacío emocional, pero pocas veces nos detenemos a preguntarnos qué estamos comiendo y por qué lo hacemos. ¿Realmente tenemos hambre o solo buscamos consuelo en la comida? La doctora Leonor Zuleta destaca la importancia de hacer esa pausa y reconocer nuestras señales internas: “Saber si tengo hambre o simplemente tengo ansiedad, a la par de evitar comprar cosas que no se necesitan”. Aprender a escuchar el cuerpo y ser conscientes de nuestras elecciones alimenticias no solo ayuda a evitar el consumo excesivo, sino que también fortalece una relación más saludable y equilibrada con la comida.

Fomentar esta relación alimenticia desde la infancia es crucial para transformar los patrones alimenticios culturalmente arraigados en los colombianos. Según la nutricionista Mosquera, “si papá y mamá comen frutas y vegetales, seguramente los hijos también lo van a hacer”. Por ello, recomienda que la educación nutricional comience en casa, a través del ejemplo de los padres y la participación de los niños en la elección de alimentos y la actividad física.

El papel del ejercicio en una alimentación saludable

Si bien la alimentación es fundamental para prevenir la obesidad, debe complementarse con actividades que impliquen un esfuerzo físico. La OMS recomienda realizar una hora de ejercicio seis días a la semana. No obstante, la sugerencia de la doctora Zuleta es iniciar con 20 o 30 minutos diarios de actividad física y aumentar progresivamente la duración hasta alcanzar la recomendación.

No obstante, cambiar los hábitos alimenticios no es solo responsabilidad de las familias. También requiere la participación del sistema educativo y el compromiso de las políticas gubernamentales. La doctora Restrepo subraya que “es necesario mejorar el acceso a alimentos saludables y a servicios de salud para reducir la obesidad y, con ello, prevenir enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares”.

El reto está sobre la mesa: transformar la cultura alimentaria en Colombia es una tarea colectiva que exige compromiso y acción desde todos los sectores de la sociedad.