La resiliencia es un término de la física adaptado a la psicología para señalar que una persona es capaz de afrontar situaciones adversas y salir de ellas de la mejor manera posible.
Cuando una situación difícil demanda un esfuerzo mayor, se requieren más recursos para lograrlo. Estas son algunas herramientas que se pueden inculcar en los niños para facilitar sus procesos de adaptación y evitar un alto costo emocional.
-Capacidad de afrontar: es una herramienta que nos permite establecer estrategias cognitivas, conductuales y emocionales para afrontar las circunstancias. Los niños y adolescentes necesitan que los adultos les permitan entender sus dificultades y les brinden recursos para afrontarlas, sean grandes o pequeñas.
Un ejemplo: mostrarles a los niños que podemos elegir diferentes formas de pensar o actuar dependiendo de las situaciones que tenemos que afrontar.
-Aceptar el cambio: Los procesos de cambio (colegio, ciudad, amigos) son circunstancias que requieren apoyo y orientación para adaptarse, y ahí está implícita la resiliencia, la capacidad para flexibilizarse y acomodarse a nuevas circunstancias.
Por ejemplo, hablar con los niños y adolescentes de las condiciones cambiantes, sus ventajas, desventajas, y los aprendizajes que deja cada una. Contar alguna experiencia en que los padres han tenido que adaptarse a algún cambio.
-Flexibilidad: Es una característica importante para asumir los cambios. Incluso hay personas que desde la infancia tienen una mayor capacidad de ser flexibles en su manera de ver el mundo, eso depende de su entorno y crianza. Ayudarlos a ser más flexibles frente al cambio, nuevas ideas, conceptos, formas de ver la vida, ayudan a fomentar la resiliencia.
Por ejemplo, proponerles imaginar escenarios en donde asumimos distintos roles y soluciones a las condiciones adversas que podamos crear. Un barco que choca con un iceberg, una casa en el árbol que se enfrenta a una ventisca…
-Gestionar las emociones: Miedo, tristeza, ansiedad, alegría y satisfacción son emociones que generan distintas sustancias en el organismo. Cuando se habla de procesar las emociones no es solamente decirles “tienes que ser fuerte o debes meterle la ficha”, se trata de hablar con ellos y explicarles que son sentimientos naturales.
Por ejemplo, proponer actividades como escribir, colorear, conversar, entre otras, en las que sea posible hablar de las emociones, y comunicarlas con palabras, formas, símbolos, dibujos o figuras.
-Adaptación: los niños tienen una capacidad de adaptación de acuerdo con su edad y su nivel de desarrollo. Depende si está en pre escolar, primaria o bachillerato, o su tipo de educación (confesional o no). Un niño pequeño procesa una situación de forma concreta, y un adolescente es más reflexivo y crítico.
Formar niños resilientes
Aunque hay distintos tipos de personalidades y rasgos característicos en niños y adolescentes que van evolucionando a lo largo de la vida, todos son susceptibles al cambio, siempre y cuando se den las herramientas y el acompañamiento para ello.
La resiliencia no se enseña, pero los adultos proporcionan al adolescente las herramientas para que pueda procesar sus pensamientos y emociones, de acuerdo con su edad y nivel cognitivo.
-Esperanza: es importante que tengan la seguridad de que van a estar bien. No hay certezas porque la vida está llena de incertidumbre, pero hay que hablar de la esperanza como una oportunidad, pues a pesar de que no sabemos cómo será el futuro, podemos tener la esperanza de que lo vamos a resolver.
-Redes de apoyo: es fundamental enseñarles que si no encuentran la forma de resolver el problema, pueden contar con su red de apoyo (amigos, hermanos, pares) que pueden apoyarlos. Eso les da una sensación de esperanza que se convierte en una herramienta muy importante.
*Con asesoría de la psicóloga clínica Elizabeth Linares Pardo, docente de Unisanitas.
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