Cada colombiano usa, en promedio, 24 kilos de plástico al año. Menos de un tercio de este material se recicla.
ebido a la pandemia por Covid-19, miles de millones de mascarillas, guantes, productos médicos y empaques de comida para llevar se han unido a la creciente masa de desechos plásticos que terminan en los vertederos y en el mar. Según un informe de la ONU, después de ser utilizados y desechados, los productos hechos con este material se descomponen en trozos muy pequeños que terminan contaminando las fuentes hídricas y el aire. Además, la fauna consume estos microplásticos y tarde o temprano, regresan a nosotros a través del agua potable y los alimentos. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), los seres humanos consumen semanalmente el equivalente en plástico a una tarjeta de crédito, lo que conlleva problemas de salud.
“Aunque el reciclaje es una medida importante para disminuir los desechos plásticos, lo mejor que podemos hacer es reducir al máximo la cantidad de plástico que generamos”, dice Tatiana Céspedes, coordinadora de campañas de Greenpeace Colombia, organismo que contabilizó el consumo de plástico per cápita de los colombianos: 24 kilos al año. Por ello, ofrece algunas recomendaciones para poner un granito de arena o, más bien, quitar un granito de plástico de los rellenos sanitarios y de los océanos.
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Evitar el uso de pitillos o de cubiertos desechables. En el mercado existen opciones de todas las marcas, materiales y precios, diseñados especialmente para llevar a cualquier parte. Cuando ordene su bebida en cualquier restaurante, recuerde agregar: “sin pitillo, por favor”.
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Llevar una botella reutilizable para el agua. Es una alternativa que además de ayudar al medio ambiente, puede significar en un ahorro. Si no hay más remedio y necesita comprar agua embotellada, haga lo posible por reutilizarla o asegúrese de que lleguen a un reciclador. No es recomendable lavarlas a menudo ya que el desgaste del material puede generar un ambiente propicio para las bacterias, según un estudio publicado en la revista Canadian Journal of Public Health.
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Asegurarse de que los productos que compre no tengan “microesferas”. Las microesferas son partículas plásticas que pueden encontrarse en exfoliantes faciales, cremas de dientes y otros productos de limpieza. Estas viajan por el desagüe y como las plantas de tratamiento no pueden filtrarlas, las microesferas llegan a los ríos, contaminándolos.
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Usar bolsas reutilizables para mercar y llevar siempre una. De nada sirve tener diez bolsas reutilizables en casa y comprar una nueva en cada visita al supermercado. También ayudan las maletas y los morrales.
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Comprar a granel. Además de ser sostenible y económico, puede ser incluso más saludable. ¡Cero envases! Hay cada vez más tiendas y mercados que incluyen esta forma de mercar. No olvide una bolsa de tela.
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Preferir los productos bio amigables. El cepillo de dientes de bambú, la copa menstrual, las bolsas de basura compostables, las afeitadoras reusables, los cubiertos de bambú, los filtros de café de tela… y muchos productos más que sustituyen a los de plástico son cada vez más fáciles de encontrar en tiendas especializadas.
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Pensar que “una golondrina sí puede hacer verano”. Aunque las grandes industrias tienen mayor responsabilidad frente al impacto que generan en el ambiente, los cambios en la mentalidad del consumidor crean presión sobre los productos que se comercializan. Al final, comprar solo lo necesario es la mejor forma de aportar.
*Periodista de Bienestar Colsanitas
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