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Rocio Arias Hofman

Rocio Arias Hofman: una estudiosa incansable de la historia de la moda

Fotografía
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Una de las mujeres que más conoce el camino de la moda colombiana es esta madrileña. Politóloga, periodista, lectora y mamá de dos adolescentes. Un breve recorrido por el aprendizaje constante de la vida de Rocio.

Estaba inscrito en su ADN. Rocio Arias Hofman no es una mujer de líneas rectas. Su camino no se ha trazado siguiendo un orden predecible. Mucho menos si el orden es el que otros imaginan para ella. Su mamá y su papá la perfilaban como una exitosa diplomática, pero, antes de terminar su carrera como politóloga, Rocio decidió encaminarse a un voluntariado en África. No logró llegar a su destino pero sí aterrizó en el Golfo de Urabá, en Colombia, para atender niños en situación de abandono. Trabajo que luego replicó en Bogotá, de la mano del padre Javier de Nicoló. Fueron años recorriendo el país y sus realidades, desde el Chocó hasta el Vichada, pasando por Antioquia, Cundinamarca y muchas regiones más. Aprendió incluso enfermería para poder atender población vulnerable de todas las edades. Años después revisitaría estos territorios, pero con una mirada hacia el arte, desde su plataforma Moda viva, que unió artesanos de más de 20 departamentos del país con creativos de la moda nacional.

Más adelante puso su creatividad y su disciplina  al servicio de la comunicación. Durante su trabajo como productora ejecutiva del servicio informativo de RCN, Rocio se inventó los sets flotantes para transmitir noticias. Sacó a los presentadores del estudio y los mandó a la bahía de Cartagena. Y luego quiso sacar del molde a las presentadoras de entretenimiento. Empezó a vestirlas con prendas de diseñadoras colombianas creadas exclusivamente para esos momentos. “Le pedía a Silvia Tcherassi, a Francesca Miranda o Judy Hazbún que integraran en sus propuestas el contexto político del lugar. Que mezclaran lo que nos narraba el territorio. No quería ver a las presentadoras vestidas de cualquier manera”, explica. Pasó también por Publicaciones Semana y la revista El Malpensante, donde no solo edita las ediciones de moda, sino que fue la artífice del reconocido Festival Malpensante.Más adelante, un poco más decantada, Rocio mezcló su amor por la literatura y la moda colombiana y empezó a leer en clave de moda, y, lo más importante, a contar esos hallazgos que revelaban su investigación y su lectura. Hoy es una voz firme y experta de la moda colombiana, pero la moda arraigada al territorio. A las fibras que se reconocen en nuestra selvas, a las tejedoras que narran sus historias mientras dan la puntada final a una manta, a los diseñadores que no se cansan de escudriñar en los procesos artesanales de las comunidades de nuestro variado y multicultural territorio.  Rocio está aquí para hacer tejidos también. Para cruzar, entender, educar a quienes tienen curiosidad por entender que la moda es toda una declaración de cultura, de identidad y origen. Ella no para, es curiosa por nacimiento: “Todo el tiempo tengo burbujas internas, globitos que explotan y me revelan mundos y posibilidades”, afirma. Esa línea sinuosa que ha sido su vida está muy marcada por la lectura, el compromiso con las personas de toda suerte de procedencias, la búsqueda de la belleza a través de las expresiones del arte y la comprensión del relato como memoria esencial de la sociedad.

Empecemos hablando de la familia de su infancia. ¿Cómo era esa casa en la que vivió sus primeros años?

Yo me crié sin televisión por una decisión familiar.  Nací en el 70.  Mi papá era republicano, ingeniero aeronáutico, casado con una mujer holandesa, filóloga árabe. Éramos cuatro hijos. Un hogar divino donde recibimos estímulos constantes. A diferencia de lo que me pasa hoy con mis adolescentes, que no solo reciben estímulos de Andrés (mi esposo) y yo, sino que  tenemos toda la influencia digital, que se convierte un poco en una lucha. En ese tiempo la lectura atravesaba todo y yo soñaba con escribir, pero no sabía muy bien cuál era la forma que iba a tomar esa intuición.

“Si me preguntan por lo últimos 25 años de la moda colombiana, básicamente necesito abrir mi closet y ahí está”.

Llegó a Colombia para hacer trabajo social y luego ingresó a los medios de comunicación. ¿Cómo fue esa transición?

Yo hice la Maestría en Periodismo de la Universidad de los Andes y después me fui a trabajar con Daniel Coronell en el noticiero NTC. Yo le decía: “Pero yo cómo voy a ir a trabajar contigo, si soy politóloga, escribo largo. A mí me gustan los relatos. No tengo ni televisor en la casa”. Y me dio un adelanto del salario y me mandó a comprar un televisor. Empecé haciendo reportería, estuve en el terremoto de Armenia, en el Chocó, luego tuve que cubrir la Procuraduría, campañas electorales y luego nos fuimos para RCN. Yo era la productora ejecutiva de todos los servicios informativos. Pero, además, hacía un programa de libros. En realidad, dos: Tiempo para leer y Venga le cuento. Recomendaba libros con una estructura. Aunque como productora ejecutiva tenía unos retos muy grandes, siempre le sacaba tiempo a los programas porque era lo que más me gustaba.

Y su relación con la moda, ¿dónde se origina?

Nace de mi abuela y mi mamá. En mi casa ha habido un gran interés por la calidad de los textiles. A los 12 años mi mamá me hizo suscriptora de la revista Marie Claire, así que a los 20 años yo ya tenía una mirada muy estética de la moda. Además, mi abuela era una coleccionista de antigüedades muy reconocida. Y, más adelante, empecé a hacer el ejercicio de leer ficción en clave de moda. Ahí empecé a construir una biblioteca. Hoy tengo 187 títulos. Pero además trabajé con una griega de estilo y refinamiento excepcional: Yota Karanasiou. Ella tenía una compañía de importación a España. De pret-à-porter. Iba a todas las ferias de moda de Europa y compraba colecciones. Luego, en el Hotel Palace, en Madrid, alquilaba una suite para mostrar sus productos y llegaban las dueñas de las boutiques; también venía la Reina de España a comprarle. Yo era su traductora de inglés y francés y luego fui hasta modelo de sus showrooms

¿Y cuándo puso su mirada en la moda colombiana?

Cuando tuve el dinero para hacerlo empecé a gastar mucho en libros y en ropa de diseñadores colombianos. Me compraba ruanas y las lucía feliz, y me decían: “Uy, a ti te queda bien esa prenda porque eres extranjera”. Yo no entendía esos códigos culturales, me dejaban muy sorprendida. Por fortuna, eso ha cambiado. Así que empecé a conocer de primera mano el trabajo de los diseñadores. De hecho, si me preguntan por los últimos 25 años de la moda colombiana, básicamente necesitan abrir mi clóset y ahí está. Luego decido renunciar al mundo corporativo y “salgo del clóset” para dedicarme solo al análisis de la moda y de ese mercado. Y llega Germán Arciniegas, que escribía tan bello, y dice que Bogotá es una ciudad sentada en una silla verde, en alusión a las montañas y a la Sabana. Me quedé con esa frase, abrí un blog, luego me compré una plataforma y abrí la revista digital. Y desde ahí empecé a escribir lo que se transformó en sillaverde.com.co 

¿Qué es Silla Verde?

Es una compañía boutique dedicada a la investigación del ecosistema moda que genera contenidos para clientes del sector público y privado en Colombia. Incluye tres medios de comunicación: podcast (Relatos a fuego lento), página web (sillaverde.com.co) y la revista impresa La Malpensante Moda. Así como seis servicios profesionales de consultoría y curaduría para clientes. La moda es muy compleja y está ubicada en un punto equidistante entre el negocio y el arte. Ese es el lugar donde está la Silla Verde. Mira el hecho artístico y el fenómeno del negocio. Yo investigo sobre procesos técnicos, creativos y modelos de negocio en la industria de la moda colombiana. Empecé realmente con Pilar Calderón, en su revista Diners. Hicimos muchas portadas con  diseñadores de moda. Mientras, alimentaba mi emprendimiento y, finalmente, me convertí en un estudio de investigación del ecosistema de moda colombiana. Pueden contratar nuestros servicios para una conversación local, para agendar foros especializados, moderar conversaciones públicas, asesorías para generar proyectos productivos entre comunidades artesanas y diseñadores contemporáneos, performances, producciones con artistas y exposiciones.

- Este artículo hace parte de la edición 196 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.

Mónica Diago

Mónica Diago es editora de la revista Bienestar. Ha trabajado principalmente como periodista ambiental, pero desde que se convirtió en mamá ha enfocado su trabajo en visibilizar la importancia de la crianza consciente y respetuosa. Disfruta las caminatas, las montañas, los ríos y los libros ilustrados infantiles.