Una menopausia antes de los 40 años no solo significa el fin de la vida fértil. La autora reflexiona sobre las consecuencias de su menopausia prematura y cómo ha afrontado esta etapa de su vida.
a cantidad de óvulos que tiene cada mujer queda definida desde antes de su nacimiento. En el útero materno el feto femenino produce la cantidad de ovocitos (cientos de miles) que luego madurarán y se convertirán en óvulos (cientos), que podrán ser fecundados y que cada 28 días saltarán del ovario a las trompas de Falopio como parte del ciclo menstrual. En algún momento de la vida de las mujeres los óvulos se acaban, y concluye también el ciclo menstrual. Este fenómeno se conoce como menopausia, y generalmente ocurre entre los 45 y los 50 años de edad.
Por eso, cuando a mis 37 años comencé a sentir calores, me costó asumir que quizás mi reserva de óvulos se había acabado. Los calores no fueron el primer síntoma: el acné invadió casi toda mi cara en forma agresiva. Como alguien que ha tenido problemas hormonales toda su vida, y cuyo acné deriva de ellos, sospeché que algo estaba mal. Había dejado de lactar a mi hijo después de 2 años y 8 meses, tiempo durante el cual mi cuerpo se acopló a producir leche y a seguir un ciclo menstrual muy estable y sin contratiempos. Pero tan pronto paré de dar pecho a mi hijo, mi cuerpo enloqueció. Primero vino el acné, y luego se fue la regla. Primero tuve un retraso de dos meses. Luego regresó normal otros dos meses más y después se fue del todo.
La última regla que tuve la viví durante un puente festivo en el que me escapé a Providencia con una amiga, también madre y escritora. Habíamos planeado ese viaje liberatorio durante meses. Allí, en el mar, cerré la etapa de apego intenso con mi hijo, pues era la primera vez que me alejaba por más de dos noches de su lado. Aunque no lo sabía, en ese viaje también estaba despidiendo la menstruación, que me había acompañado desde los 13 años.
Los calores comenzaron poco después de ese viaje. La sensación de estar quemándose de adentro hacia afuera es muy intensa, mientras la cara comienza a ponerse roja y sudorosa, y una siente la vergüenza de no entender qué pasa ni de dónde viene el deseo casi irrefrenable de quitarse la ropa y pararse frente a una ventana abierta, o un ventilador. También llegó el insomnio: noches en vela sin poder conciliar el sueño, que siempre había sido un amigo fiel y fácil de encontrar.
Me invadió una sensación de fatalidad, una angustia intensa, profunda, que me hacía imaginar toda serie de escenarios catastróficos. Así como un desdén intenso por el mundo, por los demás. En cada largo retraso me hice una prueba de embarazo. Más para tener una respuesta que ayudara a avanzar un diagnóstico certero, que porque pensara que en efecto estaba embarazada. Sabía que algo iba mal. Que nada de eso era normal. Mi curiosidad periodística me indicaba que podía ser una menopausia precoz, pero tenía miedo de que me dijeran que simplemente debía calmarme y que mi regla regresaría. Quería exámenes. Quería un dictamen médico.
"De la menopausia precoz se habla muy poco. De por sí la menopausia, un proceso por el que pasamos todas las mujeres, está marcada por un velo de secretismo y misterio. A casi ninguna nos preparan para asumirla".
Fue así como busqué a un ginecólogo endocrinólogo, quien al verme entrar a su consultorio me preguntó quién me había remitido a su consulta. “Me remití yo misma, doctor”, le contesté. Después de escucharme cerca de diez minutos, me acompañó a la puerta con una orden para hacerme exámenes de sangre y evaluar mi colesterol, tiroides y un cuadro hemático. También me hicieron exámenes para medir la hormona folículo estimulante, la hormona luteinizante y el estradiol (niveles de estrógeno).
Los resultados no dejaron dudas: a los 37 años mi cuerpo se encontraba inmerso en un proceso menopáusico irreversible. Una semana después salía de nuevo del consultorio con la orden para comenzar, de inmediato, la terapia de reemplazo hormonal.
De la menopausia precoz se habla muy poco. De por sí la menopausia, un proceso por el que pasamos todas las mujeres, está marcada por un velo de secretismo y misterio. A casi ninguna nos preparan para asumirla. Nos tratan de enseñar acerca de la primera menstruación, y algunos aspectos del embarazo y el parto. Pero el fin del ciclo fértil del cuerpo femenino, sus consecuencias y sus síntomas, se discuten poco. La imaginación popular la asocia a la vejez, a una “salida del mercado”, al fin de una vida útil y reproductiva. Quizás por eso nadie le advierte a uno que otro de los síntomas, quizás el más incómodo, es la resequedad vaginal. Y no es algo que se deba tomar a la ligera. Es terrible y doloroso. Así como lo es la pérdida de libido, los dolores de cabeza y la sensación incontrolable de desasosiego, mal genio y tristeza.
Aunque una de cada 100 mujeres menores de 40 años entra en este proceso de manera anticipada, muchas no reciben diagnósticos certeros a tiempo. “Muchas veces se asume que existe una alteración en el ciclo o un ovario poliquístico, entonces la solución es mandar un anticonceptivo oral. El problema puede pasar años enmascarado. Porque reaparece una menstruación y ya”, me aseguró el ginecólogo endocrinólogo y especialista en menopausia, Germán Barón, profesor de la Universidad del Bosque, la Universidad Militar Nueva Granada, la Universidad de la Sabana y la UDCA.
"En pocas palabras, una menopausia antes de los 40 años no solo significa el fin de la vida fértil. Las consecuencias pueden ser mucho más graves".
El problema es que la falta de diagnóstico puede implicar un peligro para la salud y la vida misma, pues el riesgo de enfermedad cardiaca en mujeres con insuficiencia ovárica prematura aumenta más de un 50 por ciento. La razón es que dejamos de producir estrógeno antes de tiempo, y esta hormona no solo regula el ciclo y permite la ovulación: también mantiene en buen estado los vasos sanguíneos y controla los niveles de colesterol en el organismo. Con la menopausia precoz también aumenta el riesgo de osteoporosis, depresión y demencia temprana. En pocas palabras, una menopausia antes de los 40 años no solo significa el fin de la vida fértil. Las consecuencias pueden ser mucho más graves, y por eso la terapia de reemplazo hormonal se convierte en la manera más recomendada para proteger al cuerpo de un envejecimiento acelerado.
Ahora bien, ¿por qué algunas mujeres tienen menopausia prematura? No hay certezas, pero se sabe que está ligada a las enfermedades autoinmunes, en especial al hipotiroidismo. También puede ser consecuencia de cirugías en los ovarios y de la quimioterapia. Inciden, así mismo, otros factores hereditarios y genéticos. Lo cierto es que es un proceso difícil en el plano emocional, que requiere un duelo y una aceptación. No sé si ya lo acepté, todavía espero que me llegue la regla casi todos los meses. Jamás se me ocurrió pensar que extrañaría un cólico menstrual, o que la vida me cerrara la puerta a la posibilidad de un segundo embarazo. Lo cierto es que agradezco haber obtenido un diagnóstico a tiempo.
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