Cada taza de café carga una historia diferente que radica en su origen y su proceso. Conozca los planes que ofrecen estas cinco fincas cafeteras colombianas para recorrerlas y degustar sus sabores.
esde la recolección del fruto que da el árbol hasta el primer sorbo que prueba el paladar, el universo del café tiene tantas historias como viajeros. Presentamos tres fincas en Cundinamarca, una en Quindío y otra en Caldas que abren sus puertas para que los visitantes recorran, de la mano de los expertos, el proceso de elaboración de la bebida insignia del país.
Hacienda San Alberto
En Quindío, a 40 minutos de Armenia, cerca del municipio Buenavista, en las faldas de la cordillera central, se ubica esta hacienda compuesta por distintos lotes que van de 1.450 a 1.800 metros sobre el nivel del mar. La historia de San Alberto, el café más premiado de Colombia, se remonta a 1972 y se sustenta en los pilares de las características del terreno donde se cultiva. La selección manual en cinco de sus etapas: en árbol, en cereza, en pergamino húmedo, en verde y por catación, y la receta única ensamblada por el catador de la finca hacen de este un café único.
Los recorridos para visitantes pasan por la plantación de cultivos, por una zona de experimentación en la que evalúan nuevas variedades y manejos del árbol, por las instalaciones agroindustriales en las que ocurre la transformación del pelado al secado y termina en el laboratorio de catación. Allí se prueban, de la mano de baristas, los diferentes métodos de preparación: en cafeteras Chemex, cono de goteo y sifón de vacío. Además, se hacen maridajes con rones y mieles, y experiencias de sabores en una catación lenta molecular que cambia la textura de la bebida en caviar de café, cristales y espuma.
La Palma & El Tucán
A 20 minutos de Zipacón, en Cundinamarca, los turistas del hotel La Palma & El Tucán se despiertan en cabañas construidas en madera en medio de un cafetal en el que se pueden apreciar más de 120 especies de aves. En este terreno, ubicado a 1.800 metros sobre el nivel del mar, con una temperatura promedio de 22 grados centígrados durante el día, y hasta 10 en la noche, no se usan pesticidas, herbicidas, ni fertilizantes químicos. Aquí se aplican los principios de la agricultura sostenible y se consumen alimentos sembrados en la huerta orgánica de la finca.
Todos los días llegan visitantes a quienes, con previa reserva, se les guía por un recorrido en el que ellos mismos pueden recoger cerezas de café. Comienza con el proceso de germinación de la semilla en campo, pasa por la zona de beneficio –donde se ubica la planta de producción y transformación del fruto al grano seco–, se observa el lavado, la fermentación, el secado en marquesina y termina en el laboratorio de cata, donde se retira el pergamino (la última cáscara del grano), se trilla, tuesta y muele. Finalmente, antes de consumirlo, abren un kit de nariz del café diseñado por un enólogo francés con 36 esencias de precursores de aromas y sabores que sirven para entrenar la memoria olfativa y así encontrar en el café notas y variaciones como si fuéramos catadores profesionales.
Hacienda Venecia
En Caldas, por la carretera que conduce entre Manizales y Chinchiná, se ubica esta finca asentada en un terreno que sube de 1.300 a 1.600 metros del nivel del mar. La zona, rica en suelos volcánicos, cuenta con 203 hectáreas distribuidas en casas para el alojamiento de turistas con todo tipo de presupuestos de viaje. El concepto del recorrido de la Hacienda Venecia consiste en entender una taza de café. Sus guías cuentan la historia de la bebida, las características de las diferentes calidades del mundo y los procesos que ejecutan distintas culturas en todo el mundo. Después de conocer de cerca todo el proceso que va desde la siembra hasta el paso por la tostadora, los visitantes profundizan la experiencia sensorial en la catación y terminan con un almuerzo. Adicionalmente, dentro de las diferentes actividades que ofrece la hacienda, se encuentran experiencias con cacao y plátano.
Cafetal de La Trinidad
A dos horas de Bogotá, en la provincia del Tequendama, en el camino hacia Mesitas del Colegio, se encuentra este cafetal que se estableció como finca en 1894. La casa, que cuenta con cuatro habitaciones, ofrece hospedaje para ocho personas y un recorrido que explica el proceso del grano a la taza de café. Las 300 hectáreas, distribuidas entre los 1.400 hasta los 1.700 metros de altura, pueden atravesarse en caminatas o cabalgatas mientras los guías explican las diferentes variedades de cafés sembrados. En el recorrido se hace una parada estratégica en la fábrica que exhibe máquinas inglesas y estadounidenses que llegaron al país en 1920. Dependiendo de las necesidades y los gustos de los visitantes, pueden programarse talleres con baristas, observación de aves con un guía profesional y almuerzos personalizados.
Hacienda La Arabia
En Viotá, al sur de Cundinamarca y a un kilómetro y medio de la inspección San Gabriel, se ubica esta quinta construida por un explorador francés que llegó al predio después de la Guerra de los Mil Días. Fascinado con el entorno y el café que se producía en los al rededores, exportó durante años el grano a París y se asentó con su familia en esta casa que hoy hospeda a grupos de máximo 12 personas. Desde el terreno, a 1.200 metros de altura sobre el nivel del mar, con una temperatura promedio de 23 grados centígrados, se aprecia la sabana de Bogotá y el paisaje montañoso. El recorrido cafetero conduce, a cuatro kilómetros de distancia, a una zona de beneficio establecida en un edificio de cinco pisos en el que se encuentran exhibidas máquinas de finales de siglo XIX y de principios del XX, un patio de secado cubierto y espacios destinados para conocer las técnicas de antaño y degustar una taza de café elaborada a partir de procesos contemporáneos.
Foto de apertura cortesía Hacienda Venecia, Manizales (Caldas).
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