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Bienestar Colsanitas

Ratones de biblioteca en los barrios

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Desde hace casi 40 años, la Fundación Ratón de Biblioteca lleva libros, historias, charla y juegos a los barrios pobres de Medellín.

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o soy una leona. Sí, me gusta leer”. Esta fue la respuesta que me dio Sandra Zuluaga, directora de la Fundación Ratón de Biblioteca, cuando le pregunté cómo se definía. La Fundación nació en 1981 con la idea de promover la lectura en los barrios populares de Medellín. La idea era enseñar estrategias para incrementar el amor por la lectura en quienes acompañan a los niños —familias y educadores—. Nació de la idea de que a niños, niñas y jóvenes hay que alimentarlos con algo más que verduras y carne: hay que permitirles roer las palabras, comerse las historias, así como a veces se les deja comer hierba del jardín para que consigan defensas.

Su fundadora, Clemencia Gómez, conoció las cajas viajeras de libros en un viaje a Francia, y quiso traer esa estrategia de fomento a la lectura a Colombia para ofrecer una alternativa cultural a Medellín, una ciudad que en los años ochenta del siglo pasado sufría toda la fuerza de la violencia provocada por el narcotráfico.

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Durante sus primeros diez años, la Fundación apoyó bibliotecas populares, comunitarias y parroquiales. En esos lugares organizaba actividades de promoción de la lectura. Luego se creó el primer centro de lectura en el barrio Villa del Socorro, que en la década del noventa tuvo que cerrarse por el recrudecimiento de la violencia en ese sector de la ciudad. Aún hoy en día, cuando los barrios tienen problemas de orden público se cierran las sedes de la Fundación, para garantizar la seguridad de los niños y los promotores de lectura. Sin embargo, aclara Sandra Zuluaga, los actores del conflicto urbano en la capital antioqueña en general respetan las bibliotecas y sedes de la Fundación, porque han visto que benefician a toda la comunidad, incluso a sus propias familias.

Las primeras sedes de la Fundación Ratón de Biblioteca empezaron como “centros de lectura”, y se alejaban de la concepción clásica de biblioteca, que los niños veían como un templo silencioso y aburrido al que “toca ir para hacer tareas”. En los centros de lectura, además del amor por los libros, se buscaba generar espacios de encuentro en comunidad, donde se pudiera acceder a literatura de calidad, pero también donde el territorio mismo y sus habitantes pudieran ser considerados objetos de lectura, conversación y creación. Por ejemplo, para Nilda, una promotora de la Fundación, la primera lectura que debe hacer un promotor es la del territorio donde va a trabajar y las personas que lo habitan, porque “es a través de la lectura del otro que podemos transformar”. Para ella, la lectura es una forma mágica de conectarse con los demás, y para que el ser humano se piense y se viva.

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Esta es una biblioteca. Por favor, haga ruido

Las bibliotecas de Ratón no son lugares silenciosos. En ellas, además de leer se cocina, se canta, se juega y hasta se cuentan chismes. Será por ello que Isabel, una de las usuarias más pequeñas, una bebé que vive al frente de una de las bibliotecas, cuando quiere ir señala enérgicamente la sede con su dedo, y llora si no la llevan.

En últimas, estas sedes de la Fundación son algo más que una biblioteca: son refugios, o como dice Yisela, una de las visitantes: “cariño, familia”. Yisela tuvo su última hospitalización hace poco, fue una de las más largas. Cuando salió de la clínica, Ratón fue uno de los primeros lugares que visitó. Y es que en la biblioteca ha encontrado las palabras que la leucemia le escondió.

Debido a su enfermedad, Yisela estuvo en coma, y al despertar se encontró con que había perdido su capacidad de hablar. En su mente tiene claro lo que quiere decir, sin embargo, se le dificulta llevar sus ideas al habla. De la mano de una promotora de lectura llamada Vicky y de sus compañeras, Yisela ha progresado en su determinación de comunicarse de manera fluida. Ella utiliza palabras contundentes para expresarse. Cuando le preguntamos cómo se siente frente a su enfermedad, responde de manera categórica:

—Situación. —Y agrega: —Quedar atrás o seguir.

Ratón de Biblioteca ha significado una fuente de apoyo para las madres que buscan herramientas para acompañar el desarrollo intelectual de sus hijos. Por ejemplo, una de ellas nota la diferencia en su relación con sus dos hijos. Dice:

—Con el más grandecito nunca vine a la biblioteca y con el más pequeño vine desde que estaba embarazada. Hoy que son adolescentes, con el que nunca vine me cuesta mucho conversar, solo me habla con monosílabos, mientras que el menor me cuenta qué le pasa, siente confianza en mí.

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En los centros de lectura, además del amor por los libros, se buscaba generar espacios de encuentro en comunidad, donde se pudiera acceder a literatura de calidad, pero también donde el territorio mismo y sus habitantes pudieran ser considerados objetos de lectura, conversación y creación”. 

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La Fundación en la actualidad

Hoy en día, Ratón de Biblioteca cuenta con cuatro centros de lectura en los barrios Villatina, Guadalupe, Raizal y La Esperanza; tres de ellos son patrocinados por la empresa Familia. También cuenta con el apoyo de la Fundación Éxito, que financia el taller Paramá Parapá, dirigido a madres gestantes y familias con hijos hasta los seis años.

Sus programas están dirigidos a un amplio público, que abarca desde mujeres embarazadas hasta adultos mayores. Y no están enfocados solo hacia la promoción de la lectura: la Fundación también ofrece a la comunidad programas de conversación en inglés, concursos de cuento, periodismo barrial, conversación entre adultos mayores, encuentro con autores y artistas y otros más. Todos tienen entrada libre, y pueden consultarse en la página web www.ratondebiblioteca.org. La fundación también realiza procesos de formación a maestros en otras ciudades como Bogotá, Cali y Barranquilla.

 

Fotografías cortesía Fundación Ratón de Biblioteca

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Natalie López Valencia

Periodista de Bienestar Sanitas. Con la colaboración de Alexandra Franco, nutricionista de Colsanitas.