La maternidad tardía tiene ventajas y desventajas. Los riesgos existen, pero con controles prenatales y la ayuda de la tecnología cada vez es más fácil llevar a buen término un embarazo de este tipo.
a escritora caleña Pilar Quintana se separó de su primer esposo a los 39 años. Hasta ese momento nunca había deseado ser madre. Pero con el divorcio llegó también el deseo de procrear, y junto a él un profundo dolor: la convicción de que por su edad, aquello era imposible. “Ya tengo 39 años, me acabo de separar. Ya no fui madre”, se lamentaba.
Su certeza se desprendía de una idea popular: después de los 35 años la mujer “es vieja” y “el cuerpo no está bien para tener hijos”. “Creo que las estadísticas sí son dicientes, pero también es cierto que hay una condena para las mujeres después de los 35 años: que es difícil y riesgoso”, percibe Pilar.
Pilar rehízo su vida y tres años después, a los 42, quedó embarazada muy fácil, sin buscarlo. Pero a las nueve semanas tuvo un aborto espontáneo. Y ese evento fue “una de las cosas más duras y difíciles que me han pasado en la vida”. De hecho, un mes después tuvo un infarto o síndrome del corazón roto, una miocardiopatía provocada por una situación de estrés emocional extrema.
Cuatro meses después volvió a quedar embarazada, también sin esfuerzo. Y todo marchó normal. Aunque ella reconoce que el miedo a una pérdida o a que el bebé tuviera algún problema fue un sentimiento latente en los meses de gestación.
Cuando fue a la primera consulta, su ginecobstetra, Marcela Otálora, no la alarmó ni la juzgó. Por el contrario, la acompaño en todo el proceso para que el embarazo llegara a buen término. En su historia clínica escribió: “Embarazo de alto riesgo, gestante mayor”. Y luego le aclaró a la paciente: “Estoy poniendo esto porque es el protocolo, pero yo no lo pondría”. La doctora encontró que su paciente tenía un buen estado de salud y supuso que no habría mayores contratiempos.
Retrasar la maternidad
Es un hecho biológico irrefutable: las mujeres nacemos con una carga predefinida de óvulos que se van “gastando”. La doctora Otálora, ginecobstetra adscrita a Medisanitas, lo explica: “Es como tener una canasta llena de naranjas, todos los meses se saca una naranja, esa es la ovulación, hasta que llega un punto en que la canasta se queda vacía: esa es la menopausia. ¿Cuándo se ‘ahorran’ óvulos? Durante el embarazo, porque son nueve meses en los que no se ovula. O cuando toman anticonceptivos orales, como no ovula no se está ‘gastando’ sus óvulos”.
Para la doctora Otálora, eso explica por qué no es raro ver cada vez más mujeres de 40 años o más embarazadas: “Las mujeres que han planificado con pastillas tienen más posibilidades de embarazarse, diferente a las que nunca planificaron”.
Al hecho de que disminuye el número de óvulos con la edad, se suma que los óvulos, por un proceso normal de envejecimiento, no son iguales en una mujer de 20 años que en una de 40 o más. Las cifras muestran cómo, efectivamente, se reducen las probabilidades de embarazo a medida que se envejece: con 25 años, hay un 25 % de opciones por ciclo de lograr un embarazo; con 30, un 22 %; con 35, un 12 %; con 40, un 5 %; y con 45 años, un 1 %.
Entonces, ¿existe una edad ideal para embarazarse? Esta respuesta tiene sus matices. Algunos especialistas hablan de que la edad ideal es de los 20 a los 25. Otros, como Otálora, son más flexibles y aseguran que entre los 25 y los 35 años, pero tras la afirmación reconoce que los tiempos han cambiado y que en este momento, una mujer a los 25 años se acaba de graduar y es muy probable que quiera continuar sus estudios de especialización y luego el doctorado, o que se enganche en el mercado laboral: “Es más común que quiera retrasar la maternidad o que ni siquiera piense en eso. Antes por la crianza, el tope de toda mujer era ser mamá, y la que no era mamá estaba frustrada. Ahora el deseo de prepararse, de viajar, están antes que la maternidad. Vemos que muchas mujeres esperan para ver si desean o no ser madres”.
En países como Suiza, España, Italia y Alemania la edad promedio para tener hijos ha aumentado sostenidamente en las últimas décadas: llegó a los 31 años en 2012 y sigue en aumento. En Colombia, la edad promedio para tener el primer hijo es 27,7 años. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), 8,2 % de las mujeres en Colombia tuvo a su primer hijo entre los 35 a 39 años y 2 % entre los 40 a 44 años.
Los riesgos existen
Las estadísticas son reveladoras y la literatura médica documenta que el embarazo después de los 35 años trae consigo más riesgos de los que ya de por sí implica la gestación. Diabetes gestacional y preeclampsia son los dos principales riesgos para la madre, seguidos de mayor probabilidad de aborto. Para el bebé, las alteraciones cromosómicas, las malformaciones congénitas, mayor riesgo de nacimiento pretérmino (antes de las 37 semanas) y bajo peso al nacer.
Para la doctora Otálora, sin embargo, los riesgos de una trisomía pueden aminorarse con una ecografía temprana y amniocentesis para hacer estudio genético. “A nosotros los obstetras la tecnología nos ha ayudado muchísimo para hacer diagnósticos tempranos, para intervenir y prevenir, para saber qué podemos hacer”, añade la especialista.
El ginecobstetra Fernando Gómez, director de la Unidad de Fertilidad de Colsanitas, muestra las probabilidades: una madre a los 20 años tiene una posibilidad por cada 980 nacimientos de tener un hijo con una malformación congénita; a los 40 años, la probabilidad es una cada 70 nacimientos. “Aunque se precipita la posibilidad, esto se subsana con el tamizaje y con el derecho de interrupción voluntaria del embarazo”, señala.
El doctor Gómez asegura que las pacientes mayores de 40 años, por lo general, son más sedentarias, tienen sobrepeso y un estado físico más precario, también llevan un estilo de vida acelerado. Esto repercute en que suelen tener abortos recurrentes y dificultad para concebir. Por eso, en muchos casos, tienen que acceder a un procedimiento de fertilización asistida. Y es conocido que estos tratamientos suelen ser costosos, además de que siempre se corre el riesgo de que no terminen en embarazo.
Al estado físico general se suman las posibles enfermedades de base de la paciente: hipertensión, alteraciones de la función tiroidea, enfermedad autoinmune, diabetes. “La comorbilidad se vuelve un factor muy importante en la fecundación después de los 40 años”, asegura Gómez.
Otálora recomienda la consulta de asesoría preconcepcional, porque es allí donde se conocen las patologías de base que el embarazo puede agravar. En esos casos, ella y los colegas especialistas deben evaluar si es viable el embarazo. También tienen que dejar claro a la paciente los riesgos, y si quiere o no correrlos.
La ginecobstetra cree que es crucial intervenir tempranamente, ir un paso adelante, administrar medicamentos (calcio, ácido fólico, Aspirineta) en dosis distintas a las que se darían en un embarazo de bajo riesgo. Insiste en que los controles deben ser más seguidos y debe hacerlos un especialista en medicina materno fetal. Los exámenes también conviene hacerlos más seguido: dopler de arterias uterinas, ecografías, controles de la orina, de la tensión.
“Es importante no estigmatizarlas, no decirles que con 40 años no pueden ser mamás. La tecnología nos sirve para ayudarles a que ese proceso salga bien y tengamos un bebé en la casa”, remata la doctora.
Yo sabía que quería tener un hijo y sabía qué era tenerlo. A los 20 años no sé si hubiera sido un desastre de mamá, pero sé que no sería la mamá que soy: una muy comprometida. Soy una mamá convencida de lo que quería hacer y absolutamente consciente”.
Ventajas y desventajas de la maternidad tardía
Pilar Quintana cree que haber sido mamá a los 42 años le da unas ventajas sobre las mamás jóvenes: “Yo sabía que quería tener un hijo y sabía qué era tenerlo. A los 20 años no sé si hubiera sido un desastre de mamá, pero sé que no sería la mamá que soy: una muy comprometida. Soy una mamá convencida de lo que quería hacer y absolutamente consciente; a esta edad uno es ya más reposado, tenés más sabiduría, sabés en lo que te vas a meter y sabés que es un sacrificio, porque tener un hijo implica muchos sacrificios que uno asumió conscientemente y deseando”.
Las madres mayores de 40 años generalmente tienen buen nivel educativo, estabilidad económica, logros profesionales (lo que implica que los hijos no son un obstáculo para el desarrollo laboral), madurez emocional, consciencia y seguridad de lo que quieren. Tener más estudios y formación hace que tomen decisiones más adecuadas en temas de crianza y alimentación. Los hijos reciben mejor educación.
Una desventaja que ve Otálora es que al tener un hijo a los 40 o más es muy probable que la menopausia de la madre coincida con la adolescencia del hijo: “El hijo tiene el boom de las hormonas y la madre ya no tiene hormonas, entonces el choque puede ser fuerte, porque la adolescencia es una edad muy difícil —cada vez más—, y la menopausia trae una cantidad de cambios anímicos como insomnio, sensación de tristeza y otros”.
Pilar Quintana ya ha pensado en ese escenario futuro: “Cuando yo esté en la edad de jubilación mi hijo va a estar en edad de entrar a la universidad. Tengo el compromiso de comprar un seguro para que él pueda ir a la universidad. Tengo que planear muy bien ese futuro. Siento el imperativo de hacer las cosas muy bien”.
Por ahora Pilar, como muchas mujeres que decidieron retrasar la maternidad, solo ve ventajas y certezas. Y solo encuentra felicidad en su decisión de ser madre: “Siempre había pensado que si me moría estaba bien, porque he tenido una vida muy intensa y plena. Pero ahora no me quiero morir hasta que él esté en una edad en la que se pueda defender solo. Salvador me ata al mundo. Yo quiero ser siempre ese centro al que mi hijo pueda volver”.
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