Lejos de reemplazar a los profesionales de la medicina, la inteligencia artificial puede aumentar las capacidades médicas y con ello contribuir a mejorar la relación entre médicos y pacientes.
Algoritmos que recomiendan el mejor tratamiento para 50 enfermedades, sistemas que detectan accidentes cerebrovasculares, máquinas que ven pólipos minúsculos en el colon. Parece ficción, pero es la realidad en la que nos adentramos cada vez más con los avances de la inteligencia artificial (IA).
Escogida como la palabra del año en 2022, la inteligencia artificial es la “disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”. Andrés Rico, médico especialista en medicina interna y CEO de AIpócrates, un tanque de pensamiento sobre la optimización de la inteligencia artificial en la medicina, la define como “el intento por replicar la capacidad de aprender, contextualizar, idear y crear de la mente humana por parte de una entidad diferente al ser humano, con el objetivo de mejorar y alivianar la carga que implica la cotidianidad, de forma fácil y optimizada”.
Fue inventada hace más de 50 años, pero en el último lustro su uso se ha potenciado y cada vez está más presente en distintos sectores. La medicina no es la excepción y de igual manera, en los diferentes campos de esta disciplina tiene participación, aunque la mayoría de avances están en etapas de desarrollo.
“Quizá el mayor avance hasta el momento se ha hecho en la visión de computador enfocado en la optimización diagnóstica”, señala Luis Eduardo Pino, asesor nacional de hemato-oncología de Keralty y CEO de OxLER, una empresa que utiliza IA para optimizar el sector salud. Pino se refiere a máquinas entrenadas con miles de imágenes (tomografías, radiografías, resonancias) de órganos sanos y en distintos niveles de afectación, para hacerlas capaces de clasificar los resultados y apoyar a los médicos a la hora de tomar mejores decisiones.
Tan solo este avance puede significar un hito para la medicina y la salud pública, especialmente para diagnosticar enfermedades muy difíciles de identificar. En Londres, doctores del Hospital Oftalmológico Moorfields entrenaron un algoritmo capaz de recomendar el tratamiento correcto para más de 50 enfermedades oculares con una precisión del 94 %. Los oftalmólogos acertaron en el 65 % de los casos, lo que demuestra que la inteligencia artificial podría aumentar las capacidades que ya poseen los humanos.
En China, los médicos utilizaron la inteligencia artificial para diagnosticar pólipos en el colon durante una colonoscopia. En un ensayo aleatorizado, un diagnóstico lo realizó la IA junto con el gastroenterólogo, y otro sólo el especialista. El sistema de IA aumentó significativamente la detección de pólipos (29 % frente a 20 %) porque logró identificar lo que se conoce como “adenomas diminutos”, que tienen menos de 5 milímetros y que los humanos pueden pasar por alto.
En Oxford, una empresa desarrolló el sistema Brainomix e-Stroke, que permite disminuir considerablemente el tiempo de diagnóstico de los accidentes cerebrovasculares, y escoger con mayor rapidez el tratamiento más adecuado. Cada año, 15 millones de personas sufren un accidente cerebrovascular, una condición que puede ocasionar la muerte o dejar secuelas graves cuando no es atendida a tiempo.
Otro de los importantes desarrollos que se han hecho tiene que ver con enseñarles a las máquinas a clasificar y predecir el curso que podrían tomar algunas enfermedades. “Le pones a un algoritmo entrenado toda la historia clínica de un paciente, su genética, estilos de vida, y este es capaz de decir la probabilidad de que el paciente desarrolle diabetes o hipertensión, por ejemplo. Para la medicina preventiva es un hito muy fuerte”, sostiene Rico.
Más allá del diagnóstico
Otros usos quizá menos sorprendentes, pero igualmente relevantes para aligerar la carga de los trabajadores de la salud, son las máquinas que escriben por dictado o los algoritmos que analizan y gestionan grandes volúmenes de información. Las primeras se usan para diligenciar historias clínicas, de modo que el médico pueda concentrarse en la atención al paciente, y el segundo en investigación científica, ensayos clínicos y desarrollo de nuevos medicamentos.
Existen también avances en chatbots automatizados de atención al cliente, como Maria Paula de Colsanitas y Ana María de EPS Sanitas, que van un paso más allá para generar conversaciones más dinámicas y complejas. Y hay casos en que esta tecnología se está utilizando para que funcionen como una respuesta rápida de atención en salud mental, como terapeutas o directamente como un servicio de primeros auxilios psicológicos con el fin de prevenir suicidios.
Los médicos
Como en todas las profesiones, existen miedos de que algunos puestos lleguen algún día a ser reemplazados por la inteligencia artificial. Pino y Rico coinciden en que la realidad está lejos de ello: “Si sabemos utilizarla para los tres grandes procesos —predecir, clasificar y automatizar—, la IA debería liberar al médico de una serie de tareas ineficientes y repetitivas, y permitirle fortalecer la relación médico-paciente, la comunicación efectiva, la empatía, el humanismo y la posibilidad de generar mejores recomendaciones y seguimiento a los pacientes”, señala Pino.
Rico, por su parte, afirma: “La inteligencia artificial va a hacer mejores a los buenos médicos. El médico que es humano, que se preocupa por su paciente, con o sin inteligencia artificial, lo va a seguir haciendo. La IA es una herramienta, y pensar que va a reemplazar al médico es como creer que el tractor reemplazó al agricultor”.
La IA en Colombia
En general, el uso y aplicación de la inteligencia artificial en la medicina está más regulada que en otros campos. En Colombia aún no se están utilizando masivamente los desarrollos ya realizados en otros países, como el análisis diagnóstico y de predicción. Sin embargo, va avanzando en la regulación, y no son pocas las empresas que se están lanzando a generar desarrollos.
La más conocida de estas empresas es Arkangel, un software para detectar enfermedades. El proyecto ha revisado 40.000 células y se ha demostrado que tiene una efectividad de 97 % para predecir más de 20 patologías y condiciones, desde diabetes hasta falla cardiaca y demencia.
“Bien utilizada —dice Pino—, la llegada de bots y de desarrollos tecnológicos nos hará más humanos. Puede sonar paradójico, pero si usamos estas herramientas para lo que tenemos que usarlas y si las desarrollamos bien desde la medicina, tendremos médicos más humanos”.
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