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una vida con trastorno bipolar

Fermina Ponce: diagnóstico de una vida con trastorno bipolar

 Fermina Ponce es una  escritora colombiana que relata en su libro Todo este silencio su vida con  trastorno bipolar. Aborda el proceso que ha vivido con su familia, sus medicamentos, su cuerpo y su autoconocimiento. Ahora ayuda a otras personas con el mismo diagnóstico.

Fermina Ponce es una escritora que perdió el miedo a hablar sobre su enfermedad. Desde hace años se mira al espejo con aceptación, para reconocerse a sí misma. Su camino fue largo para entender qué le pasaba a su mente. Ráfagas depresivas, decisiones apresuradas, picos de irritabilidad y uso de varios medicamentos para controlar lo que los psiquiatras denominaron, en un primer momento, depresión posparto. 

Fermina se vio incapaz, desde entonces, de hacer los preparativos de la cena navideña con su familia; de ubicarse en lugares conocidos; o de recordar los detalles de sus citas médicas y reuniones, casi como si tuviera alzhéimer. En definitiva, tantos síntomas no podían ser únicamente por la depresión.

Alguno de los tantos psiquiatras por los que pasó logró dar con la clave. Le diagnosticaron trastorno bipolar, que es un desbalance químico en el cerebro. Muchas veces llega por factores genéticos. Con este trastorno, la mente se mueve en dos polos, el polo bajo y el polo alto. Polo depresivo y polo maníaco. Fermina entendió que desde hacía tiempo su mente se movía entre la manía y la depresión.

Ahora, que se reconoce a sí misma en su enfermedad, entiende que fue una madre presente-ausente, como ella lo llama. Estuvo físicamente con sus hijos, pero no ejerció una crianza activa como le hubiese gustado. La infancia de sus hijos la pasó sumergida en depresiones e inestabilidades mentales, sin escala de grises, todo en su mente se volvió blanco o negro; entre ideas de autolesión y temor a lesionar a otros.

Agradece a su esposo, por haber estado a su lado en los momentos más críticos de su vida. Es a él a quien dedica su último libro Todo este silencio, publicado por Urano Editores.

En su libro, a través de pequeños relatos, va narrando episodios de su vida íntima como persona con trastorno bipolar. Se ve la gran influencia que ejercen sobre su escritura Alejandra Pizarnik, Sylvia Plath y tantas otras mujeres que marcaron las letras del siglo pasado.

Su pasión por la literatura se desborda por los grandes autores del siglo XX. Le fascinaría ser Fermina Daza, para vivir junto a Florentino Ariza, en el mundo de El amor en los tiempos del cólera, escrito por García Márquez. Cree entender las soledades ruidosas que pasaba la escritora Virginia Woolf cuando las voces le hablaban, voces que Fermina también ha escuchado a causa de su trastorno.

¿Cómo fue entender que no tenía depresión sino trastorno bipolar?

Me sentí muy chiquita, como lo digo ahí, porque para mí el choque fue brutal. Yo no me esperaba un diagnóstico de trastorno bipolar. Cuando pienso hacia atrás digo que me causó mucho miedo; me preguntaba qué iba a pasar con mi vida; si podría tener una vida funcional; si los medicamentos funcionarían, si me harían bien; y cuáles serían esos efectos secundarios. Todas esas preguntas me las hacía y me daba mucho miedo.

Afortunadamente el psiquiatra en ese momento me dijo, no te preocupes, vamos un paso a la vez. Hubo cambios en los tratamientos. Yo pasé por las manos de ocho psiquiatras.

 ¿Cómo fueron sus primeros momentos en el hospital psiquiátrico ?

Complejos. Cuando ingresé al psiquiátrico lo primero que tuve que enfrentar fue el despojo de todas mis pertenencias. Ni siquiera me dejaron las gafas, porque la parte de atrás puede ser considerada un arma. Ni un bolígrafo, ni un lápiz, porque también son armas potenciales. Entonces descubrí que, lo único que había para escribir, eran crayolas con punta roma.

La siguiente imagen que tengo es de una mujer que rompió la caja del extinguidor. Sacó la manguera para ahorcarse. Le aplicaron un tranquilizante para subirla a otro piso, eso fue muy duro. Me hizo entender dónde estaba.

Pasé mi momento de desintoxicación, porque yo ingresé al psiquiátrico por una necesidad de cambio de medicamentos. Me acaban de diagnosticar trastorno bipolar, por lo que fue necesario recurrir a un nuevo régimen de medicamentos y desintoxicar mi cuerpo de los anteriores. Ese cambio me produjo el síndrome de abstinencia al inicio. Sudor, tembladera y escalofríos. Pero sobre todo muchas ganas de acabar conmigo.

Hay un capítulo en que menciona en el libro sobre su relación con el espejo ¿Cómo es su relación contigo misma?

Estoy en un proceso de aceptación, sobre todo con mi apariencia física. Eso ha sido bastante fuerte. Yo nunca fui flaca, pero era de constitución delgada. O sea, mucho más delgada de lo que soy ahora. Entonces hay aceptación. 

Ha sido brutal porque entonces ¿Cuál es mi asociación con el cuerpo? ¿Cuál es mi asociación con la comida? ¿Cuál es la asociación de aceptarme tal cual soy? Yo pienso que hoy día soy mejor persona de lo que fui antes, porque al pasar por todo lo que he pasado me ha hecho mejor persona, me ha hecho crecer, me ha hecho reflexionar, me ha hecho apreciar la vida y las facultades que tengo.

¿Cómo es esa relación suya con lo que llama sus facultades? ¿Se refiere a su escritura?

Sí, la escritura es mi pasión. Para mí la escritura es sanadora, es catártica y me va a ayudar muchísimo, o sea, me ayuda muchísimo. Sigo unos diarios rigurosamente, de hecho, hay aparte de mis diarios en el libro.

Me veo escribiendo todo el tiempo. De hecho, ahora tengo una novela en mira. Vengo trabajando desde hace seis años. Quizás me enfoque en terminar esa novela. Aunque también tengo un proyecto de poesía, algo juguetón. Son poemas del desamor, así que tengo varias ideas y proyectos que quiero desarrollar. 

Muchas personas hablan de que los medicamentos psiquiátricos apagan su sentido creativo, su voz ¿le sucedió?

No se apaga mi voz. Todo radica en las dosis y en la severidad de la condición. Yo tomo un ansiolítico, un antidepresivo, un estabilizador de estado de ánimo y un medicamento que me ayuda a descansar porque de lo contrario sufro de insomnio. Eso me funciona mucho. Ahora, sí hubo un ansiolítico que me ponía tonta y muy cansada. Es importante la relación que tengas con tu psiquiatra, porque allí radican las variaciones en el tratamiento y la frecuencia.

¿Después de todo este proceso cómo comprenden sus hijos hoy en día su enfermedad?

Bueno, mis hijos lo entienden. Yo creo que ellos eran tan pequeños que solamente recuerdan estar muy activamente con su papá. Haciendo muchas cosas con él y recuerdan que su mamá estaba enferma. Mi hijo mayor y yo, tuvimos una conversación hace un par de años, cuando ya me veía más recuperada. Me dijo que se sentía muy feliz de verme bien. Ahora participo con ellos en las actividades que en determinado momento no pude.

¿Qué papel ha desempeñado su esposo en todo el proceso con la enfermedad?

Es a él a quien dedico el libro, no hubiera sido posible casi ni la mitad de mi vida. Él ha sido como mi ancla, es una persona que se preocupó por ayudarme en el oficio de ser madre, se ocupó de los niños en los momentos en los que yo estaba tan enferma. Es una persona que se ha educado sobre la condición de trastorno bipolar, eso es algo que le agradezco profundamente. No me juzga, no hay un estigma, sino que podemos hablar abiertamente sobre la condición.