Desde las antiguas termas romanas, las aguas termales han sido mucho más que un lugar de relajación. Sus minerales, capaces de regenerar la piel, aliviar dolores y fortalecer el cuerpo, esconden secretos que la ciencia moderna apenas comienza a desentrañar. ¿Qué hace a estas aguas tan especiales para nuestra salud?
Las aguas termales, fuentes naturales que emergen a la superficie con altas temperaturas gracias al calor geotérmico, han sido reconocidas desde la antigüedad por sus beneficios para la salud y el bienestar. Civilizaciones como la griega y la romana las utilizaron ampliamente y por ello, hoy en día, siguen siendo un tratamiento fundamental en la medicina termal moderna.
Un estudio realizado por varios departamentos de dermatología en Brasil destaca que Hipócrates, conocido como el “padre de la medicina”, recomendaba las aguas termales en la antigua Grecia para tratar diversas afecciones clínicas. El agua era utilizada como agente terapéutico, independientemente de su forma, estado, composición o temperatura, a través de la hidroterapia. Sin embargo, también se practicaba la balneoterapia, un enfoque que aprovechaba exclusivamente las propiedades de las aguas minerales mediante inmersiones o baños. La inclinación de Hipócrates hacia la investigación lo llevó a teorizar que las propiedades curativas de estas aguas estaban relacionadas con su contenido mineral.
Después de la civilización griega, los romanos adoptaron esta práctica y, gracias a su avanzado conocimiento técnico, desarrollaron complejos sistemas de baños públicos que combinaban tratamientos térmicos con atención médica supervisada. Durante el Renacimiento, el termalismo resurgió en Europa como una práctica médica reconocida. En la actualidad, la ciencia termal ha avanzado considerablemente gracias a estudios clínicos e investigaciones científicas que avalan su efectividad, particularmente en dermatología y cosmética.
Propiedades de las aguas termales para la piel
Según Astrid Lorena Ruíz Rodríguez, dermatóloga clínica y estética adscrita a Colsanitas, las aguas termales contienen una amplia variedad de minerales cuya composición varía según su origen geográfico. Entre los más comunes se encuentran el calcio, cloro, magnesio, sodio, potasio, silicio y oligoelementos como zinc, manganeso, cobre y hierro. Estos minerales son esenciales para la salud de la epidermis: estimulan la producción de colágeno, elastina y melanina, que refuerza la integridad de la piel y controla la coloración; mejoran la hidratación de la barrera protectora de la piel y estimulan el metabolismo celular, que contribuye a la regeneración y reparación del tejido cutáneo. Además, neutralizan los procesos de oxidación, cuyo efecto ayuda a retrasar los signos de envejecimiento y a mantener una piel más saludable y resistente.
En dermatología, las aguas termales son un complemento eficaz en el tratamiento de enfermedades como la rosácea, el acné y el eczema seborreico, gracias a sus propiedades antiinflamatorias, calmantes y reparadoras. También resultan útiles para aliviar quemaduras solares, irritaciones cutáneas y eccemas. Su aplicación curativa está avalada por estudios que demuestran su capacidad para restablecer el equilibrio de la epidermis y fortalecer la función barrera de la piel.
Cómo las aguas termales benefician la salud dermatológica
Un estudio publicado por el National Institutes of Health resalta que las aguas termales con alto contenido de azufre y sales minerales poseen propiedades queratolíticas, antioxidantes y regenerativas. Estas características ayudan a:
- Eliminar agentes microbianos. Combaten enfermedades cutáneas.
- Mejorar la microcirculación. Favorecen el suministro de nutrientes esenciales a la piel.
- Estimular procesos inmunológicos. Incrementan la resistencia de la piel a irritantes externos.
Así mismo, el estudio expone que el calor de las aguas termales puede estimular la dilatación de los vasos sanguíneos, y por tanto, mejorar la circulación y la presión arterial. Este efecto permite que los tejidos ricos en colágeno, como los músculos y la piel, se vuelvan más flexibles. Otro aspecto que se destaca es la capacidad de la piel para liberar sustancias naturales al exponerse a altas temperaturas durante un periodo prolongado, pues puede liberar sustancias que actúan como analgésicos y reducen el dolor de forma temporal.
Medicina termal: una rama clínica en ascenso
Aunque la medicina termal ha sido ampliamente aplicada como un tratamiento eficaz gracias a su riqueza mineral, una de las áreas más recientes de investigación es el concepto de “hidrobioma”, que hace referencia a la microbiota presente en las aguas termales y su potencial para beneficiar el tratamiento de diversas enfermedades.
Investigadores de la Universidad de Vigo han reunido estudios que muestran cómo los microorganismos presentes en las aguas termales producen compuestos bioactivos con el potencial de mejorar diversas afecciones dermatológicas. Entre estas se encuentran la xerosis, asociada a la sequedad de la piel; la dermatitis atópica, que provoca inflamación, resequedad y picazón; y la pigmentación desigual, caracterizada por manchas en áreas como el rostro, los brazos y las manos, que generan un tono irregular en la piel. Este hallazgo sigue marcando el camino hacia el desarrollo de nuevos cosméticos basados en pre, pro y postbióticos derivados del hidrobioma.
Aguas termales en Colombia y su importancia global
En Colombia, se han identificado más de 300 manantiales termales con una variada composición mineral, según datos del Fondo Nacional de Turismo (Fontur). Este recurso representa un valor significativo tanto para la salud pública como para el turismo sostenible. Aunque tradicionalmente estas fuentes se han utilizado para la relajación, su potencial terapéutico comienza a ser reconocido en el ámbito clínico.
A nivel global, la colaboración entre centros termales, investigadores y la industria cosmética promete avances importantes. Con un enfoque cada vez más profundo en el estudio del hidrobioma y su aplicación en la dermocosmética, las aguas termales tienen el potencial de transformar tanto el cuidado de la piel como el tratamiento de enfermedades crónicas.
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