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Diego Pescador:

Diego Pescador: “La disciplina siempre vencerá al talento”

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El ciclista joven más completo de Colombia, según varios entendidos, gana carreras en el país con la mirada puesta en los grandes equipos europeos. Mientras entrena por las carreteras de Quindío y Antioquia, prepara sus próximos ataques y sueña con vestir algún día el jersey amarillo del líder en el Tour de Francia.

Todo ciclista que aspire a ser un campeón necesita subir montañas, incrementar los glóbulos rojos y mejorar su capacidad aeróbica. La mejor forma de hacerlo es entrenar en altura: superar los dos mil metros sobre el nivel del mar y rodar allí hasta que el desafío se vuelva costumbre. Por eso Diego Pescador, un pedalista de 19 años, dejó Quimbaya, su pueblo cálido en Quindío, para instalarse en Rionegro, arriba de Medellín, donde la sangre gana oxígeno y el alma se deleita con el paisaje verde junto a las carreteras.

“Hay ciclistas que nacen, tienen talento; y otros que se hacen con disciplina, como yo. Para los segundos hace falta el proceso”.

Pescador se forjó en el atletismo: dos mil y tres mil metros de trote sostenido. Pero a los 13 años, invitado por su padre, salió en una vieja bicicleta de hierro y el gusanillo del ciclismo se enquistó en su corazón. El corredor del equipo GW Erco Shimano ha sido campeón sub-23 de la Vuelta a Colombia y campeón de la Vuelta a Antioquia; logró podios en la Vuelta de la Juventud y la del Porvenir; ganó una etapa en el Clásico RCN y recibió en Italia el Trofeo Piva, una carrera para ciclistas menores de 23 años que se disputa cada año en Vicenza.

Ahora mantiene su rutina —nueve horas de sueño, desayuno, largas jornadas en la bici, almuerzo, descanso— mientras compite en Colombia y Europa, con los dedos cruzados, para conseguir un contrato que lo lleve en 2025 al World Tour, la máxima categoría del ciclismo profesional.

Pescador, como Esteban Chaves, cultiva la disciplina y confía en sus efectos. Y aunque sube bien, todavía no sabemos si alcanzará el nivel de Nairo Quintana y el de otros escaladores colombianos que han hecho de los Andes su fragua. Lo distinto e inesperado, lo que atrae de este chico espigado, es su arrojo: una valentía inusual en el ciclismo conservador de hoy, que lo impulsa a saltar desde largas distancias, cuando la meta aún está lejos, para dejar atrás al pelotón y vencer en solitario con riesgo y espectáculo.

“Para mí Nairo es el mejor ciclista de Colombia. Él estimuló a muchos ciclistas de mi generación, ilusionó a mucha gente”.

¿Qué le atrajo del ciclismo?

El sacrificio. La mayoría de los ciclistas acá no tenemos los recursos y es un deporte caro. Cuando uno logra entrar a un equipo y no tiene que preocuparse, valora todo lo que hizo con la familia. Mi mamá me apoyaba vendiendo rifas, cajitas de lechona. Así pude ir a carreras en Caldas, en Huila. O comprar algún repuesto para la bicicleta cuando me faltaba.

¿De qué vive su familia?

Mi papá tiene un pequeño local donde vende cosas para los jornaleros: botas, machetes, cuerdas. Insumos para trabajar en el campo. Es mercancía barata; toca vender mucho para ganar algo.

¿Falta apoyo en Colombia para deportistas como usted?

Sí. En algunas carreras he visto pelaos que piden comida, una caramañola de agua, no tienen bicicleta de repuesto. Van con las uñas. La mayoría abandona por falta de apoyo.

¿Qué otras cosas se necesitan?

Sobre todo, correr. Para las categorías prejuvenil y juvenil hay muy pocas carreras en todo el año. En Europa hay carreras cada ocho días. ¿Cómo no van a saber andar desde pequeños? El entrenamiento es muy importante, pero hay que competir. Uno aquí solo llega al verdadero ciclismo cuando pasa esas primeras categorías y participa en un calendario de carreras más amplio. Falta apoyo desde las bases, creer en los procesos, que son largos. Eso fue lo que yo tuve para estar ahora sobresaliendo. Porque hay ciclistas que nacen, tienen talento; y otros que se hacen con disciplina, como yo. Para los segundos hace falta el proceso.

¿En Europa existen esas ventajas?

Entre nosotros y los europeos hay una diferencia muy grande. Cuando fui por primera vez, a los 16 años, me impresionó ver a una gente inmensa: corredores con barba, corpulentos. Además es un ciclismo más técnico, que se corre mucho en vías estrechas, con curvas cerradas, bajadas agudas. Allá las vías terciarias están pavimentadas. Acá son trochas. Entonces nosotros estamos acostumbrados a andar solo en vías principales que son anchas. 

¿Qué aprendió en la Vuelta a Colombia corriendo junto a Miguel Ángel López?

Es un deportista para admirar. Me impresionó la tranquilidad y la confianza que manejaba en momentos críticos. Y cuando arrancaba no miraba hacia atrás. Corría con mucha confianza. Viene del World Tour y está varios niveles por encima.

¿Ha pensado en un oficio distinto?

Yo terminé el bachillerato en 2022, y me han dicho que debo pensar en un plan B. En el ciclismo pueden pasar muchas cosas: una caída, una lesión. Y es bueno tener algo que hacer cuando termine la carrera, pero yo no he pensado en eso. De momento, me veo solo como ciclista.

“Me gusta ver videos de ciclismo, pero trato de evitar las redes, los comentarios y las polémicas para no cargarme”. 

Es un oficio que exige muchos cuidados.

Sí, uno durante las carreras viaja mucho, y la comida cambia todo el tiempo. Entonces toca estar pendiente de cada cosa que se come, para evitar enfermedades. Además tomo suplementos con probióticos y proteínas, y después de las carreras trato de limpiar el hígado, los riñones. En las competencias voy siempre bien hidratado, y abrigado cuando hace frío. En este deporte una simple gripe te puede dañar meses de entrenamiento.  

¿En qué faceta se siente más cómodo?

Me va mejor subiendo, como escalador. En la contrarreloj he mejorado; sobre todo, en las más largas, después de 15 kilómetros, por mi resistencia. También me estoy adaptando al esprint y a las carreras de un día. Llevo cuatro años seguidos yendo a ese tipo de carreras en Europa. 

Pero su especialidad parecen ser las fugas en solitario.

Sí, disfruto mucho las escapadas, los ataques de lejos. Son esfuerzos muy largos; sostenerse es muy duro, uno va sufriendo. Pero cuando voy con la pierna buena, todo gira a mi favor. Sería fácil atacar cerca de la meta, pero ese no es mi estilo. Tener una victoria atacando de lejos tiene más mérito. Me gusta la épica, lo heroico, dar espectáculo. Salga o no salga, sé que en casa se levantaron del sillón. 

¿Aprendió eso de su ídolo, el español Alberto Contador?

Yo le aprendí la valentía, aprendí a jugar mis cartas. Para mí él está entre los cinco mejores de la historia. Y de segundo, Nairo Quintana. Lo he admirado mucho desde pequeño. Me tocó la época cuando corría contra Chris Froome. Con mi papá siempre veíamos esos duelos en el Tour. 

¿Nairo ha sido una influencia para los ciclistas jóvenes?

Sí, fue el que revivió el ciclismo en el país. Para mí Nairo es el mejor ciclista de Colombia. Él estimuló a muchos ciclistas de mi generación, ilusionó a mucha gente. A uno en las carreteras le gritan: “¡Vamos, Nairo!”.

De Contador también parece haber aprendido a celebrar con estilo.

Sí, él en la meta disparaba con la mano. Lo llaman “El pistolero de Pinto”. La celebración mía con la caña de pescar surgió entre amigos, en Quimbaya. Salimos a rodar y empezamos a jugar con las celebraciones. Yo estaba entre la atarraya y la caña de pescar. Al final escogimos la caña. Los amigos me dijeron: “Esa la tenés que hacer cuando ganés”. Y sí: faltando cincuenta metros para ganar en la Vuelta a Colombia me acordé y la hice. Se está volviendo mi firma. 

¿Y qué otros ciclistas lo estimulan?

Varios. Uno ve a corredores como Isaac del Toro, un compañero mexicano que estaba en la categoría de nosotros, y este año desde que ganó en Australia ha hecho unas actuaciones tremendas. Ahora es un ciclista top. Si él pudo, por qué no voy a poder yo.

Ahora que está ganando, ¿siente la presión?

Al principio no la sentía, pero en estos últimos meses sí he sentido la presión de los medios y de la gente. Es duro porque ahora el ciclismo está en un nivel muy alto, en cinco años evolucionó con la tecnología, las bicicletas, la alimentación. Todo es al límite, muy medido. No sé hasta dónde va a llegar esto.

¿En qué momento ha sentido esa presión?

Después del Tour Colombia me estaba yendo bien, pero el cuerpo no me respondió. Uno ahí ve comentarios en las redes, la gente dice lo que quiere y es mejor no hacerle caso a eso. La familia ayuda, lo importante para ellos es estar orgullosos de mí. Me gusta ver videos de ciclismo, pero trato de evitar las redes, los comentarios y las polémicas para no cargarme. Lo bonito es ver la ilusión de los periodistas, de otros ciclistas. Eso lo motiva a uno para ser más profesional. Y sé que los resultados van a llegar.

……

A usted le ha cambiado mucho la vida en poco tiempo.

Cada año viajo a Europa dos o tres veces. He conocido Australia, Argentina, Escocia, Francia, Italia, Eslovenia. Me gusta mucho viajar, conocer. Mi sueño es llevar a mi papá y mi mamá. Para mí salir del país por primera vez a los 16 años fue tremendo. En agosto de 2021 me avisaron que iba con el equipo Strongman por un mes a Italia y no lo podía creer.

Muchos ciclistas jóvenes llegan a Europa y se devuelven pronto. 

No se adaptan por la mentalidad. Es duro estar allá solo, lejos de la familia. Pero este es el trabajo de uno, son sacrificios que hay que hacer. Ya habrá recompensas. Pero al principio es duro, la mentalidad pesa. 

¿Le ha pesado a usted?

Lo he vivido de otra forma. Si tengo que aprender el idioma, pues lo hago. Hay que abrirse al mundo, ser sociable. La timidez puede ser un factor que impide adaptarse al ciclismo europeo. Hay que tener confianza sobre la bicicleta y también cuando no estás en ella. Tener confianza, llevar una vida allá y empaparse. Italia, por ejemplo, es el país donde más he estado y he tenido la oportunidad de recorrerlo. Me encanta la comida, la gente es amable. Y además respiran ciclismo. Están locos por este deporte.

“Casi todos los ciclistas en Colombia venimos de abajo, de no tener los beneficios de las familias ricas. Venimos del barrio, sabemos lo que es esforzarse”.

¿Cuáles son sus grandes proyectos?

Todos soñamos con el jersey amarillo, el del líder en el Tour de Francia. Pero lo primero es llegar a un equipo World Tour y sostenerme. Yo quiero hacer como Nairo y Rigo: tener una carrera larga. Quiero correr el Tour, la más prestigiosa, y ojalá pueda ganar una etapa. Pero ahora quiero enfocarme en las carreras.

Usted, como la mayoría de los ciclistas colombianos, viene del campo.

Casi todos venimos de abajo, de no tener los beneficios de las familias ricas. Venimos del barrio, sabemos lo que es esforzarse. Nos ha tocado luchar desde pequeños, ser los más fuertes cuando duele y resistir. Por eso tenemos mística. Un pelao que la tenga fácil no se mete en esto, porque no le ha tocado sufrir.

Pero este oficio duro también da oportunidades.

Claro. Esto abre ventanas para sacar a la familia adelante. Por eso uno se esfuerza y, además, el deporte deja buenos valores para la vida. Con esos valores uno aprende a ser un buen profesional o, simplemente, una buena persona.

Todo eso gracias a la bicicleta. 

Es un privilegio. Uno cumple sueños que no los veía llegar tan rápido o, a veces, ni siquiera los soñaba. Uno ve que puede salir adelante y llenar de orgullo a la familia, al pueblo, al país. Yo le agradezco mucho a la bicicleta porque con ella he mejorado mi vida y espero seguir sobresaliendo en este bonito deporte.

- Este artículo hace parte de la edición 194 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.

Sinar Alvarado

Periodista independiente. Colabora con diversos medios de América Latina.