El confinamiento de los últimos meses ha puesto a prueba la solidez de las relaciones afectivas. Estas son algunas alarmas que indican cuándo es necesario acudir juntos a terapia si quieren mejorar la relación.
as relaciones de pareja pasan por muchas etapas a lo largo de los años. Al inicio, las dos personas comprometidas experimentan la novedad, la idealización y la belleza del otro; el sexo es muy placentero y la frecuencia es alta. Poco a poco se va consolidando un compromiso que implica nuevos retos; con el paso del tiempo el amor se va transformando, los sentimientos iniciales pueden variar y si llegan hijos hay que hacerle frente a otros desafíos que no siempre son fáciles. “En ocasiones olvidamos que la relación de pareja es dinámica, no estática; eso es lo que más nos cuesta entender. El amor, en todas sus dimensiones, es una cosa viva. No podemos esperar que nuestra pareja sea completamente igual a nosotros. Las parejas se complementan, comparten una visión de la vida, causas que los conectan, pero no deben ser clones o fotocopias”, explica Paola Penagos, psicoterapeuta de familia de Colsanitas.
Con las transformaciones naturales llegan también las crisis. Cuando una pareja no logra solucionar sus conflictos por cuenta propia puede acudir a un experto, es decir, a un terapeuta de familia. Este profesional no es un juez encargado de etiquetar o dictaminar quién está haciendo lo correcto y quién no. Se trata, más bien, de un consejero que brindará apoyo, comprensión, orientación y reflexión. “Lo que puede hacer un terapeuta de familia es trabajar con el sistema familiar, que comprende las diferentes relaciones que tejemos inicialmente con nosotros mismos, después con el entorno y finalmente la relación con el problema que estamos experimentando”, explica Penagos.
*Ilustraciones por Camila López. Instragram: @camilalopezdibujos.
Las secuelas de la pandemia
Natalia Paerez es terapeuta de pareja, y ha visto aumentar su consulta hasta en un 70 % en los últimos meses. “Las rutinas antes de la pandemia hacían que los miembros de la pareja pasaran 10 horas o más fuera de la casa. El confinamiento nos obligó a tener más conexión con los miembros de la familia y esto no siempre trae resultados positivos”, afirma Natalia. Y continúa: “Muchas parejas que tenían problemas los disfrazaban y esquivaban con salidas, rumbas, viajes, ocio... Frente a la imposibilidad de escapar de los problemas de la relación entonces se vieron obligados a enfrentarlos y minimizarlos, o ignorarlos y hacerlos más grandes, más complejos”.
La ayuda de un experto puede beneficiar a una pareja que está luchando por mantener la relación viva. Estas son las alarmas que, según la experta, se deben identificar en la relación, o en los que la mediación de un tercero resulta muy útil.
Si han pasado por alguna situación específica y drástica que ha transformado la relación: infidelidad, mentiras, engaño.
Si constantemente tienen discusiones que no logran resolver y estas situaciones van generando un problema mayor como maltrato psicológico, humillación, dolor, entre otros.
Cuando la intimidad emocional, es decir el trato amoroso, cordial, las caricias, la complicidad disminuye dramáticamente. Este componente de la relación es mucho más relevante que el componente sexual, pues este último pasa por diferentes etapas en una relación larga, sufre transformaciones normales, mientras que la intimidad emocional es uno de los pilares de una relación afectiva.
Cuando alguno de los dos siente la intimidad sexual como algo incómodo o molesto y esta inconformidad se mantiene por mucho tiempo. Vale la pena aclarar que la vida sexual de las parejas no se mantiene constante a lo largo de los años; sufre cambios con la llegada de los hijos, con el paso de los años, con los cambios emocionales de alguno de los dos. La alarma se enciende si los sentimientos son de incomodidad y rechazo.
Cuando con frecuencia se trae a la cotidianidad una situación del pasado (hijos de otros matrimonios, ex parejas...) y no se logra solucionar la situación que interfiere en la pareja.
Si las decisiones de crianza se convierten en conflictos que no se logran solucionar. La llegada de un hijo a la familia genera muchos enfrentamientos, pues las dos personas deben ponerse de acuerdo en la educación de su hijo y esto genera, en ocasiones, un choque de convicciones y valores difícil de manejar.
Si uno de los dos quiere mejorar o crecer en una situación emocional o espiritual propia y el otro no lo apoya en ese camino. Puede haber diferencias en este aspecto pero no brechas que signifiquen distanciamiento y conflicto.
Es importante recordar que, como dice Natalia Paerez, las parejas que no pelean son de mentiras. Las crisis surgen cuando la pareja encuentra una diferencia y no logra ponerse de acuerdo en la solución, entonces el problema se agranda y parece no tener solución. Sí las dos personas siguen interesadas en superar sus dificultades siempre habrá una gran posibilidad de solucionar los conflictos. Y un terapeuta calificado siempre es una alternativa fiable y en muchas ocasiones eficaz.
*Periodista interesada en temas de familia, crianza y medio ambiente (@coolmama).
Dejar un comentario