Angustia, incertidumbre, miedo. En los últimos dos años hemos transitado por un torbellino de emociones. Gracias a la pandemia ya no somos los de antes.
Desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020, no hemos dejado de vivir en un constante estado de alerta sobre lo que pasa a nuestro alrededor, pues situaciones como esta exceden el umbral de preocupación al que estamos acostumbrados. Hemos pasado por cuarentenas estrictas, flexibilizaciones, cambios de hábitos, nuevas formas de trabajar y estudiar, vacunas y el retorno a una “normalidad” a la que le falta mucho de lo que teníamos antes.
Si miramos atrás, ya no somos los mismos de antes de la pandemia. Pero, ¿cómo nos cambió? Veamos qué dicen los estudios:
1. El Covid-19 nos ha hecho más conscientes. La pandemia nos ha obligado a implementar hábitos y rutinas de autocuidado. Según un estudio realizado por la firma de consultoría Bain & Company, el 68 % de los colombianos se preocupa más por su salud ahora que antes de la pandemia, con cambios significativos en los hábitos relacionados a tener un estilo de vida saludable, como la alimentación y el ejercicio. También ahora es tangible la idea de que cuidándonos a nosotros también cuidamos a los demás.
2. El miedo como mecanismo de defensa. Ante situaciones de peligro o amenaza, el cerebro trabaja en función de la supervivencia y en el caso de una pandemia, busca reducir al mínimo el riesgo de contagio. Es la razón por la que desarrollamos una serie de respuestas psicológicas inconscientes que han sido denominadas por la ciencia como el “sistema inmunológico de conducta”. El sistema inmunológico de conducta es esa primera línea de defensa que activa el cuerpo y se manifiesta en comportamientos y cambios en la personalidad que llevan a actuar de manera más primitiva y buscan reducir las actividades riesgosas que tal vez antes se disfrutaban.
3. Otra forma de percibir a los demás. Como consecuencia de que estamos menos dispuestos a correr riesgos, también hemos cambiado la forma de percibir a los demás y formamos peores primeras impresiones de otros, especialmente de extraños, debido al sentimiento de vulnerabilidad que nos asalta al no poder saber a simple vista si esta persona nos podría contagiar o no. Además, nos atrae menos conocer nuevas personas.
4. Distanciamiento social. Según la psicóloga Constanza Bernal De La Hoz, adscrita a Colsanitas, el temor al contagio ha contribuido al distanciamiento social en general; incluso, los cambios en el protocolo de saludo nos permiten ser más precavidos y desconfiados al conocer a alguien.
5. Más vigilantes de las normas. Un estudio de la Universidad de Columbia afirma que además de estar mucho más alerta a la hora de interactuar con otros, la respuesta del sistema inmunológico de conducta nos hace mucho más vigilantes moralmente hablando; esto quiere decir que tenemos la tendencia a juzgar más a otros y de forma más estricta, especialmente cuando se trata de cumplir las normas sociales que disminuyen la probabilidad de contagio. Hay que tener en cuenta que la influencia del sistema inmunológico de conducta varía de una persona a otra, por lo que no todas las personas harán estos cambios de la misma manera y con la misma intensidad.
6. El miedo como mecanismo de supervivencia. El Colegio Oficial de la Psicología de Madrid afirma que el miedo, aunque desagradable, es una emoción necesaria que nos hace más adaptativos a posibles eventualidades. En cierta medida, el miedo como mecanismo de supervivencia es útil. Pero si el miedo llega a paralizarnos o genera estrés y ansiedad ya deja de cumplir esa función inicial y pasa a ser una limitante para continuar con las tareas cotidianas. En esos casos, es mejor consultar con los especialistas y acudir a terapia.
7. Lidiar con el estrés y la ansiedad. La pandemia también nos mostró la importancia de cuidar la salud mental tanto como evitar el contagio. Las cuarentenas nos hicieron ver y valorar todo lo que antes dábamos por sentado. La pandemia nos enseñó a implementar acciones y actividades que nos ayudan a lidiar con el estrés y la ansiedad. Cuando esa sensación nos sobrepasa, sabemos que necesitamos acudir a terapia con un profesional. De alguna forma, mejorar la calidad de vida y hacer más fácil y amena la vida en pandemia depende de nosotros.
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