Claudia María Saavedra es terapeuta Gestalt de niños. Lleva más de 20 años involucrando el juego en sus acompañamientos. Conversamos con ella sobre la importancia del juego en la infancia, cómo funciona su terapia y qué pueden hacer los padres para fortalecer el bienestar emocional de sus hijos.
Claudia ha trabajado con niños desde antes de graduarse de la universidad. Estudió psicología en la Universidad Javeriana de Bogotá, e hizo su tesis de grado aplicando el método Tomatis, una técnica de estimulación neurosensorial a partir de la música, en el jardín infantil de Helga López: Winnie the Pooh. Ese primer contacto con la pedagogía y la infancia la motivó a seguir nutriendo su carrera pero como educadora, así que viajó a Madrid para hacer un máster en psicología de la educación, centrada en primera infancia y atención temprana. Más adelante, se formó en Uruguay en terapia Gestalt con niños y adolescentes y, en el 2019, abrió su consultorio, donde el juego se convirtió en su principal herramienta de conexión y acercamiento que utiliza con los niños.
Así nació PakaPaka, un proyecto cuyo nombre quiere decir “juego de niños” en Quechua. En un inicio surgió como grupos de juego para acompañar el desarrollo socioemocional de los niños en sus propias casas. Las mamás organizaban sus citas de juegos o playdates, máximo de cuatro niños, y todos tenían la oportunidad de ser alguna vez anfitriones e invitados. Era un juego desestructurado en el que Claudia planteaba alguna inquietud o provocación para empezar el juego, observaba a los niños y, al finalizar, les daba alguna información o retroalimentación a las mamás sobre sus hijos. Con el tiempo, decidió abrir su consultorio privado, el cual ha pausado temporalmente para dedicarse a la maternidad.
Hablamos con esta experta para comprender cómo funciona la terapia psicológica en niños y cuál es el papel fundamental del juego en la infancia.
¿En qué consiste la terapia Gestalt con niños?
Empiezo a trabajar con niños en consulta individual a partir de los cinco o seis años, y atiendo pacientes hasta los 17 años. La terapia Gestalt es muy orgánica, está muy atenta a lo que está sucediendo aquí y ahora. Tiene toda una mirada de la autorregulación. Por ejemplo, si llega un niño al consultorio, súper inquieto, vamos al salón de movimiento, en el que estamos sin zapatos. Si noto que necesita dar vueltas entre los cojines o lanzarse sobre ellos y comienza a inventar un juego, aprovecho esa energía con la que llega. Supongamos es un niño que tiene un diagnóstico de hiperactividad: si percibo que en ese momento su necesidad es el movimiento, que se exprese a través de él. Mi labor es potenciar ese juego para ir entendiendo al niño.
¿Cuál es el aporte fundamental del juego en la primera infancia?
El juego es el lenguaje de los niños. Es su principal forma de comunicación. Se puede saber mucho del niño observando el tipo de juego que elige. Por ejemplo, en la pandemia, que era tan difícil hacer las clases virtuales, los papás me decían, “es que no quiere hacer nada, no quiere hacer lo que le toca, solo quiere jugar”. Yo les respondía: preocúpate cuando no quiera jugar, porque el juego es la manifestación de la salud, es su forma de comunicación. El juego es un indicador de desarrollo.
¿Por qué hay niños a los que se les facilita más el juego solitario y otros que siempre quieren jugar con sus padres?
Es una mezcla de varios factpres, porque somos seres vinculares y sociales. Siempre va a ser más interesante, más rico, un juego acompañado. Evolutivamente el niño va logrando un un juego más solitario pero siempre va a ser más divertido jugar con otro. Si, además, el vínculo con sus padres es sano y se retroalimenta constantemente, el niño no solo disfruta jugar con ellos, sino que también percibe que sus padres disfrutan jugar con él. Ahí ocurre una conexión afectiva recíproca.
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