Si se ha sentido perdido a la hora de encontrar un tipo de terapia psicológica, esta información es para usted. Especialidades y enfoques son datos claves para una buena elección.
a preocupación por el cuidado y la atención de la salud mental ha crecido en los últimos años y esto es tan importante como delicado. Por eso, hablamos con Elizabeth Linares Pardo, psicóloga clínica, docente de Psicología de la Fundación Universitaria Sanitas (Unisanitas) para aclarar los puntos más importantes a tener en cuenta en el momento de acudir a terapia.
¿Qué es un proceso terapéutico?
Linares explica que en psicología clínica la terapia es una forma de entender al ser humano, la aparición de sus problemas y la manera como se pueden intervenir. También implica la identificación de un malestar que puede ser un trastorno, un proceso de adaptación a una nueva circunstancia, un duelo, una separación, entre otras situaciones difíciles. Lo importante es establecer unos objetivos de intervención dirigidos por un profesional preparado para eso.
No todos los psicólogos son terapeutas
Dentro de la formación en Psicología hay diferentes especialidades que se centran en la orientación y el acompañamiento a distintos aspectos del quehacer humano. Según el Colegio Colombiano de Psicología, existen 18 especialidades entre las que se incluyen temas como estadística aplicada, neurociencia, atención de emergencias, deportes, sexualidad, ambiente, familia. Pero de todas estas especialidades solo los psicólogos clínicos y de la salud tienen una preparación enfocada en procesos terapéuticos.
Linares cuenta que en general la gente confunde las funciones de cada especialidad: “Suelen consultar un psicologo clínico para casos de abuso o violencia sexual, pero es un psicólogo forense quien conoce los protocolos de recolección de pruebas para evitar un daño en el proceso”.
Otro error frecuente, según la psicóloga Linares, es que los padres de familia creen que sus hijos están en proceso terapéutico con el psicólogo del colegio. En realidad, los psicólogos educativos u organizacionales acompañan procesos de crecimiento y desarrollo, pueden identificar situaciones de abuso o violencia, pero no son ellos quienes adelantan procesos terapéuticos. Lo que sí pueden hacer es remitir al paciente al profesional adecuado.
No todos los terapeutas son psicólogos
El coaching, el yoga, el ejercicio u otras actividades complementarias son formas de acompañamiento que aportan al proceso de los pacientes, pero no reemplazan la terapia psicológica, sobre todo cuando de trastornos se trata. Es fundamental tener claridad a la hora de elegir, pues si el objetivo es llevar a cabo un proceso de terapia, se debe estar acompañado por un profesional en la materia: “Ante un malestar que se experimenta por un tiempo sin posibilidad de resolverlo, se debe consultar un psicólogo, psiquiatra o psicoterapeuta, pues son ellos quienes tienen una formación basada en evidencia para atender el problema”, explica Linares. Y agrega que, en el caso de la arteterapia y la musicoterapia, lo fundamental es que exista una preparación científica por parte del terapeuta para que el proceso sea fructífero.
Es muy importante identificar la calidad del vínculo que se construye con el terapeuta, no todas las personas se sienten igual de conectadas a un terapeuta, por más formación especializada que éste tenga.
Vínculo terapéutico
Según el portal de psicólogos Terapify, el vínculo terapéutico se refiere a la relación que se construye entre el paciente y el terapeuta. Ese vínculo aumenta el compromiso con el proceso psicoterapéutico, hay más posibilidad de abrirse y confiar en el profesional que está llevando el proceso.
Linares coincide en que es muy importante identificar la calidad del vínculo que se construye con el terapeuta, no todas las personas se sienten igual de conectadas a un terapeuta, por más formación especializada que éste tenga. “Lo que muestran los estudios es que, además de los enfoques y la preparación del profesional, un buen vínculo terapéutico es un factor fundamental para garantizar el éxito de un proceso”, explica.
Enfoques psicológicos
En psicología, los enfoques se refieren a la manera como los psicólogos entienden al ser humano, estudian el origen de sus problemas e identifican una manera de intervenirlos desde distintas perspectivas. Cabe destacar que los enfoques no son camisas de fuerza que se utilicen para casos puntuales necesariamente, todos los enfoques tienen un fundamento, sirven de manera distinta y su uso se determina según las necesidades del paciente. ¿Cuáles son los enfoques? Linares y el psicólogo Óscar Castro, coordinador de la Especialización en Psicología Clínica de Unisanitas, nos ayudan a entender los más comunes de manera sencilla:
Cognitivo conductual: es un tipo de terapia dirigida a la modificación de patrones de comportamiento. Su objetivo es identificar pensamientos que dificultan la vida del paciente y, con base en eso, diseñar una estrategia de aprendizaje enfocado en modificar, disminuir o eliminar sus síntomas.
Ejemplo: este enfoque puede aplicarse cuando una persona entiende todo lo que le sucede desde una perspectiva negativa, como si su vida pasara a través de un filtro oscuro. Esto puede provocar aislamiento y un incremento en su depresión.
En este caso, el profesional buscará flexibilizar ese filtro negativo que está poniendo la persona y promover su acercamiento a escenarios que le producen placer o motivación para disminuir su depresión.
Otro ejemplo es cuando una persona con trastorno de ansiedad considera muy amenazantes diferentes situaciones de su vida y por eso tiende a evitarlas, haciendo que la ansiedad se incremente. Este enfoque aborda los pensamientos y logra que el paciente se exponga de manera gradual a esas situaciones que considera amenazantes.
Sistémico: este enfoque estudia el entorno laboral, familiar, de pareja, universitario o escolar del paciente para comprender cómo surgen las alteraciones. Su principal característica es que centra sus objetivos terapéuticos en los patrones de interacción entre las personas.
Ejemplo: cuando un niño tiene problemas emocionales relacionados con la impulsividad. El psicólogo identifica en la familia por qué el niño está teniendo estos comportamientos impulsivos y trabaja la relación con los padres, pues es probable que la intervención deba recaer en sus pautas de crianza.
Humanista: es un enfoque que se pregunta por la existencia y la búsqueda de sentido. Se centra en el estudio holístico de la persona para conocer sus pensamientos, emociones, comportamientos y entorno vital, para ofrecer soluciones y tratamientos a sus problemas.
Ejemplo: cuando una persona tiene una desmotivación generalizada en las diferentes esferas de su vida. El propósito de la terapia psicológica basada en este enfoque es trabajar en la búsqueda del sentido que la persona le quiere dar a su vida, desde un proceso de introspección y autoreflexión. Cuando lo identifica, debe trabajar en la manera como puede orientarse hacia él, basándose en sus fortalezas y debilidades y no en sus defectos o carencias.
Psicoanálisis: parte del supuesto de trabajar el inconsciente (emociones, sueños, fantasías, pensamientos) para atender los problemas. Requiere mayor frecuencia que otros enfoques y suele tardar largo tiempo.
Por ejemplo, cuando una persona tiene una pulsión por ser infiel. En este caso el propósito es identificar qué está sucediendo en su inconsciente, qué sucedió en las diferentes etapas de su desarrollo sexual que lo llevaron a desarrollar esta carencia en su vida sexual y a reportar este comportamiento.
Neuropsicología: este enfoque es importante en la valoración del procesamiento de la información en niños en etapa de desarrollo del aprendizaje y adultos mayores que presenten señales de envejecimiento patológico como una demencia, pues es importante detectarlo a tiempo y trabajar en ello.
Cuando un adulto mayor tiene alzheimer, el neuropsicólogo trabaja en el mantenimiento de sus habilidades cognitivas: memoria, atención, lenguaje y pensamiento para así ralentizar el deterioro cognitivo que provoca esta enfermedad degenerativa.
Otros casos en los que se puede aplicar este enfoque es en personas que hayan sufrido un trauma craneoencefálico, como consecuencia de un accidente, o que tengan alguna condición neuroanatómica.
En estos casos, el propósito es identificar qué está fallando dentro de sus procesos cognitivos y su relación neuroanatómica, es decir, el daño que puede haber en uno de los lóbulos cerebrales, para trabajar en fortalecer sus deficiencia por medio de estimulación cognitiva y así lograr la adaptabilidad y funcionalidad del paciente.
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