Antes de tomar la decisión de perforarse el cuerpo, conozco los riesgos y precauciones que debe tener para evitar complicaciones.
Hacerse piercings en el cuerpo es una práctica especialmente popular entre la población más joven, con el propósito de embellecer el cuerpo y como forma de expresión de la identidad. Sin embargo, estas perforaciones representan más riesgos de los imaginados.
Un “piercing” es una perforación realizada en la piel que se adorna con una joya. Distintas culturas y tribus alrededor del mundo la han utilizado a lo largo de la historia, a menudo para indicar el paso a la adultez en hombres y mujeres, así como estatus social.
En la actualidad, según el blog especializado bodyjewelry.com, se calcula que para el 2017, alrededor del 12 % de los hombres en Estados Unidos se había hecho una perforación en su vida, frente al 72 % de las mujeres, y cerca del 72 % de la gente perforada lo había hecho antes de los 24 años.
Aunque especialmente populares en los setentas y ochentas en el auge del movimiento punk y en los noventas con el grunge, los piercings siguen de moda, y en el último informe de Pinterest de 2022, salen identificados como tendencia de búsqueda en internet, especialmente los piercings en las orejas.
Sin embargo, como afirma el médico dermatólogo Manuel Ortiz Castañeda, aunque parezcan sencillos, los piercings no deben tomarse a la ligera, pues pueden producir consecuencias inmediatas y a futuro en nuestro cuerpo.
Los piercings interfieren con la barrera de la piel
“Un piercing equivale a una herida, una perforación que interrumpe la continuidad de la piel y abre el cuerpo a agentes externos que pueden ser peligrosos. Generalmente causan sangrado pues atraviesan la malla de arterias, venas y vasos que está allí”, explica el doctor Ortiz.
La piel humana actúa como una barrera física que protege el cuerpo. Cuando se rompe, los microorganismos presentes en el exterior así como en la misma piel, como virus, hongos y bacterias, pueden entrar en el cuerpo y afectar la salud de otros órganos. “Por eso no es recomendable que las personas con problemas en el sistema inmunológico se hagan piercings sin antes consultar a su médico tratante”, afirma el dermatólogo.
Tampoco es recomendable que lo hagan personas con problemas cardiacos, especialmente alteraciones en las válvulas del corazón, pues en estas personas la posibilidad de desarrollar endocarditis por infección del piercing aumenta. La endocarditis es una infección bacteriana en las válvulas cardiacas, que puede llegar hasta allí por el sistema sanguíneo. “Aunque es poco frecuente, la evidencia muestra que ha sucedido, y que los pacientes con soplos en el corazón pueden ser más susceptibles a ello”.
También es posible que por medio de un piercing, sin los protocolos necesarios de bioseguridad, se produzca el contagio de enfermedades de transmisión sexual como el VIH y la hepatitis B y C. Por eso es fundamental que la persona que se va a perforar lo haga en un lugar idóneo, que cumpla con todas las medidas de asepsia necesaria, así como con un perforador experto, pues un error milimétrico puede dañar la anatomía y la estética de la zona perforada, e incluso dañar nervios en algunas partes del cuerpo.
Aunque en Colombia no hay una legislación que regule esta práctica, en Bogotá, el Acuerdo 103 de 2003 del Concejo de Bogotá establece unos requisitos básicos para la realización de piercings. Por otro lado, el Decreto 351 de 2014 del Ministerio de Salud que reglamenta la gestión de residuos biológicos incluye a los centros de piercing y tatuajes dentro de los establecimientos que deben seguir sus lineamientos.
Entre los protocolos de bioseguridad incluidos en el acuerdo se dicta el uso de material estéril y desechable, así como un sistema salubre para el material de desecho. La práctica ambulante de piercings y tatuajes está prohibida y los sitios donde se hacen deben tener el aval de la Secretaría de Salud. Los piercers y tatuadores en ejercicios deben estar registrados y verificar la mayoría de edad de sus clientes.
Aunque ni el acuerdo ni el decreto se refieren al manejo de las joyas, expertos recomiendan que estas sean nuevas, estériles y vengan empacadas al vacío. También que sean de acero quirúrgico u oro, preferiblemente.
Los piercings y las partes del cuerpo
Existen diversos tipos de piercings y lugares del cuerpo donde pueden hacerse. Pueden atravesar la piel en forma de punción perpendicular, como en el lóbulo de las orejas; o de forma lineal subcutánea, como en los brazos y piernas. También pueden ser microdermales, un tipo de piercing sin agujero de salida generalmente usado en la cara; en este caso, las joyas se mantienen dentro del cuerpo por medio de un sujetador especial.
Los más usuales suelen ser en la oreja, la nariz, las cejas, los labios y la lengua. Así como el ombligo, las zonas genitales y los pezones. Algunos piercings, sin embargo, pueden generar complicaciones funcionales. “Por eso es importante consultar al médico especialista del área para prever los posibles efectos adversos”, advierte el doctor Ortiz. Dependiendo de la zona del cuerpo, es aconsejable consultar con el odontólogo, el otorrino, el urólogo o el ginecólogo, respectivamente.
Los piercings en la nariz, por ejemplo, suelen ser difíciles de mantener para las personas que sufren alergias como la rinitis. Los piercings en la boca y en la lengua pueden dificultar la masticación, la deglución e incluso el habla, y producir salivación excesiva. También pueden producir fracturas dentales accidentales (por choque), así como dañar el esmalte dental y las encías.
Por otro lado, en la zona genital, aunque los piercings se suelen utilizar para aumentar la sensibilidad, también pueden producir daño en nervios, generando dolor, dificultad en las relaciones sexuales y hasta rupturas en los preservativos. En los pezones, los piercings pueden llegar a producir mastitis y dificultar la posterior lactancia, pues pueden deformar los conductos lactíferos. También pueden producir galactorrea, es decir, producción espontánea de leche.
Los piercings y la cicatrización
La cicatrización de un piercing dependerá de la parte del cuerpo donde se realizó y de la forma y tamaño de la perforación. El tamaño y peso de la joya también influyen, así como los cuidados que se tengan. Además, el proceso varía de persona a persona.
En términos generales, la curación de los piercings más sencillos en lugares como labios, cejas y lóbulos de las orejas, pueden tardar entre cuatro semanas a tres meses. Los que toman más tiempo son aquellos donde se atraviesa el cartílago como el tabique y la concha interior de la oreja. “El cartílago es un tejido más complejo que se puede romper o fracturar, y aunque no se ve, se resiente, se enrojece y sangra; por eso duele más y se puede infectar con facilidad”, explica el doctor Ortiz. Estos piercings pueden tardar alrededor de seis meses en sanar.
Otros piercings de curación lenta son los de los pezones y el ombligo, este último también se ve afectado por la cantidad de grasa que tenga el abdomen, pues con más grasa se generan pliegues en la piel que alargan el proceso.
Los piercings en las mucosas como al interior de la boca, la lengua y los genitales femeninos, no son los que más se demoran en cicatrizar, pueden tardar un par de meses, sin embargo, son los sitios con mayor riesgo de infección.
Por eso, durante el periodo de cicatrización es fundamental tener hábitos de higiene adecuados: lavar la herida con agua y jabón durante el proceso de cicatrización (en la boca se pueden usar enjuagues antibacterianos), no retirar la joya y mantener la piel seca y a la vez hidratada. Además, las cremas cicatrizantes pueden ayudar.
“Lo más importante es no autoformularse cuando haya signos de infección”, explica el médico. Si la zona del piercing está inflamada, roja, caliente o tiene secreciones, es importante acudir a urgencias. Además, no sobra recalcar que la zona genital requiere especial atención, “pues una infección en esta zona puede complicarse fácilmente y volverse mortal”, comenta.
Condiciones especiales de la piel, psoriasis y queloides
Solo es recomendable perforar la piel cuando está sana e hidratada, sin irritaciones, infecciones, ni sequedad.
Es importante señalar que los piercings pueden producir lesiones en las personas que ya tienen psoriasis, por lo cual se desaconsejan. Tampoco se recomiendan a personas de piel sensible, pues pueden producir irritación por dermatitis de contacto. En ambos casos, si el paciente decide seguir adelante con el piercing es importante que lo haga bajo supervisión médica.
Una de las complicaciones más frecuentes en la piel causada por los piercings está relacionada con el proceso de cicatrización. Hay personas que tienden a formar queloides o cicatrices hipertróficas, una condición en la que el cuerpo forma tejido cicatricial adicional.
Los queloides se ven como cicatrices gruesas y elevadas y las cicatrices hipertróficas como “bolitas”. El problema con estas cicatrices, además de los inconvenientes estéticos, es que a veces pueden doler o picar y no son fáciles de tratar. Se pueden usar infiltraciones de corticoides para achicarlas, así como el láser y la crioterapia, pero a menudo se necesita de la cirugía plástica para removerlas. En todos los casos, tiene un 50 % de probabilidad de volver a salir. “Esta es una de las razones más frecuentes de consulta de mis pacientes”, cuenta el doctor Ortiz.
Antes de hacerse un piercing consulte con el dermatólogo y evalúe los posibles riesgos a los que se va a exponer. “A veces los pacientes vienen y me dicen, ‘si hubiera sabido antes, no me lo hubiera hecho’”, comenta el doctor Ortiz.
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