Todos nos preguntamos por el sentido de la vida, y qué pasa después de la muerte, entre otros asuntos de la mayor trascendencia. Mucho más cuando ya estamos en la sexta o séptima década de vida.
¿Cuál es el verdadero sentido de la vida, de una vida que para nosotros, los del sexto piso, ya es más pasado que futuro? ¿Qué pasará el cada vez más cercano día en que muramos? ¿Vamos a desaparecer? ¿Vamos a reencarnar? ¿Iremos a algún hipotético cielo donde seremos inmortales? Este tipo de preguntas se las hace cualquier ser humano, ya sea el más creyente, el más espiritual o el más convencido de los materialistas.
Porque por más segura que esté una persona de que sólo es real lo que describen las leyes de la física, la química y la biología, es decir, las llamadas ciencias exactas, físicas y naturales, de todas maneras uno se pregunta por el sentido del Universo, por la razón de ser de un planeta como la Tierra. ¿Ese equilibrio que observamos en la naturaleza obedece a una finalidad suprema o sencillamente es el resultado de un número casi infinito de circunstancias azarosas que coincidieron en un momento determinado? ¿Por qué no somos inmortales? ¿Qué es lo que provoca la muerte? ¿Qué podemos hacer para evitarla?
Estas preguntas y otras parecidas son las que intentan responder el escritor y periodista Juan José Millás y el paleontólogo y divulgador científico Juan Luis Arsuaga, ambos españoles, en su libro La muerte contada por un sapiens a un neandertal. Este libro, aunque autónomo, es el complemento de uno anterior que los mismos autores publicaron el año pasado, titulado La vida contada por un sapiens a un neardental.
La premisa es muy sencilla. Arsuaga busca explicarle a Millás todo lo que la ciencia sabe y se pregunta sin aún tener una respuesta acerca de la muerte. Millás es la voz del libro. Relata en primera persona las diferentes visitas que le hacen a especialistas en muy variadas disciplinas para armar poco a poco el rompecabezas. También da cuenta de los frecuentes tira y afloje entre ambos, ya que, además de compañeros en esta aventura, compiten entre ellos y a veces se comportan como verdaderos rivales.
Es un relato muy entretenido y con bastante humor, en el cual el lector adquiere una gran cantidad de información acerca del ser humano, su organismo y la manera como envejece. También conoce detalles y avances de disciplinas como la zoología, la botánica, la antropología, la arqueología, la mecánica automotriz, la filosofía, la nutrición, la cardiología, los ejercicios físicos... Millás y Arsuaga se someten a pruebas médicas para medir en qué condiciones se encuentra su cuerpo, cuál es su edad biológica, que no siempre coincide con la cronológica, y más.
Como no quiero dañar la lectura a quienes estén interesados en leer el libro, cito algunos pocos ejemplos de lo que se encuentra en los primeros capítulos. Para explicar por qué algunas especies viven más que otras, plantea la teoría del ritmo de vida. Si se mide el ritmo cardíaco de un ratón que vive unos tres años y el de un elefante que puede llegar a los 90, al terminar sus vidas ambos habrán tenido el mismo número de latidos.
Citan al biólogo francés Jacques Monod, autor de El azar y la necesidad, libro clásico de la divulgación científica: “Estamos solos en un universo indiferente en el que hemos surgido por azar”. Esta posición es opuesta a la de quienes sostienen que la vida tiene un sentido, o que la naturaleza es sabia.
Otra frase de Arsuaga que aparece en esas primeras páginas es contundente: “En la naturaleza no hay vejez ni decrepitud. En la naturaleza solo hay plenitud o muerte”. Y sostiene que la vejez sólo se da en los seres humanos, los animales domésticos y los que viven en un zoológico, porque la medicina permite prolongar sus vidas.
Otra frase de Arsuaga va en contravía de la corriente de pensamiento que sostiene que la vida y la naturaleza tienen un propósito. “La naturaleza no tiene ojos para el futuro. No mira. No planifica”. Estos muy breves apartes dan una idea del tono y del alcance de La muerte contada por un sapiens a un neardental.
(Continuará)
- Este artículo hace parte de la edición 183 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.
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