Aprenda a identificar las señales de alerta en cualquier tipo de relación para que su felicidad no dependa de otra persona.
Experimentar el apoyo de las personas que amamos es tal vez una de las sensaciones más gratificantes que dejan las relaciones sociales. Recurrimos a otras personas cuando tenemos problemas, queremos compartir un momento de felicidad o cuando necesitamos apoyo emocional. Sin importar si es nuestra familia, pareja, amigos o compañeros de trabajo, todos en algún momento necesitamos de alguien. Y viceversa: en alguna circunstancia, alguien cercano necesitará de nosotros.
Cuando pienso en una relación sana se viene a mi mente un espacio seguro, generoso y responsable emocionalmente. Para el doctor Mauricio Polanco, docente de psicología en Unisanitas, “una relación sana es aquella que es constructiva, donde se experimenta empatía, soporte, apoyo y compasión por la otra persona. Es un espacio donde ambos buscan la realización mutua y solidaria, en el marco del bienestar individual y común”. Sin embargo, existe una delgada línea que separa el apoyo mutuo y la dependencia emocional y que, en ocasiones, es difícil distinguir.
Según la American Psychological Association, la dependencia emocional es una condición caracterizada por la dependencia afectiva y obsesiva hacia otra persona, lo que crea relaciones disfuncionales y potencialmente perjudiciales para la salud mental. Esto no quiere decir que una relación generosa, amorosa y de entrega incondicional sea negativa, ya que como seres sociales podemos generar empatía, y esta es una cualidad que termina siendo muy valiosa en cualquier escenario. Lo que sí puede resultar perjudicial es disfrazar actitudes extremadamente complacientes en nombre del amor, donde solo se piensa en el otro y se deja de lado el bienestar propio.
Para el doctor Mauricio Polanco, las relaciones dependientes se reconocen cuando “una de las personas involucradas siente una fuerte necesidad por ayudar, salvar o brindar bienestar al otro a costa del suyo propio. Esto quiere decir que sus esfuerzos están dirigidos a hacer sentir bien a la otra persona, satisfaciendo al máximo cualquier deseo, sin importar sus requerimientos y límites emocionales”. En la mayoría de estas relaciones, ese interés por complacer de forma desmedida termina siendo unidireccional, lo que se convierte en un arma de doble fijo para la persona dependiente, pues además de suprimir su bienestar, queda expuesta al ejercicio de control, manipulación y condicionamiento de la otra persona.
Desde cualquiera de los dos ángulos, la dependencia emocional fomenta una relación disfuncional, injusta y poco saludable, donde hay un sobresfuerzo de una de las partes. “Se tiene la falsa creencia de que una forma de demostrar amor es a través del sacrificio individual. En un principio se puede sentir una satisfacción por este tipo de demostraciones excesivas, pero al final limitan e impiden el crecimiento y la autonomía”, afirma Polanco.
EL DATO
La mejor medida para tratar la dependencia emocional es la ayuda profesional.
Más allá de la relación de pareja
Aún cuando parezca un tema exclusivo de la relaciones de pareja, la realidad es que la dependencia emocional se da en todo tipo de relaciones sociales: entre parejas, amigos, familiares y compañeros de trabajo. El doctor Polanco dice que los casos de dependencia son más comunes en parejas, pero “también pueden presentarse con bastante frecuencia en situaciones familiares donde suele haber problemas de adicción, o en entornos de trabajo donde se observan comportamientos de complacencia extrema”.
Uno de los contextos donde también es común la dependencia emocional es en la relación cuidador enfermo. En estos casos la dependencia tiene un agravante y es que, habitualmente, el enfermo depende emocional y físicamente del otro por su condición de salud. Esto dificulta aún más el proceso de salir de la dependencia y termina en un malestar psicológico para ambas personas.
En cualquiera de los casos anteriores, la mejor medida para tratar la dependencia emocional es la ayuda profesional. El primer paso es estar atento a las señales que pueden indicar que usted, o la persona con la que tiene una relación, presenta un comportamiento dependiente, para así buscar la ayuda pertinente.
Las emociones y el comportamiento de una persona dependiente suelen estar determinados por factores de su personalidad como “baja autoestima, inseguridad, necesidad de aprobación, sentimientos de inferioridad, inmadurez emocional, culpabilidad, depresión o ansiedad”, afirma el doctor Polanco.
Así como sus señales, las consecuencias de la dependencia emocional también son determinantes, debido a la relación disfuncional que se crea. Algunas de estas consecuencias pueden ser: estrés constante, cambios repentinos de humor, depresión, ataques de ira, falta de cuidado personal e incluso somatización de las emociones en trastornos físicos como dolor de cabeza, malestar estomacal o rigidez muscular.
Por eso, tratar la dependencia emocional desde la seriedad y la conciencia individual y colectiva será de vital importancia para transformar este tipo de relaciones disfuncionales. Para el doctor Polanco lo más importante es “reconocer de manera honesta que hay un problema y que para resolverlo se necesita actuar de manera individual y conjunta. Este proceso requiere de un acompañamiento psicológico que establezca límites individuales, fortalecer la autoestima, generar autonomía, entre otros aspectos necesarios para tener una relación funcional”.
Sanar una relación de dependencia emocional no significa que la empatía, la generosidad y el compromiso desaparezcan de la relación. La clave es encontrar un equilibrio para que el eje central sea el crecimiento mutuo, donde no se haga feliz a otros sin antes hacernos felices a nosotros mismos.
Señales de la dependecia emocional
Según el doctor Polanco, las señales de la dependencia emocional son:
- Su estabilidad emocional y felicidad dependen de alguien más.
- Le teme a la soledad.
- Su realización personal y proyecto de vida está condicionado por el de otra persona.
- Tiene problemas para relacionarse con personas fuera de su círculo.
- No establece límites claros.
- Tiene complejo de “salvador”: siente la necesidad de rescatar al otro todo el tiempo.
- No suele racionalizar las decisiones que toma y busca resolverlo todo a través de las emociones.
- Chantajea y manipula emocionalmente al otro.
- Se victimiza si la otra persona no responde de manera positiva a sus demandas.
- Hace sentir culpable a la otra persona por no estar tan comprometida en la relación.
- Es obsesivo emocionalmente.
- Tiene un sentimiento excesivo de responsabilidad hacia otra persona pero no hacia usted.
-Este artículo hace parte de la edición 184 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa en este enlace: https://www.bienestarcolsanitas.com/images/PDF%20ED/Bienestar184-1.pdf
* Periodista de Bienestar Colsanitas y de Bacánika.
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