Darles tiempo de calidad y mostrarles a los hijos el valor que tienen, es una forma efectiva de fortalecer el concepto que tienen de sí mismos.
Un deseo de muchas mamás, seguramente motivado por historias de matoneo y bullying que aparecen constantemente en las noticias, es que los hijos sean lo suficientemente fuertes para enfrentar los retos de la vida y sepan sobreponerse frente a los fracasos y derrotas.
Una herramienta que puede convertirse en una habilidad social muy útil para los adultos y que se debe fomentar desde la niñez, incluso desde la etapa del recién nacido es el autoconcepto balanceado (o la autoestima, pero entendida desde un espectro más amplio donde cabe lo positivo y lo negativo del ser).
Para entender cómo podemos fomentar y fortalecer la autoestima en los hijos, consultamos a la psiquiatra de niños y adolescentes de Sanitas, Catalina Ayala.
La especialista comienza por diferenciar entre dos conceptos parecidos: “autoestima”, que la usamos para definir la apreciación positiva que tenemos de nosotros mismos; y “autoconcepto”, que se usa en psiquiatría porque abarca una definición más compleja que nos lleva a revisar la noción general que tiene cada uno, que incluye la autoestima, pero también la posibilidad de distinguir y rectificar aquello que no nos gusta o aceptarlo, en algunas circunstancias.
La importancia que una madre le da a su hijo desde que nace y mientras crece, al garantizar sus cuidados y prestar total atención a sus necesidades, son una forma eficaz de transmitir un mensaje: “eres importante y valioso para mí”. Es un concepto dinámico que se va construyendo con el otro. Por eso, fomentar la autoestima no implica solo hablar del tema, sino mostrar con hechos el valor que tienen para nosotros.
Ahora bien, ¿el exceso de autoestima puede ser negativo? Para la doctora Ayala, sí. Desde una perspectiva psicoanalítica, todos nacemos con un narcisismo primario: “Cuando el bebé está en gestación recibe todo sin hacer nada, sin pedirlo. Pero al nacer, siente hambre, frío y llora para comunicarse, para decirle a su madre que hay una necesidad insatisfecha. Con base en la respuesta que el ambiente le dé al niño, él interpretará si es valioso o no, si es tenido en cuenta cuando se expresa. Desde aquí empieza a fomentarse un autoconcepto sano”, explica.
Para fomentar una autoestima equilibrada en los niños, la doctora Ayala recomienda a las mamás o a los cuidadores principales, tratar de preponderar la gratificación en lugar de la frustración. “Una mamá en busca del equilibrio emocional de su hijo permite que el niño se frustre, pero está ahí para que predomine la gratificación”, asegura. Según explica, lo más importante es el acompañamiento, el apego sano que se va generando con el niño. Otro aspecto importante es el ejemplo, ya que la reacción que tenemos los cuidadores frente a los errores es observada y aprendida por el niño. Ayala lo explica así: “Un papá o una mamá que se flagela frente a una equivocación o un error que ha cometido, o hace un escándalo por una falla insignificante, o un cuidador que es severo con los castigos, no está fomentando la posibilidad que tenemos todos los humanos de equivocarnos y, por ende, corregirnos, aprender y acceder a la reparación. Pero hay que equilibrar, tampoco es recomendable irse al extremo y hacerle todo al niño, pues puede crecer pensando que no hay consecuencias a sus actos; se trata de darle herramientas para que aprenda a manejar la frustración, que es inherente a la vida, mostrarle progresivamente que cuenta con los recursos para solventar la adversidad y que sepa que sus padres lo apoyan en ese proceso”.
La autoestima y su relación con el bullying
El bullying o matoneo es un concepto muy complejo que implica tres actores principales: la víctima, el victimario y los testigos. Si no están estos tres actores no se perpetúa el matoneo. La autoestima o el autoconcepto sí tienen relación con esta problemática, como lo describimos a continuación.
El victimario muchas veces puede estar siendo víctima de señalamientos o burlas por parte de otros, en su familia, o en otros círculos sociales y por eso replica lo que ve. Es un niño que se relaciona de forma efectiva con los demás a través de la violencia, la fuerza o el poder. Es normal que un niño sea imprudente en su infancia, pero a medida que va creciendo hay que evidenciar las consecuencias de sus actos. Mostrarle qué cosas, comentarios, actitudes, pueden herir a los demás.
La víctima normalmente es insegura, sufre ansiedad social, o tiene una característica física o emocional que la hace sentir vulnerable o diferente. La inseguridad le impide parar la situación de matoneo apenas comienza, porque se siente angustiada, se acostumbra a ese trato o siente que lo merece.
Es muy importante hablar con los niños sobre el bullying, reforzarles la idea de que deben reclamar cuando alguien no los trata bien y, al mismo tiempo, enseñarles a separar los hechos de las opiniones. Los juicios subjetivos de los demás no deberían afectarlos en exceso.
La experta recomienda, además de cultivar la empatía desde que son bebés, hablar con propiedad y términos precisos del bullying o matoneo a partir de los siete años, pues un niño que entiende el concepto, las dinámicas y lo nocivo que puede resultar este problema es más propenso a no dejarse violentar y tampoco a convertirse en un victimario.
Una persona que desde la infancia ha cultivado una visión equilibrada de sí misma, crítica y también positiva, quien además cuenta con vínculos sanos con sus padres, tendrá más herramientas en su vida para enfrentarse a los problemas de la adultez y no dejarse abatir ante el primer tropiezo.
Hábitos que fortalecen un autoconcepto equilibrado en los niños
-Propiciar una sana relación con los padres, en la que el niño sea escuchado, valorado y tenido en cuenta.
-Socializar con otros niños, fomentar la interacción entre pares y el trabajo en equipo.
-Descubrir los talentos del niño para ayudarle a canalizar y desarrollar, pues los frutos le darán gratificaciones que contribuirán a un autoconcepto positivo.
-Compartir tiempo de calidad con los padres. El juego es la mejor herramienta de unión y empatía.
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