El estreñimiento es uno de los trastornos digestivos más frecuentes y más ignorados. Aquí buscamos identificar sus verdaderas causas y encontrar soluciones adecuadas para esta afección de la que poco se habla en público.
Ir al baño debería ser un acto rutinario y sin complicaciones. Sin embargo, no en todos los casos es así. Según un estudio publicado por la Sociedad Americana de Gastroenterología (AGA), el estreñimiento funcional es un trastorno digestivo que afecta aproximadamente al 12% de la población mundial. A pesar de esta alta prevalencia, muchas personas conviven con el problema sin consultarlo con un especialista.
La doctora Andrea Velásquez, gastroenteróloga adscrita a Colsanitas, explica que “muchas personas terminan adaptándose a vivir con el malestar provocado por el estreñimiento pues, en la mayoría de los casos, no limita de manera aguda su calidad de vida. Además, al ser un tema que consideran íntimo o difícil de comunicar, se crea un tabú que frena la consulta”.
Es importante entender que el estreñimiento no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma. Puede ser la manifestación de múltiples condiciones: desde obstrucciones, lesiones o tumores, hasta alteraciones metabólicas y neurológicas. En otros casos, cuando no existe ninguna causa estructural identificable, se clasifica como estreñimiento funcional o crónico, un trastorno en el que el intestino no funciona correctamente.

Qué es y qué no es estreñimiento
Se suele asociar el estreñimiento únicamente con evacuar pocas veces por semana, pero va mucho más allá. Primero, porque no todo estreñimiento tiene la misma causa. En el caso del estreñimiento funcional, el colon se mueve más lento de lo normal o los músculos del piso pélvico no se coordinan correctamente al momento de evacuar. Según la doctora Velásquez, “solo podemos hablar de estreñimiento funcional después de descartar causas anatómicas mediante estudios como la colonoscopia. A partir de ahí aplicamos los criterios de Roma, que definen de manera clara cuáles son las características clínicas de este cuadro”.
Según los criterios de Roma, se habla de estreñimiento funcional cuando la persona presenta dos o más de estos signos:
- Menos de tres evacuaciones completas en la semana.
En más del 25% de las evacuaciones:
- Esfuerzo excesivo para defecar.
- Heces duras o fragmentadas.
- Sensación de evacuación incompleta o de obstrucción.
- Necesidad de maniobras como elevar los pies, usar soportes de piso pélvico o aplicar presión con los dedos para poder evacuar.
En otras palabras, el estreñimiento no se mide solo por cuántas veces se va al baño, sino también por la calidad de la evacuación, el esfuerzo que implica y la sensación de alivio que deja. Y cuando no existe una causa orgánica de fondo, la mayoría de los casos están ligados al estilo de vida.
La doctora Velásquez explica que “factores como una dieta baja en fibra, el daño en la microbiota intestinal, la costumbre de aguantarse las ganas de evacuar, el sedentarismo y el debilitamiento del piso pélvico son determinantes”. Según la especialista, “entre un 70 y un 80% de los casos de estreñimiento funcional se relacionan con estos hábitos”.
Uno de los comportamientos más dañinos es posponer la evacuación. Si el cerebro detecta que el recto está lleno, envía la orden automática de relajación del ano para facilitar la salida de las heces. Pero cuando se ignora de manera repetida, ese reflejo se va perdiendo y la sensibilidad disminuye. En palabras de la doctora, “aguantar las ganas de ir al baño nunca será bueno”.

Qué hacer y qué evitar
La primera recomendación si usted sufre de estreñimiento es consultar al especialista, no postergar la cita ni normalizar esta afección. “Siempre es importante consultar a un gastroenterólogo, porque no todo estreñimiento se resuelve solo con cambios de estilo de vida. Es necesario descartar cáncer, estenosis, proctitis u otras enfermedades antes de asumir que se trata de un problema funcional”, afirma Velásquez.

Si se confirma que la causa es funcional, las medidas de autocuidado son esenciales:
- Aumentar el consumo de fibra (frutas, verduras, semillas, cereales integrales).
- Beber suficiente agua durante el día.
- Reducir ultraprocesados que alteran la microbiota.
- Mantener actividad física regular.
- Realizar rehabilitación del piso pélvico en casos indicados.
Respecto al uso de laxantes, la doctora Velásquez advierte que “automedicarse no debe convertirse en la primera ni en la única opción para mejorar esta condición”. Aunque estos medicamentos son fáciles de conseguir y se promocionan con frecuencia, su consumo indiscriminado puede encubrir enfermedades serias o retrasar un diagnóstico importante. En el caso del estreñimiento funcional, además, no bastan para corregir el problema.
En conclusión, el estreñimiento pertenece a esa lista de temas incómodos que solemos callar, aun cuando afectan de manera silenciosa la salud y la calidad de vida. Restarle importancia o acostumbrarse al malestar no resuelve el problema; por el contrario, puede aplazar la detección de causas o enfermedades. Hablar de lo que incomoda, en este caso, puede ser la diferencia entre vivir con molestias constantes o recuperar una vida plena y saludable.






Dejar un comentario