La estrecha relación entre la salud sexual y la salud mental

La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.

Es común abordar la sexualidad y la salud mental como dos temas separados. Sin embargo, cada vez se reconoce más la estrecha relación que existe entre ambos aspectos porque son dimensiones inseparables que influyen significativamente en el bienestar integral de las personas, pues la salud sexual abarca diversos aspectos físicos, emocionales, mentales y sociales; y la salud mental engloba el equilibrio emocional, cognitivo y social de una persona.

A nivel emocional y afectivo, una vinculación sana con otra persona contribuye al bienestar sexual y, por ende, a la salud mental. En cambio, la falta de amor y cuidado puede tener consecuencias. Está demostrado incluso que en las primeras etapas de la vida puede llegar al riesgo de muerte en bebés, tal como lo explica la psicóloga Pilar Aguirre, terapeuta sexual y de pareja adscrita a Colsanitas, “un bebé que no tenga un vínculo afectivo sano desde el nacimiento que le genere cuidado, se puede morir”. 

La salud mental puede influir en la disposición de una persona para mantener relaciones sexuales satisfactorias. "Por ejemplo, la ansiedad, la depresión o el estrés pueden disminuir el deseo sexual y afectar la capacidad de establecer relaciones íntimas", comenta la doctora Aguirre. Del mismo modo, las experiencias traumáticas como el abuso sexual, pueden dejar secuelas psicológicas y afectar la salud sexual y mental a largo plazo.

Asimismo, las enfermedades y patologías sexuales, como el herpes o la gonorrea, no solo afectan físicamente, sino que también generan preocupación, ansiedad y disminución de la autoestima, repercutiendo en la salud mental de las personas.

Por eso es fundamental mantener abiertos los canales de comunicación entre padres e hijos, parejas y pacientes con el personal de salud, pues cuando se tienen vínculos sanos, existe mayor probabilidad de mantener un buen estado de salud física y mental o al menos atender enfermedades o dolencias oportunamente antes de que puedan afectar otros ámbitos.

Aunque hay mayor apertura en temas de sexualidad, la salud sexual sigue siendo tabú en la sociedad, lo que dificulta la búsqueda de ayuda y prevención. Muchas personas evitan someterse a exámenes médicos por vergüenza, lo que puede llevar a diagnósticos tardíos y afectar negativamente además de su salud sexual, su salud mental. 

La identidad de género y la orientación sexual también son elementos relevantes en la relación entre la salud sexual y la salud mental. El autoconocimiento, aceptación y expresión de la identidad de género y orientación sexual son aspectos esenciales para el bienestar sexual y emocional de las personas. 

La sociedad todavía enfrenta desafíos en la aceptación y normalización de la diversidad sexual, lo que puede generar ansiedad, depresión y dificultades en el establecimiento de relaciones y la expresión de la sexualidad. Por eso, “las personas LGBTIQ+ tienen tasas más altas de uso de servicios de salud mental que sus contrapartes heterosexuales”, según un estudio de la American Psychiatric Association.

El dato

Las personas LGBTIQ+ tienen 2,5 veces más probabilidades de experimentar depresión, ansiedad y abuso de sustancias en comparación con las personas heterosexuales.

"Es necesario explorar nuestros deseos, gustos y comprender nuestra identidad sexual para tener una vida sexual plena y satisfactoria", comenta la doctora Aguirre. Además, el cuidado de la salud mental es esencial para disfrutar de una vida sexual saludable. El estrés, la ansiedad y otros problemas de salud mental pueden interferir con la intimidad y el placer sexual que implica más que la ausencia de enfermedades o infecciones de transmisión sexual, pues también incluye el bienestar funcional en términos de la satisfacción y ausencia de dolor durante las relaciones sexuales. 

*Bienestar Colsanitas.