Dormir con animales es una práctica cada vez más común. Aunque algunos lo consideran poco higiénico y hasta peligroso, los expertos resaltan los beneficios emocionales de compartir el lecho con nuestras mascotas.
rruncharse, pegarse un motoso o pasar toda una noche en compañía de perros y gatos es uno de los placeres a los que los amantes de los animales no pueden resistirse. Aunque algunos aseguran que no es higiénico porque el pelo de las mascotas produce ácaros, ni cómodo por los movimientos, arañazos y ruidos que algunos emiten al dormir, según un estudio del Centro del Sueño de la Clínica Mayo en Scottsdale, Arizona, sentir cerca a nuestras mascotas hace que descansemos mejor y nos sintamos más seguros y tranquilos. Para muchos, tener cerca a sus mejores amigos es un antídoto infalible contra el estrés, la ansiedad y las noches frías. Además, sentirlos al lado mientras se duerme induce a un sueño más profundo y reparador.
Sin embargo, por cuestiones de salud muchos prefieren compartir cualquier espacio con sus mascotas menos la cama. Si bien las enfermedades más comunes asociadas a dormir con los animales son las alergias, el asma o la neumonitis por insensibilidad (a los que, generalmente, los niños y las mujeres embarazadas son más sensibles), mientras las mascotas tengan una higiene adecuada los riesgos de contraer alguna enfermedad son muy bajos. Para la veterinaria Angélica Uribe, “si el animal está desparasitado, tiene antipulgas, las vacunas al día y recibe un baño mensual, no deberían presentarse problemas de higiene graves. Es el propietario quien tiene que saber si es alérgico al pelo de su mascota o no, y autocuidarse”.
Uribe asegura que, si bien no se puede obligar a los animales a dormir con nosotros, la mayoría de perros y gatos disfruta pasar la noche con sus dueños y saber que son parte de la familia. “Los beneficios emocionales son muy grandes, ya que al dormir con nuestras mascotas se afianzan los lazos de amor, nos sentimos acompañados y muy tranquilos”, sostiene.
Dos mundos
El universo de los perros y los gatos es muy distinto. Los perros son gregarios y adoran estar en manada, mientras los gatos son más independientes y a algunos no les gusta el arrunche excesivo. Además, los perros salen a la calle, donde están en contacto con bacterias y la contaminación de la ciudad, por lo que hay que tener un cuidadoso protocolo de higiene con ellos: limpiarles las patas con paños húmedos, cepillarles el pelo todos los días y lavarles los dientes con regularidad.
En cuanto al sueño, los perros duermen en horizontal, ocupan más espacio, pesan más y pueden roncar, mientras los gatos son más livianos y se acomodan con facilidad. La etóloga Carolina Alaguna afirma que los perros siempre van a preferir estar al lado de los humanos. “Para ellos somos el recurso más importante, junto con la comida. Somos su persona favorita. Dejarlos dormir en nuestra cama es decirles: ‘eres mi beta, eres un perrito fuerte que puede dormir al lado mío’. Para el perro es un privilegio, pero debe estar estable emocionalmente”.
Reglas claras
Dormir con animales hace más fuerte el vínculo amoroso que se tiene con ellos, sin embargo, la decisión de pasar la noche con una mascota depende de cada propietario y de qué tan cómodo se sienta compartiendo un espacio tan íntimo con su amigo de cuatro patas. En la decisión influye mucho el tamaño de la cama y del perro, pues no es lo mismo compartir espacio con un gato, con un labrador o con un gran danés.
También hay que tener en cuenta los compromisos a los que se llegue con la pareja, ya que ambos deben estar de acuerdo si están listos para compartir la cama con la mascota. “Lo importante es que se mantengan las normas en casa: si desde cachorro le permitimos subirse a la cama y dormir con nosotros, no podemos quitarle ese beneficio cuando sea grande. La clave está en que el animal aprenda que la cama es un espacio de descanso que debe respetar, no debe ser una zona para recibir comida o medicamentos, ni para el juego”, dice Uribe. También es importante que ellos tengan su propia cama y espacio, y que aprendan que solo pueden subirse a la cama de su dueño cuando este lo indique.
La decisión de pasar la noche con una mascota depende de cada propietario y de qué tan cómodo se sienta compartiendo un espacio tan íntimo con su perro o gato”.
Según Alaguna, el único escenario en que las mascotas no deberían permanecer en la cama es cuando desarrollan problemas de conflicto social o de territorialidad, y establecen una competencia con sus propietarios por la cama. “Si el animal no obedece, gruñe o quiere competir por el territorio, la cama no es el lugar apropiado para él. Primero tiene que entender que no es el líder de la casa, para que de esa manera pueda disfrutar del beneficio de dormir con su persona favorita”.
Alaguna asegura que compartir la vida con perros y gatos genera un profundo bienestar, tanto para los animales como para los humanos. “Cuando tenemos cerca a nuestras mascotas secretamos hormonas relacionadas con el placer como la oxitocina, que es la hormona que reduce el estrés y estrecha los vínculos madre-hijo; dopamina, que es la hormona de la felicidad, y serotonina, encargada de mantener en equilibrio nuestro estado de ánimo”.
Así que, si las normas están claras y se establece una rutina de higiene adecuada, los riesgos de contraer enfermedades o dormir mal son mínimos. Por el contrario, pasar la noche con nuestras mascotas puede convertirse en una experiencia amorosa, relajante y muy reparadora.
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