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Bienestar Colsanitas

Cirugía antes, durante y después del nacimiento.

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En Colombia la mortalidad de bebés recién nacidos se ha reducido a la mitad en los últimos 25 años, según la OMS. Los estrictos controles prenatales, la especialización de los equipos médicos y los avances científicos son las razones de esta cifra. Algunos casos en la costa Caribe colombiana.

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Samuel Alberto nació un mes antes de lo previsto. El parto estaba planificado para mediados de agosto, pero el rompimiento prematuro del saco amniótico obligó a practicar una cesárea de emergencia el 18 de julio de 2015. El padre en el quirófano y los familiares afuera esperaban la llegada del primer hijo del matrimonio. El bebé no lloró al nacer.

Después de varias pruebas diagnósticas, incluida una tomografía computarizada, los especialistas identificaron la razón de las dificultades respiratorias del niño: estenosis subglótica congénita, término que define un estrechamiento anormal de la tráquea y la laringe. En este caso el conducto tenía menos de dos milímetros de diámetro, 95% menos de su tamaño habitual. Entonces, el equipo de Cirugía Pediátrica de la Clínica Iberoámerica en Barranquilla sugirió la intervención quirúrgica de Samuel para reconstruir los órganos afectados. El bebé tenía 21 días de nacido y pesaba menos de tres kilogramos: todo un reto para los profesionales. La doctora Diana Patricia Romero dirigió el equipo médico integrado por el cirujano pediatra Cristóbal Abello y la pediatra María Elena Vargas, jefa del servicio de neonatología de la clínica.

—A las 7:50 de la mañana comenzó la cirugía y terminó a las 2:00 de la tarde —cuenta Claudia Polo, la mamá de Samuel Alberto—. Fueron las seis horas más largas de nuestras vidas, porque sabíamos que existía un alto riesgo de perder a nuestro hijo. Nos cuestionábamos si había sido la mejor decisión; estábamos confiando la vida de Samuel Alberto a especialistas, pero era una cirugía que por primera vez se hacía en la ciudad y en la clínica. Sin embargo, teníamos fe en Dios y en ese equipo médico que estaba en el quirófano. Al final todo salió muy bien.

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Roberto Tarud, director científico de la Clínica Iberoamérica de Colsanitas en Barranquilla, dice que es un reto mayúsculo para la medicina responder a las necesidades de un feto o un bebé recién nacido con alguna complicación de salud. Se refiere a la gran vulnerabilidad del paciente y la alta especialización que deben tener quienes lo atienden: el anestesiólogo, las enfermeras, los radiólogos y los médicos, todos tienen que estar en sintonía. Pero también advierte la responsabilidad que asumen frente a unos padres ansiosos de llevarse a su hijo sano a casa.

Para eso disponen de una sala de pediatría con modernos equipos que permiten el diagnóstico, el monitoreo y la asistencia en procedimientos especiales requeridos por los bebés. Hay ventiladores de alta frecuencia, incubadoras especiales, sensores, cámaras, láser, torres de laparoscopia y cuanto insumo sea necesario para el trabajo de los expertos. La prioridad es el trato digno y las condiciones estériles.

Claudia dice que fue determinante la calidez y el apoyo que recibieron de todo el equipo médico de la Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal de la Clínica Iberoamérica durante los 60 días de hospitalización de su bebé. Desde muy temprano, junto con su esposo Edgard, llegaban todos los días a cuidar a su hijo, le hablaban y le cantaban. Se iban contando los días para que a Samuel le dieran de alta.

—Recuerdo con gusto un día que la enfermera jefe me permitió bañar a mi hijo en la UCI. Estaba feliz de hacer esa tarea tan sencilla y rutinaria de todas las mamás, pero que para mí era muy especial porque yo era una madre que todos los días se iba a casa sin su hijo —cuenta la mujer.

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La Clínica Iberoamérica de Barranquilla dispone de modernos equipos que permiten el diagnóstico, monitoreo y la asistencia en procedimientos especiales requeridos por los bebés, en el útero o al nacer.

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Antes del alumbramiento

Claudia fue muy responsable con su control prenatal. En la semana 12 hubo una situación de alerta porque los exámenes hacían sospechar una cardiopatía en el feto. Por eso los chequeos se hicieron más estrictos y su embarazo fue catalogado como de alto riesgo, aunque la obstrucción en la tráquea del bebé no fue perceptible en las ecografías.

María Elena Varela, jefe del servicio de neonatología de la Clínica Iberoamérica, insiste en que los chequeos periódicos durante la etapa de gestación son de suma importancia para la vigilancia de la mujer embarazada y de su hijo. Son los ginecoobstetras los primeros en intervenir en el monitoreo. Si los exámenes arrojan alguna señal de alerta sobre la salud del feto, el perinatólogo se ocupa de hacer seguimiento a su desarrollo.

—El período perinatal se inicia en la vigésimo octava semana de la gestación y termina 28 días después del nacimiento.

Varela explica también que a partir de un buen diagnóstico es como se prepara un pertinente recibimiento. Entonces el trabajo que hacen los especialistas durante el embarazo es determinante para el éxito de neonatólogos y pediatras en el momento del parto.

Isaac Vargas, ginecoobstetra y perinatólogo adscrito a Colsanitas, dice que un embarazo puede avanzar de forma muy normal y de repente, en el momento menos esperado, surge una señal que obliga a buscar soluciones para corregir o minimizar las imperfecciones del proceso natural.

En la mayoría de los casos las anomalías detectadas durante el control prenatal pueden ser resueltas después del nacimiento. Pero en casos excepcionales se recomienda la intervención mientras el bebé está en el útero, para corregir malformaciones, detener la progresión de alguna enfermedad o tratar una situación puntual que amenace la vida del niño.

—Lo recomendado es que las parejas sean conscientes de la importancia de vigilar el embarazo paso a paso. Lo común es que todo lleve un curso normal. Pero a veces hay que recurrir a los procedimientos fetales intrauterinos, y afortunadamente tenemos muy buenos pronósticos para estas intervenciones. No queremos sorpresas, le apostamos a la prevención y el abordaje oportuno —apunta el médico. Vargas explica que a través de la fetoscopia se pueden hacer algunas correcciones importantes en obstrucción de vías urinarias, hernia diafragmática, problemas circulatorios en embarazos o minimizar las imperfecciones del proceso natural.

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Operar sin cortar el cordón umbilical

La medicina moderna ha determinado que hay situaciones en las que es pertinente intervenir quirúrgicamente el feto antes de cortar el cordón umbilical. Siempre en beneficio de la calidad de vida del bebé, primordialmente, y también de su familia.

Cristóbal Abello, pediatra especializado en cirugía de alta complejidad, explica que en esta técnica se hace un pinzamiento tardío del cordón y se asegura durante unos minutos la circulación de oxígeno a través del conducto útero-placenta. El bebé no respira sino que se oxigena como lo haría en el vientre. El método pretende aprovecharse del proceso natural de la gestación para componer algo que no permitiría la satisfactoria evolución del bebé. La técnica se conoce en el argot científico como Símil Exit.

Con la intervención del neonato aún unido a la madre se evita el uso de anestesia general en el bebé, se minimizan riesgos de infección intrahospitalaria por la inmediata corrección del defecto, mientras la circulación sanguínea sigue a cargo de la placenta, con lo cual se retrasa la autonomía del recién nacido por unos minutos. Todo se hace encima de las piernas de la madre porque la recomendación es que el bebé esté lo menos expuesto al ambiente, para ayudar a mantener la temperatura en niveles óptimos.

—Son seis o siete minutos que pueden ser de gran utilidad para el manejo de defectos congénitos. Inicialmente estaba indicado para solucionar problemas de respiración del feto, pero se ha ido extendiendo a otros diagnósticos como hernias diafragmáticas y defecto de la pared abdominal, con muy buen pronóstico. El trauma quirúrgico es mínimo —comenta el especialista. Abello está radicado en Barranquilla y es el creador de un insumo médico indispensable para tratar un defecto congénito que se conoce como enfaloceles, en el cual las paredes abdominales del feto no alcanzan a cerrarse por completo. Entonces el médico, junto con otros dos colegas, ideó y patentó un saco que recoge los órganos que están por fuera de la cavidad y los lleva a su lugar (Saco ABS, de Abello, Brito y Sbetliza). Lo que sigue es pegar o suturar la piel que no alcanzó a juntarse.

Para garantizar el éxito del Símil Exit es indispensable la participación de los perinatólogos, puesto que son estos especialistas los que diagnostican el defecto congénito del feto y recomiendan el mejor momento para hacer la cesárea.

Inmediatamente después del nacimiento también se tratan las hernias diafragmáticas, en las que los órganos abdominales como intestinos, hígado o estómago se van a la caja torácica, como consecuencia del desarrollo incompleto del diafragma. Ante la ausencia de barreras esos órganos presionan los pulmones. Es posible diagnosticarlos a partir del segundo trimestre del embarazo y corregirlos en la etapa neonatal.

En el mundo, la incidencia de estas alteraciones congénitas es de uno por cada 3.000 para enfaloceles y uno en 2.200 para hernia diafragmática. Mientras que las anomalías del sistema digestivo que son operables en la etapa neonatal pueden presentarse en uno de cada 100 nacidos vivos.

El perinatólogo Vargas recuerda que hace menos de un año atendió a una paciente cuyo feto presentaba una malformación genética que se conoce como gastrosquisis, en la que también los órganos del abdomen están afuera de la cavidad. Inmediatamente hicieron las gestiones en la Clínica Iberoamérica y se prepararon para el recibimiento de ese bebé. La intervención mediante Simil Exit arrojó excelentes resultados.

—Por ahí andan felices esos padres con su muchachito —comenta Vargas satisfecho.

Por la baja incidencia de las anomalías y la demanda de alta especialización, los equipos médicos que realizan este tipo de intervenciones  rotan por todo el país. En Bogotá  hay  un grupo liderado por Mauricio Herrera, jefe de Medicina Materno Fetal de Clínica Universitaria Colombia, y en Bucaramanga está el grupo de Carlos Becerra Mojica, que ha tenido  importantes  logros en el área de la fetoscopia, por nombrar apenas algunos. La lista es larga y el progreso, en materia perinatal y neonatal, imparable.

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La razón de todo

Hoy en día Samuel Alberto está próximo a cumplir los dos años de edad. Ha recibido terapias respiratorias, de fonoaudiología y estimulación psicomotora para borrar el rastro de esa difícil etapa neonatal. Es un niño activo, feliz, valiente, inteligente y creativo. Consentido por toda la familia.

En marzo 2017, por el lobby de un hotel en Cartagena andaba Roberto Tarud, el director científico de la Clínica Iberoamérica, lejos de su ambiente laboral. Un niño correteaba inquieto, divertido, ansioso de meterse a la piscina: era Samuel Alberto. Padres y médico se saludaron, se pusieron al día, y después cada cual siguió en lo suyo. Claudia y Edgard dicen que los días difíciles pasaron, y se lo atribuyen a Dios, al equipo de especialistas, el desarrollo científico y los equipos tecnológicos.

La escena refleja la mejor de las recompensas al sacrificio, por una parte, y al compromiso, por la otra.

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La organización mundial de la salud recomienda

En la mayoría de los casos, la mortalidad neonatal y perinatal se pueden evitar con una atención sanitaria de calidad durante el embarazo y el parto.

Hasta dos tercios de fallecimientos de recién nacidos no ocurrirían si se aplican medidas sanitarias conocidas y eficaces en el parto y durante la primera semana de vida. Las embarazadas deben acudir a su proveedor de asistencia sanitaria al menos ocho veces durante el embarazo para detectar y tratar posibles problemas y reducir la probabilidad de mortalidad prenatal o neonatal.

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Karem Racines Arévalo

Es una periodista colombo-venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela. Llegó a Bogotá en 2011 para escapar de la confrontación política de su país. Después de vivir en la capital colombiana cinco años, decidió mudarse cerca del mar, que tanta falta le hacía, y desde hace dos años vive en Santa Marta. Es docente de periodismo en la Universidad del Magdalena y en la Sergio Arboleda. Es colaboradora frecuente de la revista Bienestar.