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Bienestar Colsanitas

Así funciona por dentro una sala de cirugía

Fotografía
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En una cirugía no se pueden cometer errores, y deben controlarse infinidad de factores. La autora conoció el interior de una de las más completas salas de cirugía del país, y nos muestra los controles, procedimientos y equipos que se integran de manera armónica para que todo funcione como un mecanismo de relojería.

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Antes

Mariana tiene 39 años y hace poco fue diagnosticada con un tumor maligno ubicado en el abdomen. Su médico tratante le advierte que aunque puede haber complicaciones, no hay más alternativa que operar. Le informa también el tipo de incisión que va a realizar y algunos detalles del procedimiento.

En la clínica donde trabaja su médico hay un grupo de profesionales que se ocupa de evaluar el nivel de prioridad y complejidad de la intervención de acuerdo con el diagnóstico clínico. Las lesiones cancerígenas, los pacientes con enfermedades inmunosupresoras, las maternas y los infantes tienen prioridad.

Después de una llamada del médico al área de Programación Quirúrgica, la intervención de Mariana queda fijada para una semana después, a las 2 de la tarde en la Clínica Universitaria Colombia. Se reserva de inmediato una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos, cinco bolsas de sangre por si hay necesidad de trasfundir; se programan exámenes hematológicos, pruebas renales, placa de tórax. También una consulta preanestésica y con un nutricionista, que le dan las recomendaciones del caso.

En la Clínica Universitaria Colombia hay 9 salas de cirugía: 6 para intervenciones programadas, 2 para la atención de urgencias durante las 24 horas (una general y otra obstétrica), y otra para uso exclusivo de pacientes con enfermedades cardiovasculares.

El personal revisa si se dispone de los insumos y los equipos necesarios para la cirugía que requiere Mariana, con base en los protocolos que sirven de guía a la institución, y también conforme a los requerimientos específicos que haga el cirujano.

En la hoja de la programación queda constancia del nombre del médico tratante, el cirujano ayudante, la enfermera jefe que labora en ese turno, las enfermeras auxiliares, la instrumentadora y el anestesiólogo. Y también se describe todo lo que debe llevar “la canasta”, que es una caja grande de plástico donde se colocan los insumos que se necesitarán: gasas, algodones, bolsas de suero, hilos de sutura, batas, campos de aislamiento, jeringas, guantes y demás.

En la central de esterilización una instrumentadora y 12 ayudantes de lavado se ocupan de que todo el instrumental que usará el médico cirujano esté libre de microorganismos. Ellos también se encargan de poner a punto la ropa quirúrgica (campos, batas, compresas, etc.), los recipientes y demás equipos e insumos que serán necesarios para el procedimiento. Para ello emplean distintos métodos: vapores, calor seco, baños químicos. En ese almacén todo está empacado, perfectamente doblado, apilado en filas derechitas o sellado al vacío. Otros insumos ni siquiera están visibles, como para que no se contaminen ni con la mirada.

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La coordinadora de enfermería del área quirúrgica, Natalia Hendez, asegura que estos son ciclos que nunca se detienen: —Lo administrativo y lo asistencial son fundamentales para que esa máquina llamada ‘sala de cirugía’ nunca pare. Por eso, son áreas que funcionan durante las 24 horas del día, de lunes a domingo, como el cuerpo humano. Trabajamos con un gran equipo humano, todo centrado en la seguridad del paciente —dice.

Atenta a los requerimientos del programa quirúrgico está la farmacia interna de salas de cirugía, que surte los quirófanos. También están siempre listos el personal de la Central de Ingeniería y Mantenimiento y el de Servicios Generales, quienes prestan apoyo permanente. También hay profesionales atentos en el área de imagenología, por si hace falta verificar con rayos X o ecografía lo que ocurre dentro de la paciente. Todo está dispuesto en función de la seguridad de Mariana, que está a punto de ingresar a cirugía.

Llegó puntual a la cita en la clínica, 11 de la mañana. La acompañaba su madre de 61 años y unos pocos familiares y amigos muy cercanos, que han asistido para darse apoyo unos a otros mientras los profesionales hacen su trabajo.

Un médico general hace la historia de ingreso, revisa una vez más los exámenes y la orden médica. Las enfermeras confirman la cantidad de horas de ayuno, las alergias, los medicamentos que consume la paciente; revisan que no tenga esmalte en las uñas ni maquillaje en la cara; el cuerpo no debe estar untado de aceites, ni cremas ni perfume. Verifican que no haya prótesis dentales ni objetos metálicos retirables, como aretes o perforaciones. Si el paciente tiene marcapasos o prótesis metálicas no removibles se señala en la historia y se le coloca una manilla de color para que el personal de cirugía lo tenga en cuenta. Lo mismo aplica para señalar las alergias. A Mariana le ponen una manilla roja en la mano derecha porque su organismo es intolerante a la penicilina.

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Óscar Pérez, jefe de salas de cirugía, precisa que la gripe, la diarrea, la fiebre o una infección urinaria son razones para cancelar una cirugía y reprogramarla. En ocasiones la intervención se puede retrasar cuando la sala requiera alguna preparación específica, o que el tiempo quirúrgico del procedimiento que precede se haya extendido más de lo esperado.

Mariana pasa a un cubículo donde se despoja de cualquier cosa que lleve consigo. Todas sus pertenencias se entregan a los familiares. Se viste con la ropa desechable de color azul que siempre sale en las películas. No necesita el anillo de grado, ni el aro de compromiso, ni los aretes de oro blanco, ni las medias gruesas que la protegen del frío. Su pelo largo y rizado queda escondido en el gorro desechable, sus pies cubiertos con las polainas, la bata abierta por delante cubre su cuerpo desnudo. Se despide de su mamá.

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Germán Rojas Rodríguez es el director científico de Clínica Universitaria Colombia y Óscar Pérez es el médico jefe de salas de cirugía. Ambos explican los detalles del engranaje que dirigen. Dicen que una vez que el paciente está en la sala asignada, una enfermera y el anestesiólogo hacen una nueva lista de chequeo para minimizar la posibilidad de confusiones. Preguntan el nombre del paciente, la edad, el médico tratante, patología, procedimiento a realizar, alergias, piercings. Mientras, otra parte del equipo de enfermería revisa que esté en el sitio todo lo requerido.

—En los quirófanos todo está orientado a evitar incidentes y eventos adversos, que son aquellas situaciones que pueden llegar a afectar la salud del paciente —comenta el doctor Pérez—. En nuestro equipo cada eslabón es indispensable para evitar incurrir en este tipo de situaciones.

Al llegar a la sala lo más llamativo es la inmensa lámpara en medio del techo, que proyecta una luz blanca intensa que no genera calor. También está la mesa quirúrgica con unas gomas que ayudan a colocar en la mejor posición posible al paciente, conforme al tipo de procedimiento que se le practicará. Hay monitores cardiovasculares, bombas de infusión, aire acondicionado y sistema de extracción de gases; pisos con aislamiento eléctrico, un reloj de pared, equipos para cauterizar, succionar, ventilar, cortar. Y unas cajas de madera, como gavetas sin contenido, que sirven como tarimas para los médicos o enfermeras de baja estatura. Todo lo que está en esa sala tiene una justificación.

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En la sala hay todo un equipo de personas dispuestas para la intervención: la enfermera jefe, la instrumentadora, auxiliares de enfermería, camilleros, el anestesiólogo, un médico general como ayudante quirúrgico y el especialista como jefe del grupo.

En general son 133 funcionarios entre enfermeras jefes, auxiliares de enfermería, instrumentadores, ayudantes de lavado y secretarias, más 25 anestesiólogos, personal administrativo y cerca de 200 médicos los que integran el equipo del área quirúrgica en Clínica Colombia.

Un pinchazo en la muñeca del brazo izquierdo es el único dolor que sentirá Mariana en esa sala de cirugía. Es la canalización venosa para que haya una forma de comunicación directa con su sistema vascular. Todo lo demás ocurrirá mientras esté inconsciente. El anestesiólogo le recomienda pensar en algo que la haga feliz, y pone sobre su boca y nariz una mascarilla transparente.

 

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Todo lo que se utilizó, descartable o no, sale por una puerta que comunica a un pasillo exclusivo por el que se retira todo el instrumental y material que ha sido utilizado en el procedimiento quirúrgico. Esto evita que este material se cruce con el material esteril que se usará en la siguiente intervención.. 

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Después

Antes de suturar la herida, el equipo de médicos y enfermeras hace un nuevo inventario de material desechable e instrumentos. Colocan en solución salina o formol los residuos orgánicos que deben ser analizados por patología, y a una bolsa plástica roja van aquellos que se desecharán. Todo lo que se utilizó, descartable o no, sale por una puerta que comunica a un pasillo exclusivo por el que se retira todo el instrumental y material que ha sido utilizado en el procedimiento quirúrgico. Esto evita que este material se cruce con el material esteril que se usará en la siguiente intervención.

En la sala de espera la madre de Mariana ve aproximarse al médico tratante en compañía de otro más joven. Él abre los brazos y sonríe. La abraza mientras le dice:

—La intervención fue un éxito, sin complicaciones de ningún tipo.

Le da algunas indicaciones sobre lo que sigue, y se va. La mamá de Mariana corre a contarle la buena noticia al papá y a la hermana de Mariana, al novio, a la comadre, a los amigos. Hay llantos de alegría y de alivio.

Al otro lado de la puerta, dentro de esa zona estéril donde ninguno de los allegados de Mariana puede pasar, sigue ella, en mitad del quirófano, tres horas después del pinchazo en el brazo izquierdo. Regresa del sueño profundo. Verifica que puede mover sus pies y sus manos. Se vuelve a dormir.

La trasladan al área de recuperación donde hay 24 cubículos con equipos y personal para monitorear sus signos vitales. Una vez que está consciente, un anestesiólogo cumple con los protocolos de cuidados post anestésicos y la remite a una habitación de hospitalización.

—Como parte de nuestra política institucional, el usuario debe salir de la zona de recuperación sin dolor —precisa Pérez. Después de esa cirugía Mariana recibió 25 sesiones de radioterapia, y la combinación de la intervención quirúrgica y el tratamiento oncológico pusieron fin al cáncer que padecía. Su historia tuvo final feliz.

Ha pasado un año y medio desde que esta mujer tuvo esas vivencias, las que ahora cuenta como anécdotas. Se casó con el novio que la esperaba afuera aquel día. Se siente bendecida.

*Periodista colombo venezolana.SEPARADOR

 

Karem Racines Arévalo

Es una periodista colombo-venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela. Llegó a Bogotá en 2011 para escapar de la confrontación política de su país. Después de vivir en la capital colombiana cinco años, decidió mudarse cerca del mar, que tanta falta le hacía, y desde hace dos años vive en Santa Marta. Es docente de periodismo en la Universidad del Magdalena y en la Sergio Arboleda. Es colaboradora frecuente de la revista Bienestar.