La incidencia de la dieta, tanto en la aparición de ciertos tipos de cáncer como en el éxito de los tratamientos, ha sido ampliamente investigada y discutida por la comunidad médica. Recogimos algunas conclusiones parciales del debate.
Cara: prevención
Según las cifras publicadas por Globocan 2012, un proyecto médico de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC por sus siglas en inglés), al año fallecen alrededor de 8,2 millones de personas en todo el mundo a causa de este padecimiento. Dados estos números, no es de extrañar que uno de los campos de estudio más explorados para combatir el cáncer sea el de la prevención, y dentro de este, el posible vínculo entre la dieta y la enfermedad. Ello con el ánimo de responder preguntas como las siguientes: ¿Qué tanto influye lo que comemos en la formación de tumores malignos y la aparición de algunos tipos de cáncer? ¿Es posible prevenir el cáncer comiendo —o dejando de comer— ciertos alimentos?
En lo concerniente a la prevención, El estudio de China, liderado por el doctor T. Colin Campbell, pionero de la investigación en nutrición y profesor emérito de Bioquímica Nutricional de la Universidad de Cornell, avivó uno de los debates más sensibles sobre este tema tras la publicación de sus resultados en 2004. El doctor Campbell y su equipo contrastaron la alimentación y la tasa de mortalidad por cáncer en 130 pueblos de China, con el fin de determinar la relación entre la dieta y la salud. El proyecto concluyó que la proteína animal es un causante claro del cáncer y postuló el vegetarianismo como base de una vida saludable. Sobre este punto en particular, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hoy sostiene que, en efecto, una ingesta excesiva de carnes rojas puede conllevar un riesgo más alto de padecer cáncer colorrectal, y que consumir frutas y hortalizas de manera regular puede proteger contra varios tipos de cáncer. La OMS además señala que es posible evitar alrededor de una tercera parte de los casos de cáncer: “Una actividad física regular y el mantenimiento de un peso corporal saludable, junto a una dieta sana, reducirán considerablemente el riesgo de contraer cáncer”. Así mismo, puntualiza que hay una relación clara entre el sobrepeso y la obesidad con cánceres como el de esófago, colon y recto, mama, endometrio y riñón. Acerca de esto último, la cirujana de mama y tejidos blandos, Claudia Ramírez, de la Unidad de Mama de Sanitas, anota: “Las últimas investigaciones sobre nutrición y cáncer muestran que hay una conexión en cuanto a la incidencia de cáncer y la cantidad de grasa corporal que tiene la persona, es decir, que existe una relación entre el cáncer y el sobrepeso. Por lo tanto, uno pensaría que se podrían prevenir o al menos mejorar el pronóstico de algunos cánceres si llevamos unas conductas de vida saludable, y ello incluye no tener sobrepeso ni tampoco una masa corporal a base de grasa muy grande”.
En la misma línea, el World Cancer Research Fund International estima que alrededor del 20% de todos los cánceres diagnosticados están conectados con la grasa corporal, la inactividad física, el consumo excesivo de alcohol y la pobre nutrición, y que, por lo tanto, podrían ser prevenibles. A este respecto, la médica Dirdi Nariño, experta en Nutrición y Metabolismo Clínico, señala: “Aunque los genes influyen sobre nuestro riesgo de tener cáncer, en la mayoría de los casos este se presenta debido a factores no hereditarios, por lo que comer una dieta balanceada puede que reduzca significativamente el riesgo de desarrollar cáncer durante la vida de una persona, o de que esta muera por dicha enfermedad”.
En este mismo sentido se ha pronunciado el doctor Walter Willet, presidente del Departamento de Nutrición de la Facultad de Salud Pública de Harvard. Willet sostiene que las investigaciones alrededor de los vínculos entre la alimentación y el cáncer podrían agruparse bajo cuatro paradigmas, cuyos resultados solo son irrefutables, según él, en el caso del cuarto, el cual determina que la obesidad es una de las causas principales de la enfermedad.
El World Cancer Research Fund International estima que alrededor del 20% de todos los cánceres diagnosticados están conectados con la grasa corporal, la inactividad física, el consumo excesivo de alcohol y la pobre nutrición, y que, por lo tanto, podrían ser prevenibles.
Sello: tratamiento
El papel que puede jugar la nutrición en los procesos de tratamiento del cáncer también ha suscitado todo tipo de investigaciones y debates. Por ejemplo, uno de los métodos más conocidos y controvertidos sobre este tema, la Terapia Gerson —creada por el médico alemán Max Gerson—, plantea que, a través de una alimentación a base de verduras y frutas, el cuerpo puede desintoxicarse y reactivar su capacidad de sanarse a sí mismo, incluso en el caso de enfermedades como el cáncer.
En contraste, el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos publicó un libro titulado Consejos de alimentación: antes, durante y después del tratamiento del cáncer, en el que recalca que las personas que padecen esta enfermedad tienen diferentes requerimientos de nutrición, dado que deben comer para mantener la energía y afrontar los efectos secundarios del tratamiento y que, contrario a lo que suele creerse, “necesitan añadir proteínas y calorías a su dieta; comer más queso, leche y huevos; añadir salsas y caldos a sus comidas (si tienen problemas para masticar y pasar los alimentos); y comer alimentos con poca fibra en lugar de mucha fibra”.
Por su parte, el doctor Ricardo Duarte, médico oncólogo de Colsanitas, anota: “Hay una serie de creencias algunas muy bien soportadas y otras no tan bien soportadas que pretenden decirle a la gente que no debe comer tal o cual cosa. Desde mi punto de vista eso no debe ser así, porque el problema es que el paciente no va a prevenir una enfermedad, va a combatirla; y lo peor que uno puede hacer es pedirle a alguien que ya tiene que afrontar un cáncer, que haga dieta. Yo le doy unas recomendaciones en particular a cada paciente, pero tengo en cuenta que el mejor nutricionista, el que sabe qué le hace bien y qué no, es uno mismo”.
Según la OMS, la práctica de actividad fisica, el mantenimiento de un peso corporal saludable junto a una dieta sana, reducen el riesgo de contraer cáncer.
Alimentos saludables
La Sociedad Americana Contra el Cáncer y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer aconsejan consumir ciertos alimentos para prevenir cánceres específicos, apoyadas en múltiples estudios. La doctora Dirdi Nariño recogió algunas de sus recomendaciones en el siguiente listado:
-Arándanos: ricos en vitamina C y antocianinas; adecuados para prevenir cánceres de colon y recto, pulmón y estómago.
-Brócoli y vegetales crucíferos (coliflor, col de Bruselas): altos en fibra y carotenoides; adecuados para la prevención de cánceres de colon, boca, laringe y faringe.
-Calabaza, auyama, zapallo, zucchini: altos contenidos de carotenoides, fibra, vitamina C, flavonoides; favorecen la prevención de cáncer colorrectal y de seno, boca, laringe y faringe.
-Granos enteros (avena, arroz integral, mijo, sorgo, quínoa): prevención de cáncer de colon por alto contenido de fibra. Su alto contenido de lignanos favorece, además, la prevención de cáncer de seno y de próstata.
-Granos y leguminosas (frijol, lentejas, habas, garbanzos): por su alto contenido de fibra y fitoquímicos, hay evidencia de prevención de cáncer colorrectal.
-Manzana: rica en fibra, flavonoides, quercetina, triptenoides; adecuada para la prevención de cáncer colorrectal y de seno.
-Tomate: rico en carotenoides, específicamente en licopeno. Prevención específica para cánceres de boca, laringe y faringe.
-Uvas: ricas en resveratrol y polifenoles; prevención de cánceres de seno, linfoma y estómago.
-Vegetales de hojas verdes oscuras (espinacas, acelgas, rúgula, algunas lechugas): ricos en fibras, folatos, carotenoides, luteína, flavonoides, saponinas; protegen de cánceres de boca, laringe y faringe. Estudios muestran disminución en el crecimiento de células malignas de cánceres de seno, piel, pulmón y estómago.
-Zanahoria: su contenido de fibra ayuda en la prevención de cáncer de colon. Además, es rica en betacaroteno, lo que favorece la prevención de cánceres de pulmón, boca, laringe y faringe.
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