Nunca es tarde para retomar o comenzar a hacer ejercicio. Los beneficios, como muestran estas cinco mujeres, han sido incalculables no solo en el aspecto físico sino mental. Aquí sus historias.
al vez una de las ideas preconcebidas más arraigadas con las que hay que lidiar a la hora de empezar a hacer ejercicio es pensar que ya es muy tarde para comenzar. Sin embargo, la evidencia ha demostrado que nuestro cuerpo es una máquina poderosa que se puede fortalecer y recuperar a cualquier edad.
Un estudio publicado en Frontiers in Physiology, en 2019, llevado a cabo por cinco universidades inglesas, demostró que incluso cuando las personas empiezan a entrenar después de los cincuenta años, pueden mejorar su rendimiento físico y con los años alcanzar niveles similares a los de personas que entrenaron toda su vida adulta.
Además de mantener la salud de huesos y músculos, el ejercicio es fundamental para preservar la juventud del sistema inmune, del cerebro, el corazón y en general de todo el organismo. Así como la estabilidad de nuestro estado de ánimo, a cualquier edad.
Para comprobarlo, mostramos las historias de cinco mujeres que aunque empezaron a ejercitarse tarde, con el tiempo han alcanzado el mejor estado físico de sus vidas y, después de los cincuenta, se encuentran en uno de sus mejores momentos. Ellas, de la mano del ejercicio, fueron descubriendo que en la mediana y la tercera edad aún podían hacer todo lo que querían.
“Para olvidar las penas”
Leonarda Correa se jubiló en 2008, después de 30 años como profesora de preescolar, primaria y bachillerato. Después de que murieran su esposo y su mamá con seis meses de diferencia, en 2002, Leonarda se sintió perdida. Como ella y su esposo no habían tenido hijos, a sus hermanos les preocupó que Leonarda pasara mucho tiempo sola y se deprimiera.
Uno de sus hermanos menores, que entrenaba en la Liga Máster (una liga internacional de deportistas senior), la empezó a llevar a sus entrenamientos para sacarla de la casa y distraerla. Leonarda le hizo caso, aunque sin mucha convicción porque nunca había sido deportista. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que le gustaba correr, y de que además de sentirse acompañada en los entrenamientos, a sus 51 años tenía aptitud para el atletismo. “Así se me empezaron a olvidar las penas”, cuenta. A los 20 días de empezar a entrenar ganó la medalla de bronce en los 1.500 metros en su primer campeonato en Bucaramanga. Entusiasmada siguió entrenando y ganando medallas. En 2018 consiguió la mejor marca sudamericana en los 10 kilómetros en ruta, una competencia en Málaga. A sus 68 años, Leonarda puede correr dos y tres horas seguidas sin problema, cuando al inicio ni siquiera podía correr 30 minutos. Actualmente se prepara para competir el próximo año en Australia y para eso entrena cinco días a la semana al menos una hora diaria, además de llevar una dieta balanceada. Ella solo tiene agradecimiento hacia el ejercicio, porque le abrió el camino en un momento difícil y le ayudó a encontrar un nuevo significado a su vida
“El mejor cirujano”
María Cristina Garzón es de Neiva y siempre le gustó el ejercicio. Pero desde que empezó a estudiar en la universidad en Bogotá, no le quedaba mucho tiempo. Y luego cuando entró a trabajar, menos. Sin embargo, a los 33 años decidió tomarse el tema en serio. Después de que le quitaron la matriz tras tener a su hija, por tener una placenta creta –una placenta que se pliega en el momento en que se debe retirar causando un desgarre–, se preocupó por su salud y su metabolismo. Estuvo cinco días en cuidados intensivos y apenas se recuperó del episodio comenzó a investigar sobre el ejercicio y a diseñar sus propias rutinas.
Poco a poco se fue metiendo más en el tema e incorporó el gimnasio, el yoga, la rumba y el bodycombat en su entrenamiento. Al principio no podía tocarse los pies con las manos sin doblar las rodillas y no podía hacer flexiones de brazos. Practicaba algunos días a la semana. Hoy en día, a sus 53 años, es más flexible que nunca y puede doblarse poniendo el pecho sobre sus rodillas, logra 4 series de hasta 15 flexiones seguidas y además de ir al gimnasio a diario realiza dos sesiones semanales de bodycombat en las que puede quemar hasta 600 calorías. María Cristina le agradece al ejercicio su buena salud, su buena actitud y también su figura. “Cuando mis amigas me dicen que se van a operar, yo les digo que no hay mejor cirujano que la dieta y el ejercicio”, dice entre risas.
Aunque toda su vida laboral se dedicó a la dirección comercial de empresas privadas de salud, a partir de la pandemia sintió que necesitaba un cambio y comenzó un canal culinario en YouTube (macrislive) en el que también enseña bodycombat, un programa de entrenamiento aeróbico en el que está preparando su certificación.
“Me encanta el esfuerzo que hay que hacer”
Flor Marina Agudelo tiene 70 años y monta bicicleta todos los días hasta seis horas diarias. Hace dos años sorprendió a su hija Erika y a su yerno de vacaciones en Girardot, a donde ella llegó en bicicleta desde Bogotá. Erika cuenta que cuando la vio llegar se puso a llorar, no sabe muy bien si del susto o de la alegría de que no le había pasado nada en la carretera. Pero ella ya conoce a su mamá. Flor es una apasionada de la bicicleta y está acostumbrada a recorrer distancias largas. “Me encanta el esfuerzo que hay que hacer” dice ella. “Ir subiendo e ir pasando ciclistas”.
A Flor le habría gustado ser ciclista profesional. A los 22 años fue la ganadora del primer campeonato nacional de ciclismo de mujeres que se organizó en 1973. Pero su sueño quedó truncado por la falta de apoyo al ciclismo femenino en el país. Así que no le quedó más remedio que seguir montando por su cuenta. Y lo siguió haciendo, incluso después de casada, aunque menos, porque ya tenía otras obligaciones: un esposo, dos hijos y un trabajo en una fábrica de bolsos y maletines.
En ese entonces procuraba montar bicicleta al menos una hora diaria, y si no podía ponía su bicicleta en modo estático en la casa. Sin embargo, cuando ya sus hijos estuvieron grandes y se acercaba a los 50 años, decidió retomar su pasión a fondo y volver a salir a la carretera. Y, aunque no pudo ser ciclista profesional, ahora después de su jubilación tiene una capacidad aeróbica y una fuerza envidiable en sus piernas, y disfruta con igual intensidad la euforia que le deja cada pedalazo. Su próxima meta es batir el récord de la hora en pista en su categoría.
“Volver a encontrarme conmigo misma”
Inie nació en Corea del Sur y llegó a Colombia con sus papás y sus hermanos a los 7 años. Aunque fue moderadamente activa hasta los 30, la vida laboral la absorbió y no volvió a ocuparse demasiado de su salud ni de su cuerpo, hasta mediados de sus cuarentas. Inie es diseñadora textil y trabajó en distintas multinacionales asiáticas encargada del proceso de importación de telas de Asia a Latinoamérica. Su ética de trabajo, así como la cultura laboral de estas empresas la llevaron a trabajar de 12 a 18 horas diarias durante años. A los 33 años empezó a sufrir de endometriosis y luego tuvo un paro cardiaco a los 34 y otro a los 37. Sin embargo, esto no le resultó demasiado raro, pues uno de sus jefes había muerto de un paro cardíaco antes de cumplir los 40. Su necesidad de un cambio comenzó a gestarse. Hasta que le diagnosticaron cáncer de endometrio y debió someterse a un tratamiento y una operación. Tenía apenas 47 años. Hoy, a sus 52 años, Inie entrena diariamente en el gimnasio desde hace dos. Con el ejercicio y una dieta guiada por una nutricionista, su salud se ha estabilizado, ha perdido siete kilos y se siente mejor de ánimo. A Inie todavía le sorprende la capacidad de recuperación de su cuerpo. Pasó de usar siempre el ascensor a subir a pie las escaleras en todas partes porque ya no se cansa. Y aunque le habían dicho que no iba a poder hacer sentadillas por las articulaciones de sus rodillas, hoy puede hacer hasta 45 seguidas con 20 kilos adicionales. Para Inie el ejercicio ha hecho parte importante de una nueva etapa en su vida. Ahora trabaja en proyectos esporádicamente, y aunque aún debe combatir la culpa por no sentirse altamente productiva, ha aprendido a disfrutar más, estar más presente y priorizar su salud. “El ejercicio ha sido una manera de volver a encontrarme conmigo misma”, confiesa.
“La mejor medicina”
A los 48 años a Aura Rico le diagnosticaron una arritmia cardiaca por la cual debía ser medicada. Pero como a Aura nunca le han gustado los fármacos, decidió pedirle un tiempo al médico para ver cuánto podía mejorar si empezaba a hacer ejercicio. Así fue como ella y su esposo se acercaron al atletismo y llegaron a la Liga Máster. Después de un tiempo Aura estabilizó su arritmia sin la necesidad de pastillas y quedó enganchada con el deporte.
Al comienzo necesitaba 23 segundos para correr 100 metros, pero después de años de entrenamiento alcanzó su mejor tiempo: 17 segundos, a los 55 años. Con el ejercicio también pudo corregir un problema que solo se podía solucionar con cirugía. Luego de cinco partos, Aura sufría de incontinencia cuando corría, pero poco a poco con la actividad física el problema disminuyó hasta desaparecer por completo. Aura y su esposo trabajaron toda su vida en una empresa propia de confección y el ejercicio los ayudó a salir de su rutina. “Uno se dedica a trabajar y trabajar para el futuro, y se olvida de dedicarse tiempo a uno mismo”, cuenta. Correr en la Liga les trajo nuevos amigos y viajes para competir. También les trajo la idea de hacer ropa deportiva, aunque hoy en día y con sus hijas grandes, Aura y su esposo trabajan menos. A sus 70 años, Aura cuenta que no vivió ningún síntoma de la menopausia. Al igual que con la arritmia, el ejercicio la ayudó a atravesar esta etapa sin molestias ni pastillas. Hoy en día entrena diariamente, sin falta, una hora y media, y asegura que esta rutina la mantiene activa y alerta, sin ganas de acostarse durante el día, como a veces le pasaba cuando era más joven y no hacía ejercicio.
*Periodista independiente.
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