¿La radiación hace que la comida pierda nutrientes?, ¿el uso frecuente aumenta el riesgo de cáncer? Le contamos todo lo que necesita saber sobre este electrodoméstico.
Gracias a que al ingeniero estadounidense Percy Spencer se le ocurrió que el magnetrón, un dispositivo que produce señales de radio, podía ser usado para cocinar, hoy podemos disfrutar de uno de los electrodomésticos más populares que existen en la actualidad.
La primera versión del horno microondas de 1947 estaba lejos de ser lo que es ahora. En sus inicios, estos aparatos gozaban de mala fama por ser gigantescos y costosos, pero también por todos los mitos que los rodeaban sobre sus supuestos efectos perjudiciales para la salud. Mitos que sobreviven hasta el presente a pesar de los avances tecnológicos que han convertido al microondas en una herramienta cada vez más segura y eficiente.
¿El uso frecuente aumenta el riesgo de cáncer?
Falso. Aunque los microondas funcionan con ondas electromagnéticas para calentar la comida, estas son de baja frecuencia, por lo tanto su potencia es mucho menor en comparación con otras ondas como las de la radiación ultravioleta (que hace que nos quememos cuando nos exponemos al sol por mucho tiempo) o los rayos X (usados por la medicina para imprimir imágenes de los tejidos internos).
“La radiación de los microondas no es ionizante, esto quiere decir que no puede desintegrar los átomos de las cosas que atraviesa, por lo que no puede afectar el ADN. Lo que sí hacen es agitar las moléculas de agua presentes en la comida a altas velocidades, traduciéndose en calor a nivel macroscópico”, dice Luis Reyes, profesor universitario e ingeniero de alimentos.
¿Existen recipientes no aptos para microondas?
Verdadero. Para Kissy Macías, nutricionista y magíster en seguridad alimentaria, el verdadero peligro de los hornos microondas no es la radiación en sí, sino los efectos que puede tener en los recipientes que se usan para calentar la comida. “Existen plásticos que pueden liberar sustancias tóxicas cuando se calientan a altas temperaturas debido a su composición”, explica. Entre ellos se encuentran el Bisfenol-A y los Ftalatos, dos tipos de compuestos que actualmente están en la mira de diversas entidades sanitarias como la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA). Esto debido a que existen estudios que relacionan su uso en los empaques de alimentos con problemas en el sistema endocrino, interfiriendo en la producción de hormonas que afectan la glándula tiroides y la función de los órganos reproductores.
Es importante evitar materiales como el poliestireno expandido (icopor) o policarbonato para calentar los alimentos, y usar envases con etiquetas que indiquen que son aptos para el microondas. “En caso de duda, utilizar vidrio de borosilicato templado (pyrex) o cerámica”, comenta Macías.
¿La radiación hace que la comida pierda nutrientes?
Falso. De acuerdo con la nutricionista, “para que un alimento mantenga el 100 % de sus nutrientes debe comerse crudo, esto aplica sobre todo para las verduras, las frutas y las semillas”. En general, cualquier método de cocción inevitablemente producirá una disminución de sus valores nutricionales. “De todos los métodos que existen para calentar la comida, el que genera mayor pérdida de nutrientes en realidad es hervir, puesto que muchas vitaminas (como la C y las del complejo B), algunos minerales y antioxidantes se disuelven con el agua”, añade Macías.
Es importante poner especial atención en el tiempo de cocción o calentamiento, pues una sobreexposición al calor implicaría en primer lugar que se queme, y en segundo lugar la deshidratación, que se traduce en la degradación de dichos nutrientes.
Se puede cocinar en el microondas
Verdadero, parcialmente. Según la Organización Mundial de la Salud, “cuando se usan de acuerdo con las instrucciones del fabricante, los hornos microondas son seguros y convenientes para cocinar y calentar una gran variedad de alimentos”. Sin embargo, Reyes no recomienda su uso para esta función debido a que el proceso de cocción es demasiado rápido, dándole un sabor y una textura diferentes a la comida preparada tradicionalmente o en el peor de los casos, quemándola. Como ejemplo de esto, existe un efecto químico entre azúcares y proteínas que le da ese sabor especial a los horneados y se conoce como reacción de Maillard. Este efecto apenas sucede al cocinar con microondas.
Adicionalmente, “es posible que partes menos húmedas de los alimentos queden sin cocinarse correctamente debido al funcionamiento del microondas basado en la estimulación de moléculas de agua”. Dice Reyes. Por esta razón, es muy difícil cocinar en el microondas un alimento que esté seco.
“Otra desventaja del microondas es que genera un riesgo biológico en alimentos como la carne o el pollo puesto que, si no se cocinan a por lo menos 100 grados centígrados, existe la posibilidad de que microorganismos presentes en los “vacíos” que deja la cocción irregular puedan enfermarnos”, añade Macías.
De la misma manera, no debería calentarse leche materna o para consumo infantil, pues se podrían crear “zonas calientes” que quemen la boca del bebé.
El horno microondas consume demasiada energía
Falso. Al contrario, el horno microondas es el método más ahorrativo en términos de energía si se compara con un horno eléctrico o una estufa de inducción. De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, “el microondas utiliza un 80 % menos de energía que una estufa de gas cuando se calienta cantidades relativamente pequeñas”.
Esto se debe a que, a diferencia de otros electrodomésticos de cocción, el horno microondas calienta el alimento desde adentro, y el calor no tiene que viajar desde el recipiente a la superficie y luego hacia el interior.
Cabe destacar que el microondas debe estar en óptimas condiciones y limpio para que mantenga sus estándares de eficiencia. Asimismo, se recomienda desconectarlo después de su uso para ahorrar aún más energía.
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