El 15% de los embarazos termina con un aborto natural, también llamado espontáneo. Con su testimonio, la autora quiere motivar a otras mujeres a hablar del asunto.
Me enteré de que estaba embarazada a las ocho semanas de gestación. No soy de guiarme por calendarios, pero mi ciclo menstrual es muy puntual y aquello era un retraso considerable. También me sentía algo extraña y un poco soñolienta. De alguna forma mi cuerpo percibía un cambio. Una prueba de sangre y una ecografía anunciaron un resultado que me llenó abruptamente de alegría y muchas expectativas: Positivo.
Días después viajé a casa de mis padres y les di la noticia. Todo fue felicidad. Pero una de esas noches, casi en la décima semana, empecé a sentir un dolor en mi vientre. Al comienzo era casi imperceptible, apenas una pequeña molestia. Como un dolor típico del periodo. Temía que fuese peligroso y salté de la cama a buscar en internet. La información era ambigua, en algunas páginas encontraba un tono tranquilizador, en otras afirmaban que mis síntomas eran motivo de alarma.
Mi preocupación era más intensa que el dolor y pude dormir un buen rato. Pero al amanecer las molestias se intensificaron: no podía pararme y estaba bañada en sudor frío. En cuestión de una hora o dos, en medio de contracciones, mi cuerpo empezó a expulsar lo que se había formado dentro de mí durante poco más de dos meses.
Lentamente los dolores cesaron, pero el miedo creció para luego transformarse en resignación y tristeza. Con una ecografía se comprobó la ausencia del embrión y, con nuevos exámenes de sangre, los médicos verificaron que, efectivamente, había existido un embarazo. Entraba yo a formar parte de las estadísticas: hasta un 15% de los embarazos ya diagnosticados pueden concluir en un “aborto natural” o “espontáneo”, el término médico utilizado para identificar una pérdida ocurrida en el primer trimestre de embarazo.
Además, 40% de los embarazos bioquímicos, es decir, aquellos que aún no han sido diagnosticados, y que muchas veces son percibidos como retrasos en el periodo, son realmente un aborto. El doctor Jorge Orjuela, obstetra adscrito a Colsanitas, comenta que las cifras demuestran que el aborto espontáneo es frecuente y previsible en la vida reproductiva de una mujer.
Luego supe que el primer trimestre es la fase gestacional con el riesgo más alto de pérdidas. Los síntomas más frecuentes durante un aborto son sangrado vaginal o manchado, dolor intenso en el abdomen, cólicos fuertes y dolor leve o fuerte en la espalda. Algunos casos manifiestan claramente estos síntomas, otros pueden pasar inadvertidos o sentirse como una menstruación más dolorosa de lo habitual. Este fue mi caso.
Afrontar la pérdida
Estaba muy impactada, procesando lentamente lo que sucedía. Dentro de ese torbellino de emociones me solicitaron firmar papeles de permiso, como parte rutinaria, antes de realizar un procedimiento quirúrgico. No sabía que el siguiente paso incluía anestesia general y un legrado para limpiar los restos de tejido endometrial dentro de mi útero. Era un golpe tras otro.
Según el libro La cuna vacía. El doloroso proceso de perder un embarazo, un compilado de experiencias sobre pérdidas realizado en España, es importante que la mujer y su pareja estén bien informados sobre los distintos métodos de tratamiento que ofrece la medicina en el momento de afrontar una pérdida. Esto ayudará a aliviar un poco la carga traumática de este evento inesperado y reducirá las secuelas físicas y emocionales.
—Hasta hace unos 15 años, el aborto era equivalente a legrado. Pero la introducción de nuevas drogas en el manejo del aborto ha cambiado de una manera muy importante el enfoque. Ahora nos centramos más hacia el manejo médico que hacia el manejo quirúrgico —explica el doctor Jorge Orjuela.
El especialista indica que estas drogas de control tienen criterios para su utilización, y que no funcionan en todos los casos. Por eso, los medicamentos que se usan deben ser prescritos por un profesional:
—Por ejemplo, en caso de hemorragias profusas, donde está en riesgo la vida de la paciente, el manejo médico no es recomendable para emergencias porque requiere de tiempo. Ahí sí es necesario un legrado —añade.
El legrado es un raspado que se hace dentro del útero con una especie de cucharilla, con la intención de limpiarlo en caso de un aborto incompleto. Como en todo proceso quirúrgico, existen riesgos que incluyen un mínimo margen de complicaciones por el uso de anestesia, incompetencia cervical, problemas en la cicatrización del útero como el síndrome de Asherman, acretismo placentario, punciones o desgarros. Es importante resaltar que estos peligros ocurren en muy contadas ocasiones.
Una tercera opción aparece cuando se presenta un aborto retenido o embarazo anembrionario. En este caso, hay un embrión que ya no es “viable” (no continúa su desarrollo), pero el embarazo está intacto dentro del útero y no hay sangrado. Se acostumbra esperar un máximo de ocho semanas para que se produzca la evacuación de manera natural.
A partir de la semana 13 el embrión pasa a llamarse feto, y en caso de pérdida no se habla de aborto espontáneo o natural, sino de “muerte fetal” o “pérdida de embarazo”.
En esta fase los sangrados son más frecuentes y los riesgos de cirugía son mucho más altos. En estos casos se privilegia el manejo con drogas que provoquen la contracción del útero y la expulsión del contenido uterino —detalla el doctor Orjuela.
Después de un aborto espontáneo lo primero que quiere saber la mujer al llegar al consultorio es "¿qué pasó? ¿qué hice mal?. Y la verdad es que no hay una sola razón. En general, explica el doctor Orjuela, en estas primeras trece semanas la primera causa es genética, y el aborto espontáneo puede ocurrir por miles de razones.
¿Por qué ocurre un aborto natural?
Según mi experiencia y la del doctor Orjuela, después de un aborto espontáneo lo primero que quiere saber la mujer al llegar al consultorio es “¿qué pasó? ¿qué hice mal?”. Y la verdad es que no hay una sola razón. En general, explica el doctor Orjuela, en estas primeras 13 semanas la primera causa es genética, y el aborto espontáneo puede ocurrir por miles de razones. Sin embargo, hay un pequeño porcentaje de pacientes que presentan abortos naturales recurrentes. Y estos son casos aparte, como lo explica el especialista:
—Son mujeres que ya tienen unas causas específicas para sufrir abortos de manera repetida. Entonces hay que revisar si hubo origen infeccioso, endocrino, genético, o causas de origen anatómico dentro del útero. Por ejemplo, la presencia de miomas, malformaciones congénitas o insuficiencia en el cuerpo lúteo. También hay trastornos de coagulación que se asocian con pérdidas tempranas del embarazo.
Estos estudios sólo se inician después de que la mujer ha tenido por lo menos dos abortos naturales. La definición clásica de aborto recurrente es la presencia de tres abortos consecutivos o cuatro abortos no consecutivos en una misma mujer.
La recuperación física
La recuperación física dependerá de qué tan avanzado estaba el embarazo. Para el doctor Orjuela, la recomendación es esperar el siguiente periodo menstrual, hacer un chequeo pre concepcional básico, recomendarle a la paciente que tome ácido fólico para disminuir los riesgos de malformaciones congénitas, y esperar un período de dos a tres meses después del aborto para estar en condiciones de volver a intentar un embarazo.
Inmediatamente después de un aborto natural, el sangrado vaginal (parecido a la menstruación) puede durar una semana y el periodo puede reanudarse de tres a seis semanas después. Los dolores abdominales pueden durar hasta dos días después del aborto. También pueden surgir molestias en el pecho que irán pasando en aproximadamente una semana. Debemos tomar en cuenta que algunas hormonas del embarazo seguirán activas durante uno o dos meses después de un aborto involuntario.
Para prevenir infecciones, hay algunos cuidados importantes: esperar hasta el próximo periodo antes de usar tampones de nuevo, evitar duchas vaginales, no entrar en piscinas o jacuzzis, usar duchas en lugar de baños de asiento y abstenerse de tener relaciones sexuales por un tiempo prudencial.
Y la recuperación emocional
Una de las sensaciones más intensas en mi experiencia fue la de enterarme de que numerosas familiares, amigas y conocidas habían pasado por lo mismo, pero ninguna quería hablar de ello.
La recuperación más difícil es la emocional. Los sentimientos de culpa pueden desequilibrar la estabilidad psicológica de la mamá, de los abuelos, o incluso pueden afectar gravemente la relación de pareja. Ante esto, es necesario tener claro que una pérdida no es responsabilidad de nadie. Haber continuado una rutina de trabajo normal, hacer ejercicios, mantener las relaciones sexuales o no haber iniciado una dieta rigurosa para el embarazo no necesariamente se relacionan de manera directa con la interrupción involuntaria de la gestación.
Cada mujer tiene su forma de enfrentarlo, y en algunas existe una fuerte necesidad de reconocer a esa vida que estaba por desarrollarse. Otras querrán pasar la página lo más pronto posible, olvidarse del asunto y reasumir su vida. En cualquier caso, el aborto debe identificarse como un duelo, con todas las etapas y sentimientos que éste conlleva, y debe crearse un espacio y un tiempo para sanarlo.
Algunas recomendaciones sugeridas por terapeutas a quienes han sufrido un aborto o tienen a alguien cercano que le ha pasado, son respetar los tiempos de cada mujer, porque no todas nos recuperamos al mismo ritmo; evitar las comparaciones y entender que cada persona aborda el proceso de forma diferente; evitar frases de consuelo como “todo pasa por una razón”, “aún estás joven”, “le pasa a muchas mujeres”, “tenías poco tiempo de embarazo”, etc. Es mejor brindar asistencia sin intentar consolar con frases hechas.
Buscar grupos de apoyo para conversar del tema o foros en internet puede ser útil, por ejemplo, superando una borto. foroactivo.com Por último, buscar literatura especializada que ayude a entender y superar el proceso. Un par de libros recomendables son el ya mencionado La cuna vacía y Las voces olvidadas. Pérdidas gestacionales tempranas. Ambos son libros colectivos, escritos por varias autoras.
El aborto es un exigente trance mental y emocional. Es muy importante sincerarnos y evaluar si podemos manejar nosotras mismas la recuperación o si necesitamos ayuda de un terapeuta. Es indispensable tomar en cuenta si existen antecedentes de depresión o alguna otra enfermedad mental en la paciente o en sus familiares directos que puedan manifestarse o agudizarse con esta situación.
Existen profesionales especializados en trastornos psicológicos que son propios de la condición del embarazo, el parto o el aborto. En caso de ser necesario, es prudente llamar a un especialista que acompañe el proceso.
Unas semanas después de ese episodio de mi vida, mi mamá me contó sobre su pérdida. Su embarazo estaba mucho más avanzado, tenía cuatro meses. Pudo ver al hijo que perdía completamente formado. Aunque fue un momento muy duro, mi madre me dijo que apenas los médicos la autorizaron, empezó a buscar otro bebé. De esa búsqueda nací yo.
A mí me tomó mucho más tiempo asimilar lo sucedido. Pero me trajo grandes aprendizajes: cada proceso vital implica irrefutablemente la presencia de la muerte, y nuestro cuerpo y sus ciclos son una clara muestra de que siempre hay una oportunidad de volver a comenzar.
*Periodista. Realizadora audiovisual.
Dejar un comentario