Las vedas son períodos de tiempo donde se prohíbe la captura, comercialización y consumo de especies de animales pues son los momentos en que se encuentran en etapa de reproducción. Respetar esta prohibición garantiza la supervivencia de las especies que llegan a nuestra mesa.
n las ciudades estamos acostumbrados a comer lo que nos place. El ingrediente que no encontramos en el supermercado del barrio lo conseguimos en el de más allá. Nos antojamos de comida de mar y sabemos a dónde dirigirnos exactamente, pero tenemos muy poca idea del recorrido que ha hecho ese pescado para que podamos servirlo en el almuerzo, o de la región de dónde procede ese alimento, incluso desconocemos las características de la especie que estamos consumiendo.
Pero es necesario entender que esta dinámica de consumo de los habitantes de la ciudad afecta la producción de los que trabajan en el campo, en el mar, en los ríos y viceversa. En una sociedad donde el consumo es consciente y los compradores de la ciudad reconocen términos como “frutas y verduras de temporada”, “producción local”, “huella de carbono” de un producto y “vedas”, la cadena fluye de manera armoniosa. Lastimosamente no estamos acostumbrados a conectar lo que ponemos en la mesa con el campo de donde proceden.
La veda es un término poco conocido en la ciudad pero que influye directamente en la oferta de alimentos. “Es un período de tiempo en el que se prohíbe la captura, transporte, comercialización y consumo de una especie que se encuentra en época de reproducción. Para que el consumo de peces y otras especies acuáticas sea sostenible, y podamos contar con ellos mucho más tiempo, necesitamos dejar que se reproduzcan”, explica Saulo Usma, especialista de agua dulce de WWF-Colombia.
A los turistas se les recomienda no consumir cangrejo en la época de veda, aunque se lo ofrezcan en los restaurantes.
Suena bastante sensato y natural pero no lo es tanto para muchos consumidores. En la isla de San Andrés se restringe la captura y el consumo de cangrejo negro durante los meses de abril, mayo, junio y julio. “A los turistas se les recomienda no consumir cangrejo en esta época, aunque se lo ofrezcan en los restaurantes”, dice una pieza publicitaria de Coralina, Autoridad Ambiental de la Reserva de Biosfera Seaflower, pero son precisamente los turistas que visitan la isla los que más atropellan la supervivencia de los cangrejos que salen en las noches desde la zona rocosa (en el costado sur oeste) hasta la playa para remojar sus huevos en el mar.
La supervivencia del cangrejo negro no solo se ve afectada por el descuidado comportamiento de los turistas, la crisis climática también ha causado una disminución de la especie. Johny Alejandro Walker, es el coordinador de control y vigilancia de Coralina. Junto a su equipo de trabajo sale todas las noches, durante estos cuatro meses, a hacer retenes para que los cangrejos puedan cruzar la calle que los separa del mar. “En años anteriores, en esta misma época, ya habían salido muchas más hembras a remojar los huevos. Hoy apenas está saliendo, aproximadamente, un 10 % de los cangrejos que salían antes. Las carreteras están muy calientes, a las hembras les da mucha sed, si salen se pueden quemar entonces prefieren estar bajo tierra”, cuenta Johny Alejandro.
El proceso de reproducción del cangrejo negro empieza con el apareamiento que se da en tierra. La hembra guarda los huevos en su vientre y no los suelta hasta el momento final en que baja por última vez de la tierra al mar, y desova los huevos en el agua para que empiecen su transformación, que puede durar hasta dos meses. En estos cuatro meses, en los que la hembra sostiene los huevos en su vientre, debe llegar hasta el mar mínimo dos veces para remojar los huevos en el agua, es por eso que protegerlas en la carretera es vital para su subsistencia. “En los retenes que hacemos en las noches muchas veces tenemos que cargar a las hembras si están muy fatigadas (las cogemos por la parte de atrás), o las arriamos para que sigan, pero es triste ver que en un día podemos encontrar 100 cangrejos vivos y 300 muertos. Muchos están siendo atropellados, en su mayoría, por turistas que no se fijan en las señales de advertencia que hemos puesto en la carretera porque van con tragos, o con música a todo volumen, a altas velocidad y ya cuando ven la manada de cangrejos no los pueden esquivar ni parar”, explica Johny Alejandro. Así que si visita San Andrés o Providencia entre los meses de abril a julio recuerde que no puede consumir este alimento y que en las noches tiene que parar si ve una fila de cangrejos atravesando alguna calle de la ciudad.
Otros tipos de veda
Existen también las vedas por salud pública que son las que se instauran para proteger la salud de las personas, especialmente de aquellas que cuentan con el pescado como principal fuente de proteína animal. Es el caso de la veda del pez mota o piracatinga (Calophysus macropterus). Los altos contenidos de mercurio presentes en su interior hacen que se prohíba su consumo. “La mota es una especie carroñera, come todo lo que muere en el río y el mercurio es un metal que se bioacumula, así que a medida que se alimenta va acumulando el mercurio presente en las especies que consume”, explica Saulo Usma.
La sobrepesca, el consumo de especies durante las épocas de veda, y por debajo de las tallas de maduración, amenaza la diversidad de las especies marinas.
Y también están las vedas regionales, que son periodos de tiempo en los que se prohíbe la pesca en regiones específicas de Colombia para evitar hacer vedas por cada especie y lograr la subsistencia de estos animales. “Las vedas son necesarias para que el consumo de peces sea realmente sostenible. En la Orinoquia, por ejemplo, hay veda total de pesca desde el 1 de mayo hasta el 30 de junio. Pero algunas comunidades de la región quisieran que las vedas fueran escalonadas, es decir que la prohibición no fuera total sino de acuerdo al tiempo reproductivo de las especies”, dice el experto.
Según el artículo Las vedas como regulación del aprovechamiento sostenible de los recursos hidrobiológicos de las aguas dulces, estuarinas y marinas en Colombia, las vedas de pesca vigentes en el país son alrededor de 47, distribuidas en todas las regiones. La desobediencia a estas vedas conlleva la imposición de las sanciones establecidas en el Art. 55. (Ley 0013 de 1990).
Así que no lo olvide, cuando le hablen de veda no debe pescar, capturar, comercializar ni consumir la especie, pues del respeto a estas restricciones depende la existencia de animales que son base de alimentación de muchas comunidades del país.
La cifra
Hoy en día solo se ve el 10 % de los cangrejos que salían antes.
Aprenda a identificar el tamaño adecuado de su pescado
La sobrepesca, el consumo de especies durante las épocas de veda, y por debajo de las tallas de maduración, amenaza la diversidad de las especies marinas. Es por eso que es importante evitar la compra y consumo de peces por debajo de su talla mínima de maduración. Por ejemplo, en el caso de la corvina su talla mínima debe ser de 55 cm, el róbalo 60 cm, la cachama 27 cm. Esté al tanto de los meses en los que está prohibida la pesca pues es diferente en cada especie. Otro dato útil para ser un consumidor responsable es conocer si el ejemplar está sobrepescado, en ese caso evite consumirlo y prefiera otras opciones de pescado que no esté siendo sobreexplotado. En los restaurantes ordene el pescado del día y evite el pescado que cabe en un plato plano tradicional, porque suele ser un pescado juvenil. La organización de conservación ambiental WWF realizó una completa guía, muy útil a la hora de conocer las tallas mínimas de captura, las recomendaciones de compra y los meses de veda. Se encuentra disponible en internet con el título El tamaño sí importa, Guía para el consumo responsable de pescado.
*Periodista interesada en temas de familia, crianza y medio ambiente.
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