El diccionario es un tesoro precario y hoy en desuso, porque de esas miles de palabras con las que hablamos y medio nos entendemos, y que están contenidas en estos libros, cada día usamos menos.
l diccionario es como un arca de Noé dolorosamente estrecha, que se mantiene a floteen las aguas intranquilas de los tiempos. Y como cada palabra algo nombra, alguna realidad alumbra, interior o exterior, pues el diccionario no es solo el libro de consulta de una lengua que se expande y también muere —palabra por palabra, como un árbol de otra vida: hoja por hoja—, sino que también es el compendio de una realidad que desaparece bajo otra realidad, que se le impone y que, si nos queda tiempo, también veremos desaparecer.
En este sentido, un diccionario es una obra grandiosa... que espanta. Y entre más viejo, peor. Durante todo un siglo, tal vez en todas las Américas, buscamos y aprendimos algo de nuestra lengua principalmente en solo un diccionario, el Pequeño Larousse Ilustrado: una “adaptación española [de la] obra de universal fama, debida al eminente lexicólogo francés Claude Augé”, según leemos en las páginas iniciales de la edición de 1962.
Múltiples ediciones ha tenido en castellano esta obra desde 1912, ampliándose hasta convertirse en la “vanguardia de la lexicografía española”. Démosle una ojeada a este libro de más de 1.000 páginas, rastreando apenas un tema: los animales, y escogiendo dentro de él solo los que están ilustrados, sin duda un valioso y hermoso trabajo, del que el propio Diccionario se siente muy orgulloso, con toda razón: “Esta ilustración, de factura muy delicada y perfectamente homogénea, es ante todo exacta: no entra en ella para nada el capricho. Constituye una lección [...] de valor educativo indiscutible”, según leemos en la edición de 1962. Veamos cómo sus definiciones cumplen con este propósito.
¿Cómo viven los animales en el Pequeño Larousse?
¿O habrá que preguntarse más bien cómo vivían? Porque estas descripciones, de la A a la Z, parecen hechas por un cocinero y no por un lexicógrafo, y son de muy dudoso valor educativo, siempre lastimosamente incompletas y sin ni un ápice de amor. En ellas no está el animal real, vivo, sino apenas su cuerpo y sus entrañas... y para qué nos sirve a los humanos: de alguno se dice que no es carnívoro sino carnicero; de otro, que es perjudicial a nuestra agricultura, rapaz, ponzoñoso, voraz. De otros más, lo destacable es que es comestible —crudo o cocido—, o que de su piel se pueden hacer sombreros. En todas las definiciones, se trata de criaturas que usamos, abusamos, maltratamos, desollamos, freímos, tasajeamos, cebamos, domamos, sometemos, esclavizamos... y demás verbos que han nacido en nuestro trato con ellos. Veamos.
• Abejorro: “... [coleóptero] herbívoro [que] causa mucho daño a la agricultura, pero su larva o gusano blanco es la que mayores estragos produce...”.
• Ajolote: “Animal anfibio de Méjico: el aceite de ajolote se usó en otro tiempo como aceite de hígado de bacalao.”
• Ánsar: “Ave palmípeda, de carne comestible: las plumas del ánsar servían para escribir.”
• Arenque: “Pez parecido a la sardina que abunda en los mares del norte... es muy fecundo y viaja en bancos de millones de individuos; se come lo mismo fresco que salado o desecado al humo.”
• Armiño: “Mamífero de piel muy suave y delicada, parda en verano y blanca en invierno, excepto la punta de la cola, que es siempre negra.”
• Atún: “Pez de color negro azulado por encima y gris plateado por debajo... alcanza hasta 5 metros de largo y 900 kilos de peso. Su carne, excelente, se come fresca, escabechada y conservada en aceite de olivas.”
• Ave del Paraíso: “... pájaro de Nueva Guinea muy buscado por la hermosura de su plumaje.”
• Avestruz: “Sus plumas, muy hermosas, son objeto de activo comercio.”
• Avutarda: “Ave zancuda de los países cálidos y templados, y de carne muy sabrosa.”
• Bacalao: “Pez gádido que llega a tener más de un metro de largo... muy voraz … Vive en los mares árticos... donde lo pescan en verano... Se come su carne fresca o salada, y de su hígado se extrae un aceite empleado como reconstituyente.”
• Ballena: “Mamífero marino... el mayor de los animales... Se le hace una caza encarnizada a causa de su aceite y su grasa que son muy estimados así como los apéndices córneos que lleva en su boca.”
• Barbo: “Pez de río, de carne muy apreciada.”
• Bigarro: “Caracol marino comestible de las costas de España.”
• Buey: “Toro castrado... Críase... principalmente en la India, donde sólo sirve como bestia de carga y de tiro...”.
• Cachalote: “Cetáceo grande parecido a la ballena, pero mucho más feroz... Se saca de sus intestinos el ámbar gris, perfume muy apreciado, y de su cabeza, el blanco o esperma de ballena, que sirve para fabricar bujías.”
• Camarón: “Pequeño crustáceo... comestible.”
• Camello: “Género mamífero rumiantes... el animal más útil del desierto.”
• Cantárida: “Insecto coleóptero de Europa, que sirve para fabricar vejigatorios.”
• Capibara: “Mamífero de América del Sur, del tamaño de un cerdo pequeño y carne sabrosa.”
• Caponera: “Jaula donde encierran los capones para cebarlos.”
• Carabao: “Especie de búfalo de Oceanía: ... la principal bestia de carga usada en las islas Filipinas.”
• Caracol: “Molusco gasterópodo terrestre comestible...”
• Carnero: “Animal rumiante, de cuernos oblicuos, arrugados y en espiral: ... se cría por su carne y su lana.”
• Carpa: “Pez de agua dulce... cuya carne es muy estimada, es un pez de fondo, que gusta de los parajes cenagosos...”
• Castor: “Mamífero roedor, cubierto de pelo muy fino... perjudiciales a los árboles, de cuyas hojas, corteza y raíces se alimentan... La piel del castor es muy estimada.”
Y así hasta la Z:
• Zorra: “Género de mamíferos carniceros... que comprende animales de cola peluda y hocico puntiagudo, destructores de aves y mamíferos pequeños.”
Según parece, los animales han sido nuestro laboratorio de crueldad, nuestra escuela. Si de esta misma manera hiciéramos una descripción del ser humano, diríamos: “Mamífero carnicero, sin plumas, astuto, voraz, con solo dos patas, dominante, propenso a la agresión, poblador de todos los climas del planeta, orgulloso, capaz de alimentarse de cuanto encuentra a su paso, laborioso como la hormiga y dotado de lenguaje, pero con notables antecedentes de degustar a sus propios semejantes...”.
Fotografías tomadas por parte del equipo de Bienestar Colsanitas.
Dejar un comentario